El fractalismo está de moda

fractal6okEl fractalismo está de moda. Aunque muchos no han oido hablar siquiera de la etiqueta, lo usan constantemente. Decimos con total naturalidad "Je suis Charlie"o "Todos somos palestinos"; y hasta el argentino Axel canta
"Todos somos uno con los demás
La piedra y el río, el cielo, la flor...
El lobo, el cordero, y el mismo Dios"; cualquiera de esas frases implican un ojo fractalista en acción, por más inconsciente de sí que esté.

 Pero ¿qué es el fractalismo? Un fractal (ver ejemplo en la imagen) es una construcción geométrica que cumple una condición muy curiosa: ser semejante a sí misma en las distintas escalas a la que se la mire. Esto significa que si pongo la lupa sobre un sector de un fractal cualquiera, ese sector va a ser semejante, incluso en sus detalles, al todo original, y que lo mismo sucederá si lo sigo dividiendo en trozos cada más pequeños, o si lo sigo ampliando por iteración; esto va hasta el infinito, porque un fractal es más un proceso que una figura, aunque se vea como un objeto definido. Cada sector o escala del fractal, contiene al todo, al fractal entero. Los fractales están por todos lados en la naturaleza, desde un bróccoli o un copo de nieve a la forma de las costas marítimas, las nubes o los rayos, pero solo los vemos desde que Benoit Mandelbrot los identificó y nombró alrededor de 1975.

El fractalismo aplica la idea de la construcción fractal como metáfora, al ser humano y a la sociedad, al tiempo y al cambio, a la economía, la ecología, la ciencia y la religión, a los temas de género, o a lo que se quiera, porque se toma como modo de enfoque, como actitud vital. En vez de ver, por ejemplo, sumatorias de individuos aislados, (o sistemas, o redes, que son otras metáforas que han estado de moda) ve a Charlie en cada uno, y a todos en Charlie; en vez de ver al tiempo como sucesiones de instantes, ve el ayer y el mañana contenidos en cada momento, y sobre todo, ve al cambio en cada uno como un cambio en el todo (y viceversa), lo que maximiza el aporte de diferencia que haga cada cual, y altera por completo el valor de las elecciones personales, las estrategias de acción y las vías de cambio social.

Por supuesto que, aunque el Manifiesto del Fractalismo (www.galeon.com/fractalismo) es del año 2000, el invento ya está en la Torá; desde la creación "a imagen y semejanza", en la que nosotros somos el pequeño sector y Dios el todo más inmenso, al procedimiento de fractalización, que se nos enseña, se nos ordena aplicar, y se nos ejemplifica, una y otra vez. Por eso, así como aquel que hablaba en prosa sin saberlo, los judíos somos fractalistas expertos sin saberlo: vivenciamos el tiempo fractal saliendo constantemente de Egiptos, o el ser fractal estando todos, nosotros y nuestros hijos y nietos junto a Moshé en el Sinai, o arrepintiéndonos de cosas que ni se nos pasaron por nuestra mente individual pero sí por nuestro ser fractal en el vidui de Iom Kippur. No conmemoramos: vivimos hoy esa salida, recibimos hoy esas palabras, somos y dejamos de ser esos malvados.

Pero lo mejor de todo, es que el fractalismo es útil, -práctico –y (sobre todo) –necesario, para modelizar el mundo en que vivimos de un modo que nos permita convivir mejor en él: decimos fácil "je suis charlie", pero si, por ejemplo, nos animáramos a ver también al Bin Laden (o al decapitador del Isis) que todos llevamos fractalmente dentro, quedaríamos mejor equipados para entender por qué estamos sucumbiendo, y para hallar modos de no caer.

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