Elie Wiesel, si lo quieres tanto a Bibi, ¿por qué no vives en Israel?

| Escrito por Rogel Alpher

elieok¿Con qué derecho te paraste allí, aprovechando la reputación y el prestigio que tienes, y trataste de influir a los congresistas para que aceptaran la posición de Netaniahu sobre un tema que no tiene nada que ver contigo?

Congreso. Estabas allí, en la tribuna, junto a Sara Netaniahu. Lucías impresionante y fuerte, dejando la marca en todos los que te veían.

Es imposible ignorar tu cabello blanco, que puede verse desde lejos, partido a la mitad por una profunda entrada en la parte superior de tu frente alta que se divide en ligeros mechones de un flequillo casi juvenil y que se mueve constantemente con algo de lo parisino. El peinado profesoral de un valorado intelectual, el tipo que caracteriza a la clase de persona creativa, instintiva y alborotada. Lo llevas estando plenamente consciente de ti mismo, un poco como el engreído que se pavonea, un distintivo del ícono en el que te has convertido. El peinado corría a lo largo de tu alargado rostro, de tus benignos y sabios ojos. Lo que se sentía era que tu mismísimo cabello llevaba algo de la victoria del espíritu humano. Así es como luce el cabello de un distinguido humanista.

Tu cuerpo delgado y senil apenas lograba rellenar el traje que llevabas puesto para la ocasión. Es obvio que estás acostumbrado a los trajes de ese estilo. Son tu manera natural de vestirte. A tu piel le es familiar su textura. Parecías estar completamente en tu elemento cuando te señaló Netaniahu, como el sobreviviente del Holocausto más famoso de hoy en día, como premio Nobel y como admirado escritor, para ilustrar lo comprometido que está con el hecho de impedir que se vuelva realidad la amenaza iraní de destruir a Israel con las armas nucleares. El nunca más, y todo el tema del Holocausto. Te pusiste de pie para agradecer a todos los miembros del Congreso, quienes se levantaron para ovacionarte. Te sentaste, pero los demás no paraban de aplaudir.

Existe una comodidad intolerable en el aplauso que recibes. Es automático. Aplaudirte es lo más fácil y lo más seguro de hacer. Y cómo te aplaudieron. Te sentaste y te levantaste, modestamente, para recibir el rebosante aprecio que te tienen. Le diste a Netaniahu tu apoyo simbólico y moral. Está claro que eres muy consciente de quién eres. Eres Elie Wiesel. Tienes 86 años de edad. Y para ti, yo no cuento para nada.

¿Qué estabas haciendo allí, Elie Wiesel? Netaniahu es mi primer ministro. No eres ciudadano israelí. No vives aquí. A ti no te atañe la amenaza iraní de destruir a Israel. Eres un judío que vive en los Estados Unidos. No es tu problema. ¿Con qué derecho te paraste allí, aprovechando la reputación y el prestigio que tienes, y trataste de influir a los congresistas para que aceptaran la posición de Netaniahu sobre un tema que no tiene nada que ver contigo?

Si te es tan importante el futuro de Israel, si te importa tanto el destino de Jerusalén, ¿por qué no vives aquí? ¿Te piensas que tú y yo tenemos algún destino en común porque los dos seamos judíos? Póntelo a pensar de nuevo. Todo lo que me suceda aquí en Israel no te sucede a ti en Nueva York. ¿Con qué derecho te entrometes en mis asuntos? Qué atrevido eres.

Elie, de algún modo tengo que ver cómo se puede vivir aquí, con los palestinos y los ultraortodoxos, rodeado por Hezbolá y por Hamás. Y ya he dicho que, con el correr del tiempo, me parece que serán nulas las posibilidades de que podamos crear una vida razonable que valga la pena vivir en este lugar, y que tendré que irme del país.

Pero mientras esté aquí, ni te necesito a ti ni necesito de tu ayuda. Tú no hablas en nombre mío. Tú no me representas, y no sabes lo que es bueno para mí. Si tanto lo quieres a Netaniahu, vente a vivir aquí. Tú mismo vente a vivir aquí, en el estado que Netaniahu está modelando para nosotros. Y tráete para aquí todos tus bienes y tráete a todos tus seres queridos. Elie Wiesel, hasta que hagas eso, desaparece de mi vida.

 Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

 

 

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