Las instituciones judías bajo fuego – parte II

institucionesjudiasenbuenosairesokMientras las instituciones judías reciben una inusitada andanada, ¿qué pasa con la propia comunidad, con los propios judíos? ¿Qué procesos internos pudieron haber ayudado a la vulnerabilidad?

La comunidad judía se ha caracterizado por ser fundamentalmente secular o tradicionalista, de clase media y (al menos desde los ´60, si no antes) filo-sionista. No se trata meramente de una cuestión numérica, sino cuál ha sido el perfil dominante y hegemónico. No todas las comunidades del mundo son iguales. Algunas, como la inglesa o la francesa, tienen un componente ortodoxo mucho mayor. Pocas (notablemente las latinoamericanas), han tenido tal tradición de cultivar el hebreo. Dentro de este amplio "main stream" se produjeron cambios: un crecimiento del peso de las entidades socio-deportivas y countries , la expansión hasta hace algunos años (ahora está en declive) del movimiento conservador a expensas de otras formas de activismo como las tnuot o la transformación de las escuelas judías en buenas escuelas integrales -con énfasis en la educación general y no en la específicamente judía. Sin embargo, tengo para mí que en los últimos 10 o 15 años, ese main stream -que sigue siendo el dominante- ha perdido vitalidad mientras le crecen rivales desafiantes en sus dos riberas. Por un lado, hay un crecimiento notable de la ortodoxia y, por el otro, un crecimiento de las voces "post". Ambos siguen siendo numéricamente minoritarios y (salvo en el caso de la AMIA), tienen poco peso institucional, pero dan muestras de un dinamismo que falta en la corriente que acostumbrábamos a identificar sin más con la comunidad.

La ortodoxia (y su variante "evangelizadora" vinculada a las distintas formas de Jazará Bitshuvá) crece, por lo menos, de tres formas: en primer lugar, tiene una tasa de natalidad mayor y mucho menores índices de asimilación, lo que -sin ningún esfuerzo extra- hace que crezca su peso relativo en el conjunto. En segundo lugar, algunos sectores ortodoxos han trabajado intensamente y con creatividad para atraer hacia sí a una variedad de judíos: los más pobres, que no logran insertarse en un sistema hecho a la medida de las capas más pudientes ; los que buscan un sentido de misión, y no encuentran convicción y compromiso en otro lugar; los que quieren sentirse judíos y ya no tienen el respaldo de una familia con abuelos que representen un lazo sólido con el pasado; sectores pudientes que encuentran marcos de pertenencia -y, por qué no, una propuesta para dar destino a una vocación de dar. Finalmente, el progresivo vaciamiento de contenidos en la corriente principal los ha convertido, para muchos, en algo así como depositarios de una tradición que no se quiere vivir pero tampoco perder: algo así como estar seguros de que alguien les cuida la casa por si alguna vez quieren volver a habitarla.

En la ribera opuesta, hay un grupo que incluye a desprendimientos de la corriente central, que tuvo un "pasado convencional" (escuela judía, quizás tnuá, inclusive trabajo comunitario) que viene tomando distancia en función de varios ejes. Uno de ellos es el aumento de los matrimonios entre judíos y no judíos, un fenómeno para el cual las instituciones tradicionales tienen sólo respuestas parciales y algo dubitativas, que hacen que esas familias no se sientan definitivamente dentro ni fuera de la comunidad. A esto se suma que hemos llegado, tras 55 años del desembarco de Marshall Meyer en la Argentina, al momento en que judíos convertidos por el rito conservador fallecen y encuentran cerradas las puertas de los cementerios.

Un segundo eje tiene que ver con el vínculo con Israel, sometido a presiones tanto por la hostilidad de muchos medios "progresistas" como por el propio declive del esfuerzo israelí por llegar a la comunidad que acompaña a una Israel que dejó atrás la era de las epopeyas y es, ya, un país maduro con problemas de país maduro... Esta cuestión tiene impacto en jóvenes universitarios, en intelectuales que suman a sus propias dudas el alto costo que le impondría su medio por sostener una identificación con Israel, y en sectores que podrían denominarse "progresistas de buena posición", que consumen medios de comunicación que tienen un discurso hostil hacia Israel (tales como Página 12).


En medio de este proceso, se da el enfrentamiento entre el gobierno nacional y las instituciones judías por el caso AMIA, Nisman, Memorándum con Irán , etc. El principal grupo de referencia judío en este enfrentamiento es el del "Llamamiento a los argentinos de origen judío", impulsado por un grupo fuertemente comprometido con las necesidades políticas del oficialismo y por el ICUF, que ve su oportunidad de recobrar algún protagonismo tras décadas de ostracismo. En la periferia, un conjunto de personas permeables al discurso, porque se monta sobre sus propias insatisfacciones con la comunidad judía institucionalizada, gente que puede o no percibir la intencionalidad política de esta arremetida pero que siente que "después de todo, algo de cierto hay...".

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