De Mata o Mota de Judíos

motajudios

 

En un pueblo de 50 personas perdido en Burgos, España, se llevó a cabo hace unos meses una votación singular por su pluralidad. Quién diría que unos señores cuya edad no baja de los 65 y sube hasta casi los 90 votaron a favor de la tolerancia. La noticia dio la vuelta al mundo: el pueblo Castrillo Matajudíos y bajo el impulso de su Alcalde, ha votado por el cambió de nombre. Desde ahora se llamará Castrillo Mota de Judíos.

 

Los judíos vivieron allí durante la Edad Media y tras la expulsión el pueblo adoptó el nombre de Castrillo Matajudíos, intentando así que la escoba étnica borrará cualquier vestigio semita de sus praderas.

 

Medio centenar de vecinos que consideraban ofensivo vivir en un pueblo que proclamaba una agresión bélica a los “hebreos”.  

 

 

Este pequeño gesto se ha divulgado por todo el planeta y su Alcalde jamás imaginó el tremendo jaleo que se crearía alrededor de este bondadoso gesto. Tanto es así que para la inauguración oficial del cambio de nombre en la señalética de ruta y del escudo de la ciudad convocó a toda la prensa española, al Embajador de Israel en España, a la Federación de Comunidades Judías de España, a Ministros y a toda la creme de la creme Madrileña. Entre tanta crema pero mucho menos glamorosos nos encontrábamos mi pequeño Joel de once meses y yo. Fuimos invitados en parte como representantes de la Comunidad Judía de Madrid, pero también, porque gracias a la amabilidad y generosidad de mi marido, mi bebé lleva mi apellido primero: Abulafia. Y a la prensa le entusiasmaba la historia del primer Abulafia de mi familia que había nacido en Sefarad tras la expulsión, 500 años después.

 

Fue un gran subidón emocional sentir que un pequeño pueblo de Burgos nos mima y nos quiere, cosa que los judíos añoramos en secreto tras aguantar tanto palo judeófobo escondido en el anti-israelísmo reinante. En un mundo donde a nadie parece importarle que unos terroristas quieran asesinar impunemente a judíos por las calles, que un pueblo rural haya cambiado el mata por el mota, me ilumina de verde esperanza. Un destello solitario en una carretera perdida de Burgos que parece recordarnos que siempre se puede ganarle a la oscuridad con la humilde llama de una pequeña vela.

 

Puedes leer la noticia sobre este acontecimiento aquí : http://www.cjmadrid.org/destacado

 

Por: Alejandra Abulafia

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