Cómo se encontró a sí mismo un escritor que, al dejar de ser jasídico, perdió a sus hijos

exjasidicookEn su nueva autobiografía "All Who Go Do Not Return" ("Los que se van no vuelven"), Shulem Deen cuenta sobre su proceso de haberse alejado de la religión para autodescubrirse.

Deen, quien tiene 40 años de edad actualmente, describe su vida de refugio en New Square, el pueblo donde casi todos son jasídicos, ubicado a una hora al norte de la Ciudad de Nueva York, y cuenta cómo es que perdió la fe, y finalmente, a sus cinco hijos.

Deen, cuyo leve acento ídish da cuenta de sus raíces, dio hace poco tiempo una entrevista a la JTA (la misma ha sido sintetizada y editada).

En la mayoría de las autobiografías en las que se relatan los casos de personas que abandonan la ortodoxia, figura una anécdota sobre la primera vez en la que el autor comió comida no kasher o infringió alguna otra norma fundamental, pero en la suya no figura ninguna anécdota de estas. ¿Recuerda esas experiencias?

Me acuerdo de la primera cosa treif que comí, pero no tuvo relevancia: una quesadilla de pollo en un restaurante mexicano. ¿Pero qué importa? Ya para ese entonces no era creyente en absoluto, pero no existía ningún lugar en el que se pudieran comprar cosas treif en New Square, y todavía tenía el aspecto de un jasid. En cuanto a lo que tiene que ver con Shabat, estaba listo para incumplirlo mucho tiempo antes de haberlo infringido. No me significó nada.

¿Así que ni siquiera se preocupó por si se moría?
Esa es la frase que usa la gente: "Encendí la luz en Shabat y no me mató el rayo". Quedo un poco enojado cuando la gente se centra tanto en eso. Comprendo que son importantes los primeros pasos para ciertas personas que se sentían muy coartadas por las normas; para algunos es algo significativo. Para mí no lo fue.

Su autobiografía relata cómo, a pesar de un divorcio que en un principio se acordó de forma amistosa, su ex esposa luchó exitosamente para restringirle los derechos de custodia y de visitas a sus hijos.

¿Podría usted haber hecho algo distinto para impedir eso?

Cuando abandoné la ortodoxia, no conocía a muchas personas que estuvieran divorciadas, por lo que nunca se me ocurrió que tuviera que acudir a un abogado. Si hubiera conseguido un acuerdo debidamente realizado en lo que tiene que ver con la custodia, las visitas y demás, le habría sido difícil a cualquier persona dirigirse a la justicia y querer cambiar lo que se acordó solo porque ya no tuviera la barba igual de larga. ¡Era increíblemente ingenuo!

Al mirar en retrospectiva, no sé dónde tenía la mente. Pero había estado con esta mujer durante 15 años y creí que la conocía. Había emprendido un proceso que ella observaba. No me acompañó en el proceso, pero estaba allí junto a mí, y creí que tenía cierta empatía por lo que yo estaba atravesando.

A su vez usted cuenta cómo se distanciaron sus hijos de usted y cómo se resistieron a verlo incluso en las pocas visitas que permitía la justicia.

¿Han mejorado un poco las cosas desde que terminó de escribir su autobiografía?

Las cosas empeoraron aún más. Hacía un tiempo que estaba viendo a mis dos hijos, pero el menor dejó de venir hace un año. Venían los dos juntos, pero cuando el mayor cumplió 13 años, dejó de venir, y entonces el menor no quiso venir más. Tenía 11 años, y se metía en el auto para ponerse a llorar.

Pasaba 20 o 30 minutos tratando de calmarlo. Luego de un año de estar haciendo esto, pensé: ¿acaso quiero hacerle esto? Intenté sobornarlo: lo llevé de viaje a todos lados, lo llevé al acuario y a los parques de diversiones. Le compré una cámara digital, que tanto quería. Pero las cosas no mejoraban. Así que le dije que no lo iba a obligar. Creí que iban a servir todos estos sobornos, pero me llamó una semana antes de que correspondiera visitarlo nuevamente y me dejó un mensaje diciendo que no quería venir más.

¿Espera que al menos uno de sus hijos elija el mismo camino que usted?
Si alguien abandona la ortodoxia, quiero ser capaz de colaborar con lo que necesite para hacer la transición. Pero no quiero estimular a la gente a que abandone la ortodoxia.
Yo dejé de ser ortodoxo sabiendo leer y sabiendo escribir en inglés, sabiendo lo que significa tener un trabajo en el mundo exterior e interactuar con gente laica, y aun así, la transición fue muy, pero muy difícil.

¿Espero que mis hijos den este paso? Espero que elijan lo que les sienta bien, y que una de sus elecciones sea que me dejen ser parte de sus vidas. No me importa si optan por ser religiosos o si optan por no serlo.

¿Existe algo además de sus hijos que extrañe de la comunidad jasídica?

Extraño las festividades; los primeros dos años después de dejar de ser ortodoxo, me sentía totalmente destruido. Las festividades dentro del mundo jasídico, las familias del mundo jasídico, celebrar las cosas lindas; esos son momentos hermosos.

No le tengo nada de rencor a la comunidad jasídica como colectivo. Les tengo un tremendo afecto y comprendo perfectamente lo que intentan hacer. Tratan de preservar una preciada cosmovisión dentro de un mundo que es muy hostil a esta. No estoy de acuerdo con el punto hasta el cual se les quita a los individuos la posibilidad de elegir por servir tal fin, pero lo comprendo.

Sé que usted integra la junta directiva de Footsteps, una organización sin fines de lucro que ayuda a la gente que abandona la comunidad jaredí-ortodoxa a hacer la transición al mundo laico.

¿Ha aumentado el número de personas que optan por dejar de ser ortodoxos?

Footsteps representa alrededor de un 10 a un 25 por ciento de las personas que dejan de ser ortodoxas, y crece a un ritmo constante el número de nuevas personas que se acercan cada año. El hecho de que muchos de nosotros escribamos y publiquemos hace que se destaquen un poco más las personas que abandonan la ortodoxia, y la gente dentro de la comunidad jasídica está al tanto de esto, en especial los que están pensando en dejar de ser ortodoxos.

Tenemos gente que va a la facultad de Medicina, que está haciendo títulos de maestría, y tenemos un buen número de abogados. Se está convirtiendo en una comunidad que cuenta con personas que hacen cosas en el mundo, y que sirve como una especie de ejemplo que desafía el viejo estereotipo de la persona OTD (sigla que designa un término que quiere decir "desviado") que se encuentra perdida, que tiene carencias, que no cuenta con un hogar, que no tiene amigos, que se mete en las drogas y que se junta con malas compañías.

Fuente: timesofisrael.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

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