Un ex asistente de Netaniahu aumenta la ya mayoría población judía de Israel, de a una “tribu perdida” por vez II

bnemenascheokUna decisión gubernamental poco común
Por norma, el Ministerio del Interior no permite que ingresen a Israel grupos de personas para convertirse, por temor a que algunos puedan llegar a aprovechar esta oportunidad para beneficiarse económicamente. Bajo la Ley del Retorno, los judíos que inmigren a Israel tienen derecho a ser ciudadanos automáticamente y tienen derecho a un paquete considerable de beneficios.

Es probable que esta sea la primera y única vez que el gobierno permita e incluso proporcione financiamiento para la inmigración masiva de una comunidad grande cuyos integrantes no cumplen con los requisitos para ser considerados judíos bajo la Ley del Retorno ni tampoco han demostrado tener ascendencia judía según la definición más amplia de "simiente de Israel".

Entonces, ¿por qué el Ministerio del Interior parece haber torcido la norma en el caso de los Bnei Menashé? La vocera Sabine Hada presentó la siguiente respuesta: "La persona que realizó la recomendación fue el rabino Amar. El ministro del Interior presentó la solicitud porque los temas relativos a la inmigración pertenecen a nuestra jurisdicción, pero le juro que la persona responsable es el rabino Amar".

Cuando se le preguntó si el Ministerio del Interior tiene criterios propios para determinar cuáles son las personas que pueden inmigrar a Israel, contestó: "Es la Oficina del Primer Ministro la que coordina todo esto".

Esta Oficina volvió a derivar al Ministerio del Interior todas las cuestiones sobre el asunto.

En el material de antecedentes que se les proporcionó a los ministros antes de que votaran en octubre de 2013 figuraba una sección en la que el Ministerio del Interior explicaba y declaraba claramente que, de acuerdo al dictamen del rabino Amar, los Bnei Menashé no son "simiente de Israel" y no han demostrado tener ascendencia judía. Si bien no está claro si alguno de los ministros llegó a leer el material, lo cierto es que, aún así, prosiguieron y aprobaron los planes para traer a 899 integrantes de la comunidad.
Para poder entender hasta qué punto se desvió el gobierno de la antigua política en el caso de los Bnei Menashé, vale la pena establecer una comparación con los Falashmura.

En el caso de los Falashmura, el gobierno dictaminó que tenían derecho a inmigrar a Israel solo aquellos integrantes de la comunidad con capacidad de demostrar que fueran descendientes de judíos que hubieran sido forzados a convertirse. Sin embargo, los Bnei Menashé no pueden comprobar este tipo de linaje judío. A los Falashmura se les exigió que se sometieran al proceso de conversión al llegar a Israel, tal como se les exige a los Bnei Menashé.

En el caso de los Falashmura, fue una organización privada (NACOEJ, North American Conference on Ethiopian Jewry) la que recibió la autorización del gobierno para compilar listas de personas que aspiraban a inmigrar en el grupo. Pero fue el Ministerio del Interior el que, en definitiva, determinó si tenían derecho a inmigrar aquellos que figuraban en la lista.

Sin embargo, en el caso de los Bnei Menashé, son los representantes de Shavei Israel y el Rabinato Superior los que toman tal decisión, según una vocera del Ministerio de Absorción de Inmigrantes. Aunque Shavei Israel sea la única organización con representantes establecidos en el noreste de la India que preparan a los Bnei Menashé para hacer aliá, Freund negó el hecho de que la organización tuviera algo que ver con la compilación de estas listas. "La organización no tiene ni nunca tuvo la autoridad de determinar quiénes tienen derecho a inmigrar a Israel", dijo, a la vez que insistió con que era el gobierno el que determinaba esto. Sin embargo, el Ministerio del Interior, en respuesta a una pregunta que le hizo Haaretz, sostuvo que en el caso de los Bnei Menashé, no determina quiénes tienen derecho a inmigrar a Israel.

En el caso de los Falashmura, fue la Agencia Judía la que se encargó de la logística de traer a los inmigrantes a Israel y la que se responsabilizó de su bienestar al llegar al país. En el caso de los Bnei Menashé, estas dos funciones las cumple Shavei Israel, quien también paga los pasajes de los inmigrantes. De acuerdo a la decisión que tomó el gobierno en el año 2013, de lo único que es responsable Shavei Israel oficialmente es del bienestar de los Bnei Menashé en Israel durante un período de tres meses aproximadamente, hasta que aprueben sus pruebas de conversión y obtengan el nuevo estatus de inmigrantes. Transcurrido ese período, no quedan con más nada que con sus propios recursos y no reciben ningún otro apoyo de la Agencia Judía, como sí lo reciben otros grupos de inmigrantes de los cuales se considera que tienen necesidades especiales.

Exentos de la licitación del gobierno
Dado que los Bnei Menashé no cumplen con los requisitos para ser considerados judíos bajo la Ley del Retorno, cuando llegan a Israel por primera vez, no tienen derecho al paquete de beneficios que se les suele otorgar a los nuevos inmigrantes.

Al reconocer su necesidad de recibir la asistencia básica durante este período provisional, el gabinete, en su última decisión de octubre de 2013, acordó que se destinaran 7 millones de shékels para facilitar la transición. De acuerdo a la decisión tomada, se subcontrataría a un proveedor de servicios para que proporcionara estos fondos, por medio de una licitación solicitada por el Ministerio de Absorción de Inmigrantes.

Pero a Shavei Israel le fue concedido el contrato, luego de que la tesorería acordara que quedaran exentos de la licitación. Explicó una vocera del Ministerio de Absorción de Inmigrantes: "El ministerio publicó su intención [en la debida página web de la tesorería], pero no se recibieron respuestas de otras organizaciones que quizás podrían haber creído que podían proporcionar tal servicio". Defendió la solicitud de que se los eximiera de la licitación y dijo: "Durante años Shavei Israel ha sido la única organización que se ocupa de las necesidades de los Bnei Menashé, empezando desde donde están en India. También señaló que Shavei Israel había acordado poner fondos de contrapartida de 7 millones de shekels.

En respuesta, los abogados de Freund indicaron que a su cliente se le concedió el contrato sin licitación porque era la única organización que había acordado iniciar un emprendimiento conjunto con el Estado de Israel en esta operación al ofrecer fondos de contrapartida. "Debe aclararse y enfatizarse, indicaron, que antes de firmar el contrato con la organización, el comité de licitaciones y la tesorería publicaron varios anuncios para la gente en relación al futuro contrato, en el cual solicitaban ofertas de cualquier otra parte que estuviera interesada en iniciar un emprendimiento conjunto con el Estado de Israel a efectos de absorber a los Bnei Menashé".
Sin embargo, Micha Gross, director de Amishav, otra organización con una importante experiencia en lo que se refiere al trabajo con los Bnei Meanashé, le comunicó a Haaretz que no estaba al tanto de que el Ministerio de Absorción de Inmigrantes había estudiado la posibilidad de publicar una licitación, y que, de haberlo sabido, "por supuesto" que habría presentado una oferta.

Retornar una "Tribu Perdida"
Los orígenes de los Bnei Menashé se remontan a tres tribus diferentes que en un principio migraron desde Burma (actualmente Myanmar) y hoy día residen en dos estados fronterizos del noreste de India, Manipur y Mizoram. Entre los científicos sociales que han estudiado la comunidad, muchos creen que los misioneros que los convirtieron al cristianismo en el siglo XIX fueron los que los relacionaron con las Tribus Perdidas. Las pruebas de ADN que se realizaron no mostraron ninguna prueba concreta de que se hayan originado en el Medio Oriente.

Fue el rabino Eliyahu Avichail, el fundador de Amishav, el que los "descubrió" hace más de 30 años y quien les puso el nombre con el cual se los conoce hoy en día. Como rabino ortodoxo, la gran pasión de Avichail en la vida fue poder encontrar a "judíos perdidos", viajando por todo el mundo en búsqueda de ellos. En sus viajes observó que algunas de estas tradiciones de estas tribus indias, como la observancia de tres festividades anuales y ciertas prácticas del ciclo de la vida, tenían similitudes con los rituales judíos, y observó que ciertos aspectos de su folclore parecían estar basados en historias bíblicas. Posteriormente, comenzó a convertirlos. La mayoría de los Bnei Menashé que trajo a Israel fueron trasladados a Cisjordania y al bloque de asentamientos de Gush Katif en la franja de Gaza (antes de que fuera evacuada en el año 2005).

Freund, anteriormente neoyorquino con una pasión similar por los "judíos perdidos", se sumó a la organización de Avichail luego de abandonar la Oficina del Primer Ministro en 1999. No mucho tiempo después, los dos tuvieron una pelea y Avichail se fue de la organización. Posteriormente, Freund fundó Shavei Israel.

Si bien Shavei Israel les extiende la mano a los "judíos perdidos" de todo el mundo, la mayor parte de sus esfuerzos está concentrada en los Bnei Menashé.


La mayor fuente de fondos de la organización es el propio Freund, quien, según el estado financiero de la misma en 2013, aportó de su propio bolsillo una suma cercana a la mitad de los 7,8 millones de shekels que necesita la organización para el presupuesto. El resto de su financiación proviene principalmente de los grupos cristianos evangélicos, de los cuales se destacan Bridges for Peace y International Christian Embassy Jerusalem.

Pensar de forma "más creativa"
Freund, que comenzó su carrera en Israel trabajando como asesor de prensa de Netaniahu durante su primer período como primer ministro, está casado con la hija de Pincus ("Pinky") Green, un comerciante multimillonario de materias primas que, junto con su anterior socio, el difunto Marc Rich, recibieron un indulto presidencial por parte de Bill Clinton en el año 2001, tras haber sido acusados en los Estados Unidos de haber evadido impuestos. Green es uno de los que provee de fondos a Shavei Israel. Freund vive en Raanana, al norte de Tel Aviv, junto con su familia.

Desde el punto de vista político, Freund pertenece a la derecha ideológica. En sus columnas del Jerusalem Post, ha condenado al gobierno por haber evacuado Gaza, ha arremetido contra los que apoyan la existencia de un estado palestino y ha elogiado el movimiento de los asentamientos.

En la columna que escribió en el Jerusalem Post en setiembre de 2001, explicó también de manera detallada qué es lo que lo motiva a trabajar con los así llamados "judíos perdidos": "Parece razonable decir que, al margen del peligro que presentan las armas no convencionales en manos de los vecinos de Israel, el tema de la demografía bien podría llegar a ser la mayor amenaza para el futuro de Israel como estado judío", escribió. "Al seguir disminuyendo el porcentaje de judíos, a Israel, como democracia, le va a ser cada más difícil ignorar los pedidos cada vez mayores de su minoría árabe por tener autonomía cultural y hasta quizás gobierno propio. Y si llega a existir el día en que los árabes israelíes puedan elegir más representantes para la Knéset que los judíos israelíes, la identidad judía del estado se pondrá en serias dudas".

En su columna, Freund señaló que se está agotando el volumen de posibles inmigrantes procedentes de la Unión Soviética y que no hay muchos motivos por los cuales se habría de esperar que llegara una ola de inmigración masiva proveniente de Occidente. "Si bien es cierto que Israel debe seguir fomentando la inmigración, tanto como forma de alcanzar su realización sionista personal y la realización judía como responsabilidad nacional, escribió, "también debe pensar de forma más creativa sobre cómo abordar la erosión que se está dando en el perfil de la demografía judía del país".

Los Bnei Menashé que llegaron hace poco tiempo no fueron enviados a los asentamientos de Cisjordania sino más bien a las localidades del norte de Israel, entre las cuales se encuentran las ciudades de población mixta árabe-judía como Acre y Nazaret Ilit, donde los derechistas tienden a percibir una "amenaza árabe" para la población judía del lugar. A través de sus abogados, Freund señaló que los Bnei Menashé se encuentran establecidos en las localidades "de acuerdo a un plan organizado del Ministerio de Absorción de Inmigrantes". En respuesta, el ministerio indicó que no contaban con un plan así. Dijo: "Les damos nuestra bendición para que vayan adonde quieran".

Antes de que Freund pudiera encontrar un gobierno que estuviera dispuesto a aceptar sus planes de reasentar en Israel a tantos Bnei Menashé, parece que solía aprovechar su columna de The Jerusalem Post para ajustar cuentas con los integrantes de los gobiernos anteriores con los cuales no había podido ajustarlas.

Por ejemplo, en el año 2006, cuando el difunto Zeev Boim del partido de derecha Kadima, quien en aquel entonces era ministro de absorción de inmigrantes, impidió que llegara a Israel un grupo de los Bnei Menashé, Freund calificó la decisión como "ilegal" e "inmoral", y amenazó con demandarlo.

Un año después, el objetivo de Freund pasó a ser el ministro del Interior Meir Sheetrit, quien había prohibido por completo la inmigración de los Bnei Menashé. En su columna, Freund etiquetó la decisión de Sheetrit como "un post-sionismo de la clase más horrenda, teñido de prejuicios y pura ignorancia", y advirtió lo siguiente: "Quisiera avisarles algo al Sr. Sheetrit y a sus colegas. El proceso divino del retorno del pueblo de Israel a Sion es mucho más fuerte que cualquier persona e incluso más fuerte que cualquier gobierno, y ninguna fuerza humana se le puede interponer en su camino".

Cuando se le preguntó cómo explicaba esta oposición a traer a los Bnei Menashé a Israel, Freund respondió que antes algunos ministros se habían opuesto a sus planes por motivos ideológicos o porque no conocían mucho a la comunidad. Sin embargo, dijo que hoy en día el tema es una "cuestión de consenso".

"Hay un gran apoyo nacional que atraviesa todo el espectro político, incluso la coalición y la oposición, los religiosos y los laicos, y no existe ni puede existir ningún motivo por el que alguien se oponga al hecho de traer a Israel a los Bnei Menashé", indicó Freund por medio de sus abogados.

El año pasado Freund fue el que recibió el Premio Moskowitz al Sionismo (también conocido como el "Premio del León de Sion"), creado por el multimillonario estadounidense y activista derechista, Irving Moskowitz, quien aporta muchísimo dinero al movimiento de los asentamientos.

La directora del comité del Premio Moskowitz, la estratega política Ruth Jaffe Lieberman, forma parte también de la comisión directiva de Shavei Israel. Cuando se le preguntó si podría llegar a haber un conflicto de intereses por el hecho de que cumpla con ambas funciones, respondió: "Durante las conversaciones que tuvieron lugar por el tema de Michael Freund, no quise participar de la discusión. Y no emití votos".

"No se les da dinero para que se alimenten"

Freund sostiene que los Bnei Menashé se integraron notablemente bien a la sociedad israelí, a pesar de que provengan de una parte remota del mundo y a pesar de haber crecido en una cultura muy distinta. Como decía en un texto que se publicó en la página web de Shavei Israel, "Viven estilos de vida observante, se ofrecen para integrar las unidades de combate en las Fuerzas de Defensa de Israel, y trabajan arduamente para mantenerse y mantener a sus familias. Solo entre un 4 y 5 por ciento depende de los beneficios sociales, lo cual equivale a la mitad del promedio nacional".

Pero las entrevistas que dieron los integrantes de la comunidad y las personas que conocen su apuro revelan una situación diferente. Es la imagen de una comunidad que aparentemente fue olvidada y abandonada en gran medida, dicen. Los integrantes de la comunidad de los Bnei Menashé dicen que tienen miedo de que si se hacen escuchar, puede llegar a afectar la posibilidad de que sus familiares sean colocados en las listas de los que se considera que tienen derecho a inmigrar a Israel. Y eso, junto con la exitosa campaña de relaciones públicas, puede llegar a explicar el motivo por el cual es probable que la mayoría de los israelíes no esté al tanto de su verdadero aprieto.

Más de 2500 Bnei Menashé viven actualmente en Israel. Según los propios integrantes y otras personas que conocen la comunidad, hay mucha pobreza y mucho alcoholismo entre estos inmigrantes, y sus hijos tienden a quedar rezagados en la escuela.

Dado que no tienen derecho a los beneficios para inmigrantes cuando llegan a Israel, la mayoría de los adultos buscan trabajo inmediatamente y, en consecuencia, no tienen tiempo para aprender hebreo.

El informe del Centro de Información e Investigación de la Knéset publicado en diciembre de 2010 cita un estudio que realizaron los investigadores de la Emek Yezreel College, el cual descubrió que la mayoría de los Bnei Menashé encuentran empleo rápidamente, pero solo en trabajos de salario mínimo y en trabajos de salarios por debajo del mínimo. A su vez el estudio descubrió que los Bnei Menashé tendían a darse entre sí y a no mezclarse con otros sectores de la sociedad israelí.

El Consejo de los Bnei Menashé, un grupo de liderazgo de base popular que había estado extinto durante muchos años, ha resurgido recientemente y está tratando de recaudar dinero para abordar estos problemas.

Desde que se reanudó la inmigración hace dos años, Shavei Israel viene proporcionándoles viviendas a los recién llegados en los centros de absorción que dirige esta organización de forma independiente, mientras estudian para sus exámenes de conversión. También les proporciona una ayuda económica limitada durante este período. Luego de finalizar el proceso, los conversos son transferidos a los Garinim Toraniím, grupos de familias integradas por jóvenes ortodoxos que intentan influir en el cambio religioso y social en aquellas comunidades desfavorecidas.

En una reciente visita que le hicieron a un grupo de este estilo en Nazaret Ilit, se los observó correteando a los integrantes de Garin Torani, mientras trataban de encontrar lugar en la escuela de esa localidad para otros 14 niños de los Bnei Menashé que acababan de llegar a la ciudad. Por falta de mejores alternativas, se colocó a los niños en una casucha sin ventanas en el patio que también hace de refugio. Un barbudo y joven profesor aprovechaba el espacio de una de las oficinas administrativas para enseñarles los conocimientos básicos de hebreo y de Torá a algunos de los recién llegados.

Recientemente, Shavei Israel puso a 30 familias de los Bnei Menashé que acaban de convertirse al cuidado de este grupo de Garin Torani, informa Chanan Ziderman, un asesor sin ánimo de lucro que ha sido contratado hace poco tiempo por el Consejo de los Bnei Menashé para que brindara su ayuda en los esfuerzos de recaudación de fondos. "No tenían nada que comer, así que les di mi tarjeta de crédito y les dije que compraran pizza", dijo.

Los recién llegados no son los únicos que luchan. "No me quedo corto si digo que somos la comunidad más débil y más desgraciada de Israel", indicaba Isaac Thangjom, integrante de los Bnei Menashé que inmigró a Israel de forma independiente en el año 1997.

Hace cuatro años, cuando el Comité de Inmigración, Absorción y Asuntos de la Diáspora de la Knéset visitó Kiriat Arba en Cisjordania, sus integrantes se enteraron por medio del alcalde y sus asistentes de los problemas que enfrentaba la comunidad de los Bnei Menashé. En ese momento residían allí más de 700 integrantes de la comunidad, una de sus bases más grandes del país.

Según el protocolo oficial de esa visita, el alcalde informó sobre los casos de dos y tres familias de los Bnei Menashé que estaban viviendo en un solo pequeño apartamento, mientras que los asistentes señalaron que ya no daban abasto las escuelas y las guarderías de Kiriat Arba y que no podían proporcionarles a los niños de los Bnei Menashé la ayuda especial que necesitaban al aprender una nueva lengua.

Para citar a un activista del Consejo de los Bnei Menashé, que actualmente vive en Nitzán luego de ser evacuado de Gush Katif hace nueve años (y quien pidió que no se diera a conocer su nombre): "Las cosas no marchan para nada bien para nuestra gente, pero tienen mucho miedo de quejarse".

Al responder por medio de sus abogados, Freund dijo: "Todo inmigrante experimenta dificultades al llegar a un país nuevo, y no importa si los inmigrantes son de Manhattan, de Marsella o de Manipur".

Agregó que Shavei Israel estaba en contacto diario con los trabajadores sociales y las autoridades municipales y que, según lo que sabe la organización, la mayoría de los Bnei Menashé se insertaron exitosamente en Israel; "entre otras cosas, gracias al apoyo personal, a la orientación espiritual y a la ayuda económica que brindó la organización".

En la respuesta que dieron, los abogados también señalaron que Shavei Israel no tenía responsabilidad legal de apoyar a los Bnei Menashé luego de recibir su estatus de inmigrantes. Pese a eso, Shavei Israel les otorgó becas de estudio y les proporcionó cursos de capacitación laboral a ciertos integrantes de la comunidad. A su vez, envía personal de apoyo para brindar ayuda a varias ciudades en lo que se refiere a la integración.

El director de Amishav, Gross, indicó que el motivo por el cual los Bnei Menashé no se han expresado sobre sus condiciones de vida es que aparentemente tienen miedo de que pueda llegar a afectar la posibilidad de que puedan reencontrarse con sus familiares. "Una de las cosas importantes para los Bnei Menashé es que puedan venir los familiares que aún están en India", señaló.

En este momento Shavei Israel se encuentra haciendo campaña para traer a Israel a los 7.000 Bnei Menashé restantes, junto con miles de otros así llamados "judíos perdidos".
"El Sr. Freund cree de todo corazón que estos Bnei Menashé merecen venir a Israel, y por tanto seguirá trabajando hacia ese objetivo, e incluso seguirá financiando esta actividad, sin ninguna intención de sacar provecho ni de obtener beneficios personales", indicaron sus abogados.

Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

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