Judíos bien tangueros: dos muestras en Buenos Aires

Uno del casi millón de judíos asesinado por los nazis en Auschwitz fue
Marcel Lattes, pianista y compositor que Carlos Gardel había convocado para musicalizar sus películas “La casa es seria” y “Melodías de arrabal”.

Nacido en Francia, Lattes compuso junto con el Morocho del Abasto y Alfredo Le Pera la música de los tangos “Quiéreme” y “Cuando tú no estás”, en colaboración con Gardel, Battistela y Le Pera para “Melodías de arrabal”.

Esta es una de las historias presentadas en “Judíos bien tangueros” y “Judíos bien porteños” tales los títulos de la muestra conjunta inaugurada recientemente por el Museo Judío de Buenos Aires y el Museo Casa Carlos Gardel, y que a través de paneles, fotos, discos, partituras, afiches y reproducciones de artículos periodísticos de la época, dan cuenta de la presencia judía en el principal género musical porteño del siglo XX.

UN POCO DE HISTORIA

Entre 1880 y 1945, las sucesivas guerras y hambrunas europeas, forzaron la emigración de millones de personas de diversos países. Muchos arribaban al puerto de Buenos Aires con la esperanza de “hacerse la
América”. La capital argentina también recibió migrantes internos deseosos de construir un futuro en la Gran Ciudad.

En ese proceso, los “nuevos porteños” encontraron en el tango (y la milonga), ficción integradora por excelencia de la Metrópolis, un punto de expresión cultural y socialización, que en la actualidad devino prácticamente en un “producto for export”.

Los judíos, llegados al país como corriente inmigratoria fuertemente a partir de las últimas dos décadas del siglo XIX, contribuyeron a crear
la música ciudadana porteña. Compositores, pianistas, violinistas, bandoneonistas, cantantes, actores e incluso empresarios de la comunidad
forman parte de la historia del tango argentino.
Las muestras ofrecen, entre otros temas, información acerca de compositores “paisanos” que Gardel llevó al disco, como Nathaniel Shilkret,
Arturo Kolben, Michel Emer, Ralph Erwin, Nathaniel Goldstein, Alberto Weisbach y Germán Ziclis; el empresario Max Gluksmann; los hermanos
Luis y Arturo Bernstein; los hermanos Rubinstein, Ben Molar y Rosita Montemar, entre otros.

Gluksmann, creador del sello Nacional Odeón, con el cual debutó Gardel, despertó la gratitud y el respeto del Zorzal Criollo. El escritor César Tiempo
aseguró que Gardel solía decir que “Don Max fue mi Colón y mi Juan de Garay”.

Gluksmann, presidente de la Congregación Israelita entre 1921 y 1942, decidió la expulsión de los miembros de la Zwi Migdal, aquella organización
mafiosa dirigida por polacos de origen judío que durante las tres  primeras décadas del siglo XX “importaba” muchachas de Europa para que ejercieran la prostitución en sus burdeles de Buenos Aires y Rosario.

Esta mafia, que hasta contó con sinagoga y cementerio propios, comenzó su decadencia en septiembre de 1930, a partir del testimonio de Raquel
Liberman, una de las llamadas “polaquitas”.

Incluso en su libro “Tango judío. Del ghetto a la milonga”, el investigador Julio Nudler (1941-2005) dio cuenta de la existencia del tango “El camino
de Buenos Aires”, compuesto por Luis Rubistein y Francisco Pracánico, y cuya letra denuncia la existencia de un “caftén (rufián) criminal”.

¿EXISTE UN “TANGO JUDÍO”?

José Judkovsky, autor de los libros “El tango, una historia con judíos” y “Buenos Aires, fervor y tango. Una historia con judíos“ y de un
documental sobre la temática, cedió su colección para las muestras que actualmente exhiben el Museo Judío y la Casa Carlos Gardel.

Consultado por TuMeser, el investigador explica que “el tango no es judío, pero tampoco puede explicarse sin el judío. Lo mismo ocurre con
otros códigos musicales y culturales. Así, el tango es ´como un papel secante´, que todo lo absorbe: existen la canzonetta napolitana, la chason
francesa, el candombe y la coreografia afro-porteña, la poesia rústica del Mediterráneo europeo, el violín klezmer, el dodecafonismo de Schoenberg,
etc”.

Judkovsky puntualiza que “la gran impronta judía en el tango y en la Cultura Popular, de la cual el tango forma parte, se ha manifestado y
manifiesta, a través de los cientos de partícipes, desde su creación, y en el notable aporte de tres figuras: Arturo Bernstein, creador durante los
primeros años del siglo XX, de la primera Escuela de enseñanza sistemática del bandoneón en el mundo; Raul Kaplún, creador, sin saberlo, de la
Escuela Virtuosista del Violín en el tango, cuyo sonido es el típico violín klezmer adoptado por destacados músicos, judíos o no, a partir de 1937”

“Por último -agrega- se destaca el caso de Szymchia Bajour, quizás el más importante violinista en la historia del tango, quien introdujo el sonido del violín clásico.”

Las dos exhibiciones revelan una faceta poco conocida del tango argentino, la del aporte cultural que los judíos brindaron al género. Y, de alguna
manera, también resaltan la importancia del tango como espacio de integración de las diversas comunidades que eligieron a la Argentina como
un lugar donde establecerse y prosperar.

La muestra, en sus dos sedes, cuenta con la curaduría de Horacio Torres, Director de la Casa Carlos Gardel.

Museo Judío de Buenos Aires.

Fundado en 1967 por Salvador Kibrick, forma parte de un anexo del Gran Templo de la Comunidad Israelita de la República Argentina (CIRA),
declarado Monumento Histórico Nacional en 2000. Además de “Judíos bien tangueros” se puede visitar la muestra permanente, donde se aprecian
objetos litúrgicos e información acerca de la presencia judía en la capital
argentina.

Pertenecen al Museo todos los archivos de la CIRA desde su fundación, los de la Jewish Colonization Association, manuscritos de escritores como
Alberto Gerchunoff, Samuel Eichelbaum, Cesar Tiempo, Leopoldo Lugones, entre otros. Pueden encontrarse también cartas de científicos y filósofos
de la talla de Albert Einstein, Max Nordau, Ben Gurion o Martin Buber. Se destacan, además, cuadros de pintores como Mauricio Minkovski,
Nemirovski y Abel Pann.

La directora del Museo Judío, Marisa Bergman, recibió a TuMeser y afirmó que la institución porteña “es un museo de puertas abiertas a la sociedad.
Intentamos pensar lo argentino a partir de los valores judíos, transmitir un legado que nos es propio.”

La muestra estará en exhibición al menos hasta la Noche de los Museos, que se realizará el 13 de noviembre.

Libertad 769.
Martes y jueves de 15 a 18. También se puede reservar visita guiada en otros días y horarios, avisando previamente. Informes: Tels. 4123-0832/
33.

Museo Casa Carlos Gardel.

El más grande cantor de tangos habitó una casa cercana al mercado del Abasto, actualmente devenida en su museo. Allí, entre las exhibiciones
permanentes que recuerdan su carrera, se puede visitar durante septiembre “Judíos bien porteños”, parte de la muestra organizada en
conjunto con el Museo Judío de Buenos Aires.

Jean Jaures 735.
Lunes, miércoles, jueves y viernes de 11 a 18 hs. Sábados, domingos y feriados de 10 a 19 hs. Informes: Tels. 4964-2015/2071.
Entrada: bono de $10

Agradecimientos: al investigador José Judkovsky; a Marisa Bergman, directora del Museo Judío; a Horacio Torres, director del Museo Casa Carlos
Gardel; y al bandoneonista Amijai Shalev.

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