Las voces todavía hablan: fantasmas y fragmentos sobre Auschwitz

kashuaI. Cuando no puedo escribir, prefiero convocar las voces de otros fantasmas que ya lo hicieron. Escribir frente a todo y ante todo: ante las atrocidades del mundo y ante el no-mundo que nos han dejado; ante la destrucción; ante las ruinas y, sobre todas las cosas, escribir ante el hombre.

II. Cuando no puedo escribir, prefiero naufragar en mi biblioteca. Porque entre perderme por los caminos del bosque prefiero siempre el naufragio en el mar sin fronteras. Ese mar en el que el horizonte siempre está en movimiento. Prefiero saber que nunca alcanzaré el horizonte y desde ahí buscar mi tarea, que profesar por la totalidad del pensamiento, o del pensamiento totalizante.

III. Hay algo mucho más allá del pensamiento que conecta las lecturas con los eventos que nos conmueven. Podría llamarse misterio, pero también imaginación. Construimos mundos desde las voces que nos habitan, o nos habitarán.

IV. Escribir es una tarea inútil y allí radica su belleza. Por eso debemos seguir escribiendo. A pesar del hombre, de las atrocidades y de la destrucción. Somos testigos de lo que destruiremos, y sólo en ese testimonio encontramos la resistencia ante el fin del tiempo.

V. Son los pequeños gestos, las cosas que tal vez guardamos sin pensar, aquello que conservamos durante años en un cajón; las extensiones de nuestras manos que nos devuelven la identidad: una libreta, una foto, un tenedor, un dibujo en un papel ya amarillento. Es lo que nos resguarda de perdernos en el tiempo del olvido.

VI. Sobrevivir es volver el tiempo historia.

VII. Entonces, cuando no puedo escribir, escribo en la voz de los que ya lo hicieron. Los busco entre las páginas de sus refugios sagrados, y los hago míos:

VIII. Sobrevivir es ser el resto del resto del resto:


"Y que hoy todavía se dé ese resto del resto del resto, y que casualmente también yo pertenezca a ese resto del resto del resto, ése es el hecho ante el cual me asombro desde hace décadas y el cual no deseo borrar bajo ninguna circunstancia. Pues la idea de que las salvaciones que tanta sangre costaron pudieran haber sido en balde resulta tan difícil de sobrellevar que yo no abandono bajo ninguna circunstancia el 'bien' salvado (aunque apenas sabría definirlo). Así pues, me denomino judío y estoy decidido, aunque sin rabino, desde luego, y en un lugar cualquiera, a ser enterrado como tal". (Fragmento de Mi judaísmo, de Günther Anders).

IX. Todo relato será un antes o un después de Auschwitz:
"Relato de antes de Auschwitz. Cualquiera que sea la fecha en que pudiera ser escrito, todo relato de ahora en adelante será de antes de Auschwitz. La vida tal vez continúa. Recordemos el final de La metamorfosis: apenas muere Gregorio Samsa sumido en la aflicción y la soledad, cuando todo renace y ya su hermana, a pesar de ser la que más lo compadece, se entrega a la esperanza de renovación que le anuncia su joven cuerpo. Kafka pensaba que también él proyectaba una sombra sobre el sol y que, una vez desaparecido, los suyos serían más felices. Murió, pues, ¿y qué ocurrió? No habrá que esperar mucho; casi todos aquéllos a los que amaba encontraron la muerte en esos campos que, por más que se llamen de formas distintas, llevan todos el mismo nombre: Auschwitz". (Fragmento de Tiempo después de Maurice Blanchot).

X. El hambre y el aburrimiento; sobrevivir a Auschwitz:
"Sin embargo, ni la terquedad, ni las oraciones, ni nada pudo liberarme de una cosa: del hambre. Ya antes había experimentado –o así lo creía– el hambre; había tenido hambre en la fábrica de ladrillos, en el tren, en Auschwitz e incluso en Buchenwald, pero no conocía el hambre 'a largo plazo', por decirlo de alguna manera. Tenía un hueco, un espacio vacío, y quería, con todos mis esfuerzos, llenar ese hueco sin fondo, ese espacio cada vez más vacío, aniquilar, silenciar el hambre. Mis ojos no veían otra cosa que comida, mis pensamientos, mis actos, todo mi ser se preocupaba exclusivamente de eso, y si no me comía la madera, el hierro o los guijarros, era sólo por la imposibilidad de masticarlos y digerirlos. Sin embargo, he comido arena y también hierba; las comía sin pensar, pero no había mucha hierba ni en el campo, ni en el territorio de la fábrica". (Fragmento de Sin destino de Imre Kertész).

XI. Un oráculo: hay que seguir escribiendo, frente a la indiferencia o a las atrocidades:
"¡En efecto! Frente a la indiferencia del mundo, las atrocidades del no-mundo son una minucia. Y las más terrible de las 'pretendidas atrocidades', de las que aún hablarán nuestros bisnietos, es el embotamiento de un mundo que se ha convertido en un no-mundo. como si, de manera grotesca, quisiera alegar que no ha sido creado a partir de la palabra de Dios, sino de una errata de Satanás". (Fragmento de La filial del infierno en la tierra de Joseph Roth. Texto de 1938).

XII. Sobrevivir también es aprender a convivir con el miedo:
"el miedo en Varsovia bajo la ocupación alemana tenía fases y tensiones diferentes. la etapa de relativa normalidad terminó con la primera redada para Auschwitz, en septiembre de 1940, cuando entendimos que éramos unos animales no protegidos. Durante cuatro años llevé el miedo en el cuerpo, como quien lleva una bala en su interior, y aplicaba estrategias diferentes contra él, por ejemplo intentaba racionalizarlo: que este u otro documento me protegía (pero en realidad no tenía ninguno que me protegiese). O quizá procuraba no llamar la atención de los delatores (los comentarios a la clandestina Canción independiente fueron escritos de tal manera que nadie pudiera saber su autoría). Sin embargo, a menudo me ayudaba pensar en una alianza secreta con
una misteriosa Fuerza que me protegería si cumplía ciertas condiciones. También suponía que si todavía no había realizado la tarea que me estaba predestinada en la vida, entonces viviría". (Fragmento de Abecedario de Czeslaw Milosz).

XIII. Sobrevivir es recordar el tiempo detenido y transformarlo en memoria; volver a la vida:
"Para los hombres vivos, las unidades de tiempo tienen siempre un valor, tanto mayor cuanto más grandes son los recursos interiores de quienes las recorre; pero para nosotros, horas, días, y meses retrocedían tórpidos del futuro al pasado, siempre demasiado lentos, materia vil y superflua de la que tratábamos de deshacernos lo más pronto posible. Concluido el tiempo en que los días se sucedían vivaces, preciosos e irreparables, el futuro estaba ante nosotros gris e inarticulado, como una barrera invencible. Para nosotros, la historia estaba parada". (Fragmento de Si esto es un hombre de Primo Levi).

XIV. Soportar sobrevivir es a tarea más difícil:
¿Conoce el agua de la proa del sur todavía,
madre, la ola que te produjo heridas?

¿Sabe aún el campo, que tiene en medio molinos,
lo suave que tu corazón a tus ángeles ha sufrido?

¿No puede ya ningún chopo, ni los sauces,
quitarte a ti la pena, ni consuelo causarte?

¿Y no recorre el Dios con el bastón floreado
la colina arriba y la colina abajo?

¿Y soportas tú, madre, como antaño en casa,
ay, la rima, suave, dolorosa, alemana?

(Cerca de las tumbas, poema de Paul Celan).

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