El pueblo ha hablado, es el momento de hablar con la gente

palabras1okPalabras. En la superficie, las campañas y las elecciones tienen que ver con las palabras, y mucha atención fue prestada a las palabras que se dijeron. Las palabras más claras fueron pronunciadas en las urnas, cuando los israelíes expresaron claramente a quién querían como el próximo Primer Ministro. Muchas palabras también fueron pronunciadas durante la campaña. Palabras hirientes, palabras de enojo, palabras agresivas, palabras arrogantes, e incluso palabras racistas.

Como judíos creemos que los palos y las piedras nos romperán los huesos y que las palabras harán aún más daño. Dicho esto, la cultura del discurso político ha sido denigrada a un nivel tal que los políticos obtuvieron en esencia un pase libre. En aras de la victoria, se les permite decir cualquier cosa, con la tranquilidad de saber que no serán responsabilizados por sus palabras.

Mirado desde este contexto, si bien estéticamente rechazado, no estoy ni sorprendido ni demasiado decepcionado por las palabras contaminantes dichas durante la campaña por nuestros políticos en general y nuestro primer ministro en particular. Muchas de estas palabras simplemente reflejan su empeño en ganar.

Aquí, sin embargo, radica un problema que debe inducirnos a la acción inmediata. Incluso si las palabras que se dijeron eran simplemente" palabras, estas palabras funcionaron. Puede que no hayan representado las verdaderas creencias de quienes las usaron, pero sí convencieron a la población a votar por ellos. Las palabras dicen menos sobre nuestros políticos y más acerca de nosotros y en qué nos hemos convertido.

¿Por qué una dicotomía "nosotros-ellos" entre ciudadanos judíos y árabes israelíes motivaron a la gente a votar? ¿Por qué una campaña que designa a la mitad de la sociedad israelí como estando fuera del verdadero campo sionista es inspiradora? ¿Qué dice acerca de nosotros cuando uno de los partidos principales hace su campaña bajo el lema "No más excusas", como si la lealtad a Israel supone una asunción de su infalibilidad? ¿Qué dice acerca de la forma en que nuestra sociedad entiende el judaísmo, cuando bajo su bandera abogamos por la desigualdad y la xenofobia? ¿Qué dice sobre el valor de la paz y de la justicia en nuestra sociedad, cuando el hecho de rechazar de plano una solución de dos estados, independientemente de las circunstancias, hace que un candidato sea más atractivo en lugar de serlo menos?

Un mantra común a lo largo de la última década ha sido que la sociedad israelí ha rechazado tanto la derecha como la izquierda y se ha movido hacia el centro. Pero una de las claras lecciones de esta elección es que esto ya no es cierto. Por lo menos el 30 por ciento o más de los ciudadanos judíos de Israel han adoptado creencias sobre el judaísmo y el nacionalismo que son la antítesis de los principios básicos de la democracia liberal y el judaísmo moderno.

Israel ha hablado, y ha llegado el momento de contestar. Como israelíes y como judíos, debemos entender que estamos en medio de una batalla cultural sobre el alma de nuestro pueblo, nuestro país y nuestra tradición. Esta batalla no se ganará con palabras o imponiendo políticas que nuestros ciudadanos han rechazado. Ésta no es una batalla entre el presidente Obama y el primer ministro Netanyahu. No es una batalla que será ganada en la arena política, sino una batalla educativa sobre las ideas y los ideales que definen quiénes somos, quiénes queremos ser y el carácter democrático y la fibra moral de la patria del pueblo judío.

¿Es el judaísmo una religión que cree que la igualdad de trato de todos los ciudadanos israelíes - independientemente de su religión, raza, género e identidades nacionales - es la máxima expresión de la idea bíblica de que toda la humanidad es creada a imagen de Dios? ¿Es el judaísmo una religión que cree que si se pueden satisfacer nuestras legítimas preocupaciones de seguridad, nuestro compromiso con la justicia y la igualdad debe estar por encima de nuestro compromiso de aferrarnos a toda la Tierra de Israel? ¿Es el judaísmo la empleada doméstica del nacionalismo, o más bien su mayor crítico, desafiándolo a niveles morales cada vez más elevados?

¿Es la idea judía del pueblo elegido una que fomenta una falsa sensación de superioridad, el auto-engrandecimiento y la alienación del mundo, o se trata de una idea que nos desafía a ser más y nos obliga a participar y contribuir con la mejora de nuestro mundo? ¿Es el judaísmo una religión donde una sola verdad monopoliza la palabra de Dios, o somos una tradición en la que "éstas y éstas son las palabras del Dios viviente"? ¿Es el judaísmo una religión que abarca e incorpora lo mejor de la modernidad, o creemos que cuanto más aislados estemos, más auténticamente judíos somos?


Durante las próximas semanas, se formará una coalición que representa la voz del pueblo. Tenemos que crear una nueva coalición que hable con la gente, y que trabaje para reclamar un lugar para un judaísmo moderno, moral, y liberal en el corazón de Israel.

La gente buena, la gente inteligente, puede llegar a conclusiones diferentes sobre muchos de los temas más polémicos que enfrenta la sociedad israelí. Creer que una solución de dos estados no es implementable hoy dadas las condiciones políticas actuales no implica una negación de los valores de la justicia y de la igualdad. Sin embargo, dejar de aspirar a ella y socavar su posibilidad de ser actualizada algún día a través de las políticas y la legislación, conlleva una marginación de estos valores.

Creer que el Medio Oriente es un lugar peligroso, y que el fortalecimiento de Israel es una prioridad nacional, es un reflejo de los más altos valores de nuestra tradición. Sin embargo, creer que estos intereses son atendidos considerando al judaísmo y a la democracia, y a la lealtad a los judíos y a un compromiso con la igualdad para todos, como juegos de suma cero, es adoptar los valores más bajos de nuestra tradición.


Necesitamos una nueva coalición cuyo objetivo sea educar, una coalición que una a la gente a través de las líneas partidarias, que una a judíos y árabes, que trascienda las tradicionales distinciones de derecha e izquierda, que combine a Israel y al judaísmo mundial. El pueblo ha hablado. Es hora de que esta nueva coalición inicie el lento trabajo educativo de hablarle a la gente y de luchar por el alma de Israel.

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