Cuando los partidos sionistas atrajeron votos de los palestinos israelíes.

israel-anticipo-elecciones--okEl día de las elecciones el primer ministro Biniamín Netaniahu tenía algo urgente que decirles a los judíos que lo apoyaban. "Está en peligro el gobierno de la derecha", advertía Netaniahu, "los votantes árabes se aproximan a las urnas en manada". De este modo, haciendo clic en el "Compartir" de Facebook, Netaniahu hizo que los comicios palestino-israelíes pasaran de ser un derecho democrático básico a una conspiración étnica.

Algunos comentaristas estadounidenses se apresuraron en vincular los comentarios de Netaniahu con las leyes de Jim Crow de los años 60, cuando los racistas blancos consideraban peligrosa la participación afroamericana en el proceso político. La comparación resulta más patética si tenemos en cuenta que en el mismo momento en que luchaban contra la segregación los afroamericanos, los palestinos en Israel estaban bajo lo que se conocía como Gobierno Militar.

Esta forma de ley marcial (1948-1966, que no ha de confundirse con la ocupación militar luego de 1967 ni con los asentamientos israelíes en Cisjordania y la franja de Gaza) suspendió muchos de los derechos civiles y de los amparos legales que le concedió la ciudadanía israelí a los que lograron permanecer en el estado después de 1948. Sin embargo, existe una diferencia fundamental entre los primeros años del Estado de Israel y las leyes de Jim Crow: durante los primeros años del Estado de Israel, se le permitía, sin embargo, a la comunidad oprimida por aquel que votara, y, de hecho, buscaban su apoyo electoral.

Durante esa época, casi todos los partidos sionistas de importancia, de izquierda, derecha y centro, competían intensamente por los votos de los palestinos. Tampoco es que las elecciones constituyeran una fiesta de democracia para los palestinos que vivían en Israel; el Gobierno Militar intimidaba y coaccionaba a los palestinos para que votaran al partido oficialista Mapai, un antecedente ideológico del actual partido laborista, encabezado por Itzjak Hertzog, el rival de Netaniahu. No obstante, hubo otros partidos sionistas que, siendo conscientes de la injusta ventaja que le daba el Gobierno Militar al partido Mapai, intentaron conseguir el apoyo de los palestinos afirmando que se los debía tratar como ciudadanos con todos los mismos derechos que los demás. A su vez emitieron sus votos en la Knéset después de fines de los años 50 en contra de que continuara el gobierno militar.

De hecho, durante muchos años, luego de desmantelarse el Gobierno Militar e incluso hoy día, los palestinos, sin contar a la comunidad drusa, votaron a los partidos sionistas, esperando que cumplieran con sus promesas. Estaban dispuestos a votarlos incluso a costas de aceptar cierto nivel de prestigio para los judíos, principalmente en la esfera cultural, como los símbolos estatales. Un partido que se benefició de los votos de los palestinos fue el de Menajem Beguin, Jerut, antecesor político del partido de Netaniahu, Likud.

El reconocimiento de los partidos sionistas a la votación de los palestinos no solo benefició a estos ciudadanos, sino que también benefició, aparentemente, la causa sionista. Al fomentar su participación en el proceso político israelí, los políticos sionistas pudieron desviar el sentimiento nacionalista de los palestinos y convertir este sentimiento en exigencias civiles de tener los mismos derechos, de tener representación política y de que se desmantelaran las instituciones discriminatorias. El hecho de incorporar a los palestinos en la política parlamentaria israelí implicaba que los palestinos residentes en Israel se abstuvieran de unirse a sus compatriotas tomando las armas contra Israel, incluso durante momentos de extrema violencia contra los palestinos de Jordania, el Líbano y Cisjordania. De hecho, durante décadas, la mayoría de los palestinos ni siquiera se identificaban como tales, mientras que muchos aceptaban el término "árabes israelíes".

Casi se les han acabado los días a los partidos sionistas de la derecha que buscan enérgicamente los votos de los palestinos. En reiteradas ocasiones las autoridades superiores israelíes han descripto a los ciudadanos árabes como enemigos internos, como bomba de tiempo demográfica y como población de quinta columna. Esto se vio acompañado de campañas electorales que propusieron repudiar a los ciudadanos palestinos y trasladarlos unilateralmente a Cisjordania a cambio de asentamientos judíos.


Por si esto fuera poco, nada más que unos meses antes de celebrarse las elecciones que se han llevado a cabo recientemente, el gabinete de Netaniahu aprobó un nuevo proyecto de ley, conocido como "proyecto de ley de la nación-estado judío", el cual efectivamente degrada a la minoría árabe de Israel, dejándolos como ciudadanos de segunda clase, y eleva el carácter judío de Israel por encima de su carácter democrático. Si la Knéset llega a sancionar el proyecto de ley, se hará explícito lo que una vez trataron de ocultar los israelíes: Israel es una democracia solo para sus ciudadanos judíos. A pesar de este clima cada vez más racista, como lo sabe toda persona que tiene cierto conocimiento sobre Israel, lo más extremo que exigen los votantes palestinos a nivel político fue, y sigue siendo, su igualdad.

El miedo que ha estado difundiendo Netaniahu indica que detesta la idea del sufragio universal en Israel. ¿Acaso le sorprende esto a alguien? Durante casi la mitad de un siglo, los dirigentes israelíes apoyaron los asentamientos de ciudadanos judíos sobre un territorio poblado por los palestinos que, a diferencia de los colonos, no gozan de casi ningún derecho, sin contar el derecho de votar por un parlamento soberano. Quienes apoyan a Netaniahu en Israel, así como los que lo apoyan en los Estados Unidos, deberían observar el caso norteamericano y preguntarse: ¿cómo trató la historia a los que consideraron la igualdad como una idea peligrosa y radical?

Seraj Assi es ciudadano árabe de Israel, máster en Historia de Medio Oriente por la Universidad de Tel Aviv y aspirante al doctorado en idioma árabe y Estudios islámicos en la Universidad de Georgetown, Washington D.C.

Arnon Degani es ciudadano israelí, máster en Historia de Medio Oriente por la Universidad de Tel Aviv y aspirante al doctorado en Historia en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA).

Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

 

 
 

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