¿La Biblioteca Nacional de Israel robó libros valiosísimos o los conservó?

biblioteca2okGish Amit alega que la Biblioteca Nacional hurtó rollos de Torá pertenecientes a los judíos yemenitas y alega que hurtó libros que eran propiedad de los árabes para avanzar la empresa sionista. Quizás sea verdad, pero ¿qué problema hay con eso?

En el invierno de 1946, fue llevada a la ciudad de Offenbach una cantidad aproximada de 2 millones de libros que los nazis les habían robado a sus dueños judíos. El corresponsal de Haaretz en la Alemania ocupada informaba que se trataba de la biblioteca judía más grande del mundo.


Actualmente, la colección de materiales judíos históricos más grande del mundo (en la que figura medio millón de libros que robaron los nazis) se conserva en la Biblioteca Nacional, en Jerusalén. A su vez la biblioteca posee miles de libros que pertenecen a los palestinos y posee cientos de libros y manuscritos que pertenecen a los judíos yemenitas. Según el académico Gish Amit, hay tres historias vergonzosas aquí que están sujetadas en una sola ideología: el sionismo.

Si las cosas hubieran sucedido de modo distinto, se habrían devuelto a sus dueños los libros que habían robado los nazis. Pero el "sionismo hegemónico", como lo llama Amit, "aspiraba a equiparar el judaísmo con el sionismo, y quería que los libros fueran parte de su conspiración por trasladar el centro del judaísmo de Europa a Palestina / Eretz Israel".
Los profesores judeogermanos de la Universidad Hebrea, explica Amit, también querían tener los libros debido a una crisis de identidad que tenía que ver con la aversión "orientalista" que tenían hacia los judíos de Europa Oriental: "Quisiera decir –escribe- que el hecho de exigir la propiedad de los bienes tenía la finalidad, entre otras cosas, de restablecer la identidad de los intelectuales judíos de Occidente y de nuevamente trazar la línea que los separaba de los judíos de Europa Oriental, mientras adoptaban y repetían el discurso "orientalista" en la Europa del momento".

Amit fue profesor asociado del Institute for Advanced Study, en Berlín, trabajó en la educación durante unos 20 años, y actualmente es profesor asociado de la Mandel School for Educational Leadership. Escribe como aquel que se ve atrapado en los clichés de la sociología posmoderna, lo cual es una vergüenza porque es muy interesante la historia en la que se adentra.

La pregunta de qué se iba a hacer con los libros que habían robado los nazis dio lugar, como era de esperar, a una importante batalla entre Jerusalén y Nueva York: quién se quedaba con qué y a qué costo. Desde luego que no tenía sentido devolver el tesoro de los nazis a sus dueños, porque, a diferencia de los libros, la mayoría de sus dueños habían sido incinerados.

Se formó un comité para repartir los libros entre Jerusalén y Nueva York, dos centros judíos que cuentan con comunidades de iekes (judíos de origen alemán) fuertemente consolidadas. Una de las figuras clave al momento de repartir los libros fue Hannah Arendt, teórica de la política.

Hoy en día, la imagen de Arendt está tan golpeada que es casi irreconocible. Pero, a diferencia de la mayoría de sus opositores, Amit la critica por el pecado del sionismo: cuando apoyó el traslado de los libros de las víctimas del Holocausto a Jerusalén, escribe, también le tendió una mano a la empresa sionista, y lo hizo por una identificación "orientalista" con el deseo de "profundizar la europeización de los judíos".

Eso quizás sea verdad, pero ¿qué problema hay con eso? ¿Qué debía suceder con los libros? Amit vincula también el traslado de los libros a Jerusalén con un relato de "rechazar la Diáspora". Supongamos que esto también fuera cierto, pero de nuevo, ¿qué problema hay con eso? La falla lógica de este argumento es obvia, dado que si es realmente cierto que los sionistas rechazaban la Diáspora, ¿por qué invirtieron tantos esfuerzos para ganar el control de sus tesoros culturales? La verdadera historia es bastante distinta, y la cita el propio Amit: como no pudo salvar a los propios judíos de que fueran exterminados, el movimiento sionista hizo un esfuerzo, al menos, por rescatar los vestigios de su cultura.


Una piedra angular del sionismo


En una sesión del gabinete que tuvo lugar en torno al momento de fundarse el Estado de Israel, el primer ministro del Interior del país, Itzjak Greenbaum, informó que la Universidad Hebrea había organizado un grupo de bibliotecarios que seguían a los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel e informó que habían recolectado libros de las casas de los árabes que habían sido ocupadas. El ministro dio su explicación luego de que otro ministro hiciera una pregunta, quien deseaba saber que se había hecho con los alimentos que habían dejado atrás los árabes.

Muchos años después, se abrieron las actas del gobierno para los investigadores, pero lo que había dicho Greenbaum en relación a los libros que habían sido recolectados se encontraba en las secciones que estaban destinadas a permanecer clasificadas. (Las palabras que dijo permanecen clasificadas hasta el día de hoy, aunque se publicaron en Haaretz hace 10 años). La guerra de la independencia estuvo acompañada de un saqueo en masa de las propiedades árabes y de incidentes vandálicos: el gobierno se apropió de casi toda la tierra y de casi todas las casas; los soldados y los civiles se quedaron con los rebaños, con los tractores, con los vehículos, con las joyas, con las alfombras, con los muebles, con las radios, con los utensilios de cocina y con los libros. Los bibliotecarios de la Universidad Hebrea rescataron los libros de los saqueadores.


Hay miles de volúmenes que poseían personas particulares, así como decenas de miles de libros de texto. La Biblioteca Nacional se enorgulleció de haber podido rescatar los libros de la destrucción, y escribió sobre el tema en varias publicaciones. Amit relaciona la recolección de los libros de los palestinos con el argumento de que la Universidad Hebrea adoptó los objetivos del estado luego de ser fundada. La verdad es que, claro está, se fundó la universidad desde un primer momento como una de las piedras angulares del movimiento sionista, tal como escribe el propio Amit. Varios integrantes del cuerpo docente de la universidad, en los que figura su primer presidente, Y.L. Magnes, pertenecían a Brit Shalom, un movimiento sionista de coexistencia que estaba a favor del estado binacional, y pertenecían al partido político Ijud. Amit dice que recolectaron los libros de los palestinos a pesar de su cosmovisión política; como verdaderos humanistas, quizás deberían haber dejado los libros que estaban abandonados a merced de los soldados.

El hecho de haberse apropiado de los libros de los palestinos dio fe también de una cosmovisión "eurocéntrica y orientalista", una creencia de que los propios palestinos no podían comprender el valor que tenían. ¿Cómo lo podrían llevar a uno a tal conclusión los libros que quedaron en las casas de los intelectuales palestinos?

No cabe ninguna duda de que los libros de los palestinos fueron llevados a la Biblioteca Nacional por el valor cultural que tienen. Al menos algunos de ellos fueron señalados como propiedad abandonada; algunos siguen siendo señalados como tales hasta el día de hoy. Otros, quizás la mayoría, ya no se los puede identificar como libros palestinos que fueron abandonados. En la biblioteca está a disposición un gran número de libros para que la gente los examine.

Después de la guerra de los Seis Días de 1967, se presentaron en la biblioteca varios palestinos para recuperar sus libros. La biblioteca no quiso dar muchas explicaciones. Qué lindo habría sido si se hubieran devuelto los libros a sus verdaderos dueños. No los devolvieron, al igual que la mayoría de los tesoros culturales que se saquearon en las guerras a lo largo de la historia.

También se destruyeron a principios de la década de 1950 más de 20.000 libros y libros de texto árabes. Como corresponsal oficial, Amit descubrió que solo en unas pocas instancias se dijo que no se los debía restaurar para su uso debido a su contenido, el cual era hostil para el sionismo. Algunos libros fueron vendidos a los árabes. La documentación proporciona la base para suponer que, al igual que casi todos los libros de texto usados, estos también estaban hechos jirones. Nadie quería comprarlos, así que fueron enviados a la trituradora.

No se trata de una historia tan espantosa, pero en este caso a los israelíes se los retrata casi como una encarnación de los matones talibanes que destruyeron las estatuas de Buda. Ni tampoco hay relación entre esos libros de texto que se trituraron con la destrucción de los pueblos árabes abandonados, tal como no hay relación entre el robo de los libros que eran de los judíos yemenitas con las historias de los secuestros de sus hijos. Esa es la tercera historia del libro.
Con la llegada de los judíos yemenitas a fines de los años 40, se informaba que habían sido robados muchos de sus libros sagrados. "Durante esa época, lograron "hacer desaparecer" a niños pequeños que habían sido arrancados de sus padres, sin contar los libros", escribe Amit, al citar a uno de los dueños de esos libros. A diferencia del mito sobre el secuestro de los niños yemenitas, la historia sobre el robo de los libros es cierta. Sin embargo, Amit no es capaz de demostrar que los libros fueron robados porque alguien creyó que sus dueños no podían apreciarlos.

Es más probable que hayan sido robados porque eran fáciles de robar y porque su valor en el mercado de los artículos judíos históricos era alto. Muchos de ellos eran antiguos rollos de Torá y antiguos manuscritos que se usaban en Yemen en las sinagogas y en las salas de estudio, y fueron enviados a Israel por separado. Quizás no sea fácil determinar a quién pertenecían exactamente. De todos modos, no había que ser "orientalista" para robarlos, bastaba con ser ladrón.

Sigue sin ser respondida la pregunta de cuántos cientos de libros yemenitas fueron a parar en la Biblioteca Nacional, mientras que Amit no es capaz de desentrañar este misterio. Según Rafael Weiser, que trabaja en el departamento de manuscritos y archivos de la biblioteca, existe una mínima disposición a devolverles la propiedad a los judíos yemenitas; hasta la fecha, se han devuelto cuatro artículos.

Fuente: Haaretz


Traducción al español: Rodrigo Varscher

 

· Más leídos ·

Consola de depuración de Joomla!

Sesión

Información del perfil

Uso de la memoria

Consultas de la base de datos