Un llamado de alerta para los judíos daneses, pero no un canto de sirena para irse a Israel

 copenagheokNo se acercan los cosacos, cuarta parte: Tras el ataque fatal que tuvo lugar el sábado pasado afuera de una sinagoga de Copenhague, los judíos de ese país están más decididos que nunca a identificarse como judíos daneses.

Copenhague. El lunes por la noche, al reunirse la comunidad judía de Copenhague en la sinagoga central, donde se sentaron hombres y mujeres juntos en el templo ortodoxo por esta vez, el ánimo que había en la planta baja y en la de arriba era un ánimo desafiante. Los integrantes de la comunidad llegaron inmediatamente después de salir de sus trabajos, y algunos traían a sus hijos pequeños consigo. Algunos hombres se habían acordado de traer kipá, otros tenían puestas gorras de béisbol o gorros de lana, y algunos quedaron con la cabeza descubierta. "Por fin estamos todos juntos", dijo entre dientes un integrante de la comunidad con una sonrisa severa.
Todos conocían a Dan Uzan, el guardia de seguridad de voluntarios que había sido asesinado en un atentado terrorista afuera de la sinagoga dos noches antes. En esta noche, se reunían en solidaridad para recordar su vida. Sin embargo, el clima que había era más de estoicismo que de duelo. "Me siento lastimado. Cuando me enteré de la noticia, sentí como si me hubieran dado un golpe en el estómago", dice Ralph Lexner, un tasador de subastas de 49 años de edad. "Pero no me sorprende. Parece como si tuviera que haber sucedido algo así".

Al vivir en un barrio con una importante proporción de inmigrantes musulmanes, Lexner comenta que a sus hijas les dice que no usen colgantes con la Estrella de David sobre la ropa de manera que se puedan ver. Pero, de hecho, cree que los dos atentados terroristas del sábado pasado (en los que fueron asesinados Uzan, de 37 años, y el cineasta Finn Nørgaard, de 55 años) van a desencadenar una reacción positiva.

"Puede ser que el asesino [Omar El-Hussein] haya sido un yihadista, pero anteriormente no era más que un vagabundo, un pandillero, un fracasado sin futuro. Eso demuestra que tenemos que trabajar con mayor ahínco para integrar a la comunidad musulmana y para poder ofrecerle un futuro a su generación más joven".

Lexner es optimista con respecto al futuro de su país y, aunque se siente muy cercano a Israel y está suscripto a la versión digital de Haaretz, no piensa irse de Dinamarca. Cuando se le preguntó por el llamado que hizo el primer ministro, Biniamín Netaniahu, el domingo pasado, en el que instó a los judíos europeos a emigrar en masa a Israel, se ríe. "Gracias por la invitación, Bibi, pero no creo que vaya a aceptarla. Hablando en serio, estoy orgulloso de ser danés y lo cierto es que no creo que los judíos de aquí deban ser militantes de la campaña electoral de Netaniahu".

Muchos de los integrantes de la comunidad se sienten más cómodos cuando se los entrevista en hebreo que cuando se los entrevista en inglés. Todos han pasado un tiempo en Israel, y algunos de ellos se quedaron durante largos períodos antes que decidieran volver a Copenhague. En la sinagoga había un buen número de israelíes que han estado viviendo en la capital danesa, y durante el breve acto conmemorativo, las dos canciones que cantó la comunidad tenían una tonada israelí actual. No hay duda de que son sionistas, pero sigue estando claro lo que prefieren.

"Viví en un kibutz durante dos años, dice la profesora de Inglés Katja Lehman, pero la vida en Israel es muy difícil para mí, y me encanta ser danesa". Reconoce que está "un poco enojada por el hecho de que Netaniahu nos haya ofendido. Nos iremos de aquí si queremos y cuando queramos. Creo que el principal resultado de lo que dice es que ahora muchos de nosotros nos sintamos aún más daneses".

Su hijo Jonathan, un estudiante de 24 años de edad, reitera este sentimiento. "Lo que sucedió unirá a la comunidad, y se creará más seguridad así como también un sentido de pertenencia a este lugar", señala. Ávido jugador de fútbol, que solía jugar con Uzan, participó en los Juegos Macabeos, donde ya había sentido que "Netaniahu, en su discurso [de apertura de la ceremonia], se excedía en la propaganda de que todos debemos irnos para Israel. Te hace sentir no respetado por Israel, en particular, para los judíos daneses que sabemos que somos realmente parte de esta nación".

Seis meses de tensión

Dos israelíes que percibieron bastante de cerca lo autónoma que es la comunidad danesa fueron los expertos en el manejo de crisis que envió una gran organización de rescate, cuya sede se encuentra ubicada en Israel. Habiendo pasado 24 horas en Copenhague, se dieron cuenta de que la comunidad cuenta con suficientes profesionales y voluntarios propios, además de la ayuda que brinda el gobierno, para sobrellevar una experiencia traumática como la de la semana pasada, y regresaron a Israel.
"Los últimos seis meses fueron meses de tensión", indica el presidente de la comunidad, Dan Rosenberg Asmussen, "tras las desagradables manifestaciones anti-israelíes durante el enfrentamiento en Gaza el verano pasado y tras un incidente de vandalismo antisemita en la escuela judía. Esto le puede plantear un gran desafío a una comunidad pequeña como la nuestra, pero hasta el momento ha tenido un efecto positivo. Cuando no hay desafíos, la gente pierde interés en la vida judía. Ahora se tiene cada vez más presente lo judío y eso hace que la gente se involucre más".


La tensión y el asesinato le plantean un dilema a los 8.000 judíos, de los cuales al menos dos tercios no forman parte de la comunidad: si identificarse como judíos o no.
"Por primera vez, el sábado de noche me sentí parte de la historia judía", dice el pianista y psicoterapeuta Ronen Thalmay, quien era uno de los 40 invitados a la Bat Mitzvá que aún permanecía en la sinagoga cuando atacó el pistolero. "Casi todos nosotros ya estábamos muy ebrios como para poder oír los disparos, y la música estaba alta también", recuerda.

"De pronto nos metieron a todos en el refugio y nos apretujaron durante 90 minutos, hasta que la policía nos sacó y nos dimos cuenta de lo que le había sucedido a Dan. En ese cuarto en el que estábamos todos apretujados, sentí un poquito de lo que experimentaron nuestros padres en los camiones de ganado que los llevaban a los campos de concentración. Ese es el llamado de alerta para Dinamarca: una vez más a los judíos se los ataca por lo que son".

Durante el Holocausto, la gran mayoría de los judíos daneses fueron trasladados en barcos pesqueros de manera ilegal a la parte neutral de Suecia y se salvaron justo antes de que los alemanes ocupantes planearan el comienzo de las deportaciones a los campos. Sin embargo, muchos de los actuales integrantes de la comunidad son hijos de sobrevivientes del Holocausto que se mudaron a Dinamarca después de la Segunda Guerra Mundial. "Aquí se ha dado un cambio demográfico en los últimos 70 años, al haberse ido para Israel muchas de las viejas familias judeo-danesas, como es el caso de la mía", indica Jair Melchior, el rabino en jefe que recibió su ordenación como tal hace un año y medio.

Oriundo de Noruega, donde su padre era rabino en jefe, Jair había vivido en Israel desde los 3 años de edad. Durante la semana pasada, ha dado cientos de entrevistas a los medios nacionales e internacionales, los cuales estaban especialmente interesados luego de que calificara la declaración que hizo Netaniahu con respecto a la inmigración como "decepcionante".

Como hijo del rabino Michael Melchior, firme izquierdista que trabajó anteriormente como ministro en los gobiernos laboristas, el rabino Melchior, hijo, está acostumbrado a las polémicas de la política.

"El Estado de Israel constituye un serio desafío para las comunidades pequeñas como las nuestras, porque muchas de las familias sionistas que se fueron para Israel eran fundamentales para la comunidad. Pero el hecho de que hayan venido para Dinamarca nuevas familias, incluso algunas familias israelíes, es prueba de lo viables que somos y del gran lugar que es este para la vida judía".

En cuanto a la protección de esa vida judía, la policía no quiso arriesgarse con el millar de integrantes comunitarios que caminaron durante una hora, con temperaturas bajo cero, desde la sinagoga hasta el mitin que se realizó a la luz de la vela como muestra de solidaridad, a las afueras del centro cultural donde ocurrió el primer atentado terrorista el sábado pasado.

Marchaban a ambos lados dos cordones policiales antiterroristas que cargaban con rifles, estando la calle cerrada por un convoy de unos 30 vehículos policiales. También se cernía por encima un helicóptero policial. "No creo que ahora intenten atacarnos", bromeaba uno de los que integraban la marcha, "pero está bueno que la policía nos demuestre que les importa lo que pasa y está bueno que nos demuestre que pertenecemos".

Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

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