Navegando por las diferencias existenciales

compromisookAmenazas existenciales hace tiempo unieron a la diáspora e Israel. Ahora, cada vez más, son las amenazas existenciales –o las percepciones opuestas sobre las amenazas a la existencia – que nos separan profundamente.

Para los israelíes, prevenir un Irán con armas nucleares es un asunto de vida o muerte; y la mayoría concuerda con la aseveración del Primer Ministro Benjamin Netanyahu, que afirma que el acuerdo iraní con el Presidente Obama va a llevar a un "Irán nuclear". El acuerdo fue denunciado por casi todo el espectro político israelí.

Aun así muchos judíos americanos liberales están del lado de Obama. Periodistas judíos americanos prominentes, defendieron el trato. J Street se volvió, en efecto, la lobbista pro-acuerdo de la comunidad judía.

Los simpatizantes judíos de Obama discuten que ellos también se oponen a un Irán nuclear, y que la estrategia de Obama es la mejor manera de prevenirlo. Para los seguidores de Obama, entonces, el debate es táctico. Pero para aquellos que ven la estrategia de Obama como un desastre histórico, el debate es mucho más que eso: es existencial.

La segunda división existencial que separa a los judíos americanos liberales y al israelí promedio es sobre un estado Palestino. Los liberales tienden a ver la ocupación como la mayor amenaza –moral y demográficamente- enfrentada al estado judío.

La mayoría de los israelíes está de acuerdo en que la ocupación es una amenaza existencial de largo plazo, pero ven la creación de un estado Palestino como una amenaza existencial inminente. Dada una desintegración del Medio Oriente, la emergencia del terror se enclava en los límites de Israel, con un Irán en expansión desenfrenada por el poder americano; crear un estado Palestino ahora significa arriesgarse constantemente a ataques a lo largo de la frontera más sensible de Israel, que mira desde arriba a la gran Tel Aviv.

Para la mayoría de los israelíes, entonces, el debate sobre una solución de dos estados no es ideológica sino táctica, una pregunta de tiempo: si y cuando las condiciones se den, aceptaremos una solución de dos estados, pero no antes. Pero para aquellos judíos americanos que consideran la ocupación como un desastre histórico que debe terminar ya, el debate es existencial.

La última vez que una amenaza existencial unió inequívocamente a Israel y a la diáspora fue con la Guerra de Yom Kippur en 1973. No casualmente, esa fue la última guerra existencial de Israel, su útlima guerra convencional. Desde ahí, cada una de las guerras de Israel han sido asimétricas – peleadas entre las Fuerzas de Defensa Israelíes y terroristas insertos en la población civil.

El punto de inflexión en la historia militar de Israel –y en las relaciones diáspora-Israel – fue la Guerra del Líbano, en 1982. Esa fue la primera "guerra por elección" de Israel, inicialmente con intenciones de sacar a la OLP de la frontera del norte, pero rápidamente se transformó en un objetivo mucho más ambicioso: rehacer el Líbano y Medio Oriente. Esta guerra no solo falló al intentar unir israelíes alrededor de la amenaza a la seguridad, sino que fue la causa de la división. Las consecuencias repercutieron en el extranjero: por primera vez, judíos de la diáspora protestaron públicamente por la política israelí durante la guerra.

Después vino la primera intifada de fines de 1980, y luego el proceso de negociación de Oslo de los años 90. Las divisiones de la sociedad israelí culminaron en el asesinato de Rabin; la sociedad israelí parecía estar desintegrandose por su división izquierda-derecha.

El siguiente punto de inflexión fue en el año 2000, cuando Israel aceptó una solución de dos estados y recibió a cambio la peor ola de terrorismo de su historia. El resultado fue de casi colapso total de la izquierda israelí, junto con la creencia de su afirmación que la ocupación, más que la oposición Palestina a la existencia israelí, fue el principal obstáculo para la paz. La izquierda israelí nunca se recuperó: en elecciones recientes, la Unión Sionista de Yitzhak Herzog enfatizó problemas sociales, no desmereció el proceso de paz.

La fase en la historia israelí que comenzó con la segunda intifada en el año 2000 creó una tercera división existencial separando al israelí promedio y muchos judíos americanos: la percepción de si nuestras mini-guerras asimétricas son existenciales o exageraciones inmorales a ante grandes amenazas.

La Guerra del Líbano del 2006, junto con la guerra contra Hamas en el 2008 y otra vez el verano pasado, fueron sufridas por la mayoría de los israelíes como existenciales. Un popular pegotín de paragolpes del 2006 decía simplemente: "Una guerra para nuestro hogar", con un dibujo de una casa de techo rojo.

Los israelíes creen que, mientras ninguno de estos conflictos son en sí existenciales, su efecto final sí lo es. El propósito de los grupos terroristas es derrotarnos a través del cansancio y la desconfianza en nosotros mismos, confrontándonos con la elección entre defendernos en guerras inevitablemente desagradables que den lugar al aislamiento de Israel, o perder nuestro derecho a defendernos y causar que los israelíes pierdan las esperanzas de nuestro futuro en el Medio Oriente.

Como resultado, los israelíes volvieron a aprender el instinto de unirse por amenazas. Podemos atacarnos brutalmente durante las campañas electorales, pero ni bien los cohetes de Hamas o Hezbollah comienzan a caer en el frente interno, Israel se vuelve instantáneamente una familia.

Pero este consenso israelí ya no se extiende a la diáspora, donde las voces que se oponen a Israel – especialmente durante nuestros conflictos asimétricos- están creciendo.
No hace mucho tiempo un prominente rabino americano me dijo que si Israel ataca a Irán, muchos judíos americanos podrían ponerse del lado de la administración de Obama – aunque miles de misiles estén cayendo en Tel Aviv. Hablando con una profunda ansiedad, concluyó que ya no podemos contar con una comunidad judía americana unida, aunque Israel se encuentre bajo ataques sin precedentes.

Mis miedos existenciales son del israelí promedio. Yo considero al acuerdo de Irán con Obama como la amenaza más grande que enfrenta Israel hoy. Creo, también, que Israel no tiene opción más que continuar peleando periódicamente sus mini-guerras contra el terrorismo instalado en nuestras fronteras. Y mientras creo que la ausencia de un estado Palestino es una amenaza existencial a largo plazo para Israel, temo que su creación será un peligro más grande.

¿Entonces como mantengo una conversación civilizada con judíos que están del otro lado de estos problemas? ¿Cómo solidarizarse con mis hermanos judíos cuando discutimos sobre la vida y la muerte?

Algunos amigos míos que son americanos liberales –Sionistas apasionados- se sienten tan desesperados sobre la ocupación que apoyan un boicot producto de los acuerdos. Pero si boicotear hermanos judíos es una respuesta apropiada a la percepción de amenazas existenciales, ¿por qué detenerse en los acuerdos? ¿Debemos nosotros que consideramos el trato de Obama con Irán un peligro mortal, boicotear grupos e individuos en la comunidad judía que apoyan la política del presidente?

Está en riesgo nada menos que nuestra habilidad de funcionar como personas – uno de los mayores logros de la revolución Sionista.

El primer principio, entonces, en cuanto a regular nuestros debates sobre miedos primarios de supervivencia es este: deslegitimar a nuestros hermanos judíos es en sí un tipo de amenaza existencial.

El segundo principio es la humildad. Ningún segmento de la comunidad judía tiene el monopolio de la preocupación por la supervivencia de Israel. Aunque no estoy para nada de acuerdo con los judíos que apoyan a Obama, no puedo permitirme la satisfacción emocional de criticar sus motivos. Ese tipo de conversaciones judías conducen al abismo.

Así quedamos con este desafío: como permanecer fiel a nuestras más profundas verdades sostenidas sobre el predicamento de Israel, mientras permanecemos fieles a nuestro pacto como comunidad. Navegar este dilema requerirá nuestra sabiduría milenaria que debe saber vencer ambas amenazas: existencial y sismo suicida.

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