Lo que significaron para Israel los cambios históricos de la semana pasada en Estados Unidos

peterbeinokSin una solución de dos estados, los americanos algún día van a aceptar un estado no judío, en el nombre de la igualdad.

En 1995, el gran periodista sudafricano Allister Sparks tituló su libro sobre la transición desde el apartheid, "El Mañana es Otro País". Así es como se sintió vivir en Estados Unidos la semana pasada.

Toda mi vida, he visto símbolos de la Confederación como una desagradable, pero incorregible parte de la identidad sureña. Crecí mirando Duques de Hazzard, cuyos típicos sureños buenos que eran los protagonistas, llamaron "General Lee" a su auto, en honor al hombre que dirigió al ejército sureño. Cuando visitaba a mis familiares políticos en Virginia del norte, mi esposa, mis hijos y yo íbamos a menudo por una carretera llamada Jefferson Davies en honor al presidente de las Confederaciones. Luego, el 24 de junio, un grupo político entero de Carolina del Sur –uno de los estados más de derecha en Estados Unidos- dijo que se debe bajar la bandera de la esclavitud, impulsado por el asesinato de nueve afroamericanos por un hombre blanco que apoyaba a las Confederaciones. A lo largo del país, esto está sucediendo ahora. Repentinamente, se terminó el debate.

Toda mi vida he asumido que Estados Unidos era muy individualista, muy capitalista y muy racista para hacer lo que la mayoría de los países occidentales hicieron hace mucho tiempo: hacer que la asistencia médica esté disponible para todos. Incluso después de que Obamacare se vuelva una ley, en sí un milagro político, aún parecía destinado a polarizar a los americanos por décadas. Luego, el 25 de junio, John Roberts, un fiscal general conservador designado por George W. Bush, aclaró que Obamacare llegó para quedarse. El debate también, efectivamente, terminó.

Toda mi vida, americanos homosexuales han sido objeto de burla, maltratados, y les ha sido negada la igualdad ante la ley. (Americanos transgéneros ni siquiera habían sido reconocidos). En los años 1990, la idea de un matrimonio igualitario parecía algo tan absurdo que cuando mi colega Neorepublicano del momento, Andrew Sullivan comenzó a defenderlo, hasta grupos prominentes de derechos de homosexuales no prestaron su apoyo. Luego, el 26 de junio, el juez Anthony Kennedy, un católico conservador designado por Ronald Reagan, declaró al matrimonio igualitario como un derecho constitucional.

Tres días, tres revoluciones americanas, y un recordatorio: las culturas cambian lenta y silenciosamente en largos períodos de tiempo, y luego, de repente, sin una gran advertencia: la represa se rompe.

Escribí en las vísperas de la reelección de Benjamin Netanyahu, "En los últimos seis años, especialmente en las últimas seis semanas, Bibi se ha colocado a sí mismo en el lado erróneo del movimiento de placas tectónicas que dará froma a los políticos americanos en las décadas por venir".

En 1980, Estados Unidos era 80% blanco. Hoy, es 63% blanco. Por el 2060, según las proyecciones, será 44% blanco.

Americanos menores de 24 años son casi cinco veces menos propensos a expresar filiación religiosa que americanos mayores de 75 años.

En debates entre los defensores de la tradición cultural, autoridades religiosas y teoría capitalista contra los defensores de la igualdad, estos cambios demográficos están amenazando el balance. De forma avasallante, jóvenes americanos no blancos simplemente no creen en eso porque los sureños blancos aman a sus ancestros, conservadores, evangélicos, que leen la Biblia literalmente y los Republicanos veneran al capitalismo, y creen que a los americanos se les debe negar la asistencia médica, el derecho de casarse con la persona que aman, y ser forzados a observar a su gobierno a honrar una bandera racista.

Tarde o temprano, de una forma u otra, a no ser que el gobierno israelí cambie su curso, estos movimientos cambiarán las actitudes de americanos hacia Israel, también. Es difícil ver el cambio ahora porque está sucediendo lejos de Washington y los medios de comunicación promedio. Pero las minorías de la juventud secular, los mismos grupos que amenazaron el balance de la bandera de las Confederaciones, asistencia médica y matrimonio igualitario, son los grupos más críticos de Netanyahu y más compasivos con los derechos palestinos. Y en los años por venir, van a encontrar crecientemente una nueva generación de portavoces palestinos, nacidos en Estados Unidos, y fluídos en el lenguaje de la izquierda americana. Estos nuevos activistas palestinos no hablan sobre el nacionalismo; hablan sobre la igualdad.

La lección de la semana pasada es que en esta nueva América, uno no puede vencer apelaciones a la igualdad con apelaciones a la herencia, Dios o el libre mercado. Y uno tiene poca probabilidad de vencerlos con apelaciones a la seguridad. (Especialmente cuando tantos expertos en seguridad israelíes creen que un Estado Palestino haría a Israel más seguro).

Si los defensores del Estado Judío pueden hablar convincentemente sobre la igualdad – si pueden detallar los pasos que Israel está dando para darle a los palestinos en la Franja de Gaza y West Bank la ciudadanía en un estado propio, y los pasos que esta siguiendo Israel en sí mismo, entonces tienen la chance de detener la ola. Pero actualmente no pueden porque el gobierno israelí no está dando esos pasos. Está haciendo exactamente lo contrario.

Sospecho que el Presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, aunque no puede decirlo públicamente, entiende esto. Permanece, después de todo, el líder de la nueva coalición americana que hizo posible los eventos significativos de la semana pasada. Este otoño, con toda certeza, ofrecerá a Benjamin Netanyahu la última salida a su presidencia: una resolución de las Naciones Unidas endosando la solución de dos estados y planeando un camino para llegar a ella. Antes de que Bibi lo rechace, debería pensar por un largo, largo tiempo sobre lo que acaba de pasar en Estados Unidos. No en Europa, donde todos saben que la posición de Israel es más débil, pero en Estados Unidos, el país que Bibi siempre consideró el último recurso de defensa de Israel.


Cuando la solución de dos estados indiscutiblemente termine, y la única forma de defender la igualdad legal sea defendiendo la completa liberación de todos entre el río y el mar, los americanos que hoy disfrutan el matrimonio igualitario y la remoción de la bandera de las Confederaciones, disfrutarán la opción de un estado, en el nombre de la igualdad. Cuándo sucederá, no lo se. Pero aprendimos la semana pasada que luego de largos períodos de tiempo sin aparente salida, el cambio puede venir con una velocidad impresionante. Y para ese entonces los defensores del status quo se darán cuenta que están perdiendo y ya será demasiado tarde.

Fuente: haaretz.com

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