Aunque hace ya años que la figura de Hannah Arendt y su obra están siendo reivindicadas, siendo en esta tarea una de sus principales valedoras la estudiosa Fina Birulés, ha sido la película de Margarethe von Trotta, estrenada en 2013, la que ha servido para devolverla plenamente a la luz pública.
El efecto racimo, sumado a la tenacidad del feminismo intelectual, ha despertado también el interés por otras pensadoras, no ya sólo para entender cuál ha sido el fluir de la filosofía moderna, sino para arrojar luz sobre las cuestiones palpitantes de hoy. Porque es evidente que no existirían los pensadores del siglo XXI sin los pensadores del siglo XX, entre los que, aunque semiembozadas, ellas también estuvieron. De ahí que, bajo el paraguas de la Fundación Carta de la Paz dirigida a la ONU (www.cartadelapaz.org), el profesor Francesc Torralba imparta seminarios sobre algunas de ellas, de Edith Stein a Martha Nussbaum.
¿Y quiénes fueron esas nuevas Aspasias de Mileto, las que se interrogaron con respecto a la condición humana –para decirlo con un título de Arendt– junto a pensadores como Adorno, Aranguren, Bachelard, Bergson, Croce, Derrida, Foucault, Husserl, Lukács y así muchos más hasta llegar a la z? A decir verdad, no fueron demasiadas. Algunas de ellas fueron Emma Goldman, Rosa Luxemburg, Ayn Rand, Hedwig Cornad-Martius, Elizabeth Anscombe... Quién sabe si, al igual que en la política parece ya finiquitada la construcción masculina, las pistas sembradas por las Weil, Arendt o Heller serán las que nos llevarán a esclarecer oscuridades y a enderezar derivas.
Las maestras
"Si se abriera la carrera académica para las damas, yo podría recomendarla en primerísimo lugar", escribió en 1919 el fenomenólogo Husserl, de quien Edith Stein (1891- 1942) había sido brillante discípula en Gotinga y de quien por entonces ejercía de ayudante en Friburgo. La solicitud de Stein fue denegada, por lo que esta comenzó a dar clases de Filosofía en su propio domicilio. Nacida en Wroclaw, antes Alemania y hoy Polonia, esta judía de escasa estatura fue enfermera durante la Primera Guerra Mundial y durante un tiempo se convirtió en portavoz de la emancipación femenina.
Revelada a la fe católica gracias a la lectura de la Vida de santa Teresa de Jesús, para disgusto de su familia profesó como monja carmelita con el nombre monástico de Benedicta de la Cruz. De nada sirvió que se refugiara en Holanda, pues la Gestapo la sacó del convento y fue enviada a Auschwitz. Su obra cumbre, Ser finito y Ser eterno , fue publicada casi una década después de su muerte, al tiempo que su nombre aparecía en las largas listas de víctimas del nazismo. Fue beatificada por Juan Pablo II en 1987 y hoy es copatrona de Europa.
Nacida en Bulgaria, aunque su patria espiritual era París, Rachel Bespaloff (1895-1949) también fue víctima de la persecución de los judíos, aunque sobrevivió a ella y pasó a engrosar la lista de intelectuales exiliados. Mientras su amada Europa trataba de restañar las heridas de la reciente contienda, los últimos años de su vida transcurrieron en Estados Unidos, dando clases en el college femenino de Mount Holyoke (Massachusetts), que ella siempre consideró una jaula de cristal, hasta que decidió quitarse la vida.
Siempre le gustó cultivar sus inquietudes a través de la refutación y el debate, de modo que buena parte de su pensamiento está articulado en la abundante correspondencia que dejó. Escribió sobre Heidegger y destaca por De la Ilíada , donde al igual que hizo Simone Weil con el texto homérico trata de comprender el agitado momento histórico en que vivió. Hermann Broch le puso prólogo y Mary McCarthy, la gran amiga de Hannah Arendt, lo tradujo al inglés.
Por su parte, la malagueña María Zambrano (1904-1991), cuyas obras completas está publicando Galaxia Gutenberg, es a fecha de hoy la única filósofa española que ha alcanzado estatuto de autoridad y es también la que, dentro del club de los filósofos-maestros, ha demostrado una mayor libertad en el pensar lejos de la ortodoxia, estando su obra traspasada de razón poética.
Alumna de Ortega y Gasset, formó parte de la llamada Edad de Plata y fue amiga de algunos de los principales integrantes de la Generación del 27, así como de las agitadoras del incipiente feminismo. Contó esos años bulliciosos en Delirio y destino. Se hallaba en Barcelona cuando la ciudad capituló y ese 25 de enero de 1939 comenzó para ella el largo exilio, del que no vería el final hasta 1984. Un periplo que la llevó a París, Nueva York, La Habana, México y, sobre todo, a su larga estancia romana. Siempre acompañada por la precariedad económica, el exilio fue su verdadera patria. El poeta José Angel Valente fue el encargado de ordenar sus papeles en Claros del bosque . Ya anciana, fue en 1988 la primera mujer en recibir el premio Cervantes.
En las entrevistas y demás interpelaciones, Hannah Arendt (1906- 1975) tenía la costumbre de disuadir a su interlocutor de bautizarla como filósofa y confesaba su dedicación a la teoría política. Una disciplina que comenzó a cultivar cuando a principios de los años treinta fue testigo de la amenaza nazi. Crecida en el seno de una familia de judíos secularizados, fue alumna de Heidegger, con quien mantuvo una relación sentimental, y después se doctoró con Jaspers en Heidelberg.
Emigró a Francia en 1933 y allí colaboró en organizaciones sionistas. Pasó por un campo de reclusión y en 1941 desembarcó en Nueva York. Enviada por la revista New Yorker a cubrir el proceso contra el nazi Eichmann que se celebró en Jerusalén, el libro que de ello resultó, publicado en 1963, causó un gran revuelo al no esquivar el papel desempeñado en la shoah por los dirigentes judíos. En 1969 fue la primera mujer catedrática en la Universidad de Princeton. Ahondó en los totalitarismos, formuló la teoría de la banalidad del mal y junto a El hombre rebelde , de Camus, su obra Sobre la revolución fue casi lectura obligada en los setenta. También creyó que el espacio público era el lugar donde la civilización humana efectuaba la transmisión a las generaciones siguientes. Su gran valor estriba en confirmar la ruptura entre el pensamiento tradicional y la experiencia moderna.
Como cuenta Simone de Beauvoir (1908-1986) en Memorias de una joven formal , fue de niña una lectora voraz. Parisina, estudió Filosofía en la Sorbona, donde conoció a Jean-Paul Sartre, al que permanecerá siempre unida aunque lejos de la convencionalidad. Consagrada a la enseñanza de la Filosofía en liceos, se convirtió en uno de los adalides del existencialismo y su ensayo El segundo sexo , publicado en 1949, que invitaba a la mujer a rebelarse contra la sumisión, la erigió en bandera del feminismo. Sin embargo, son muchos quienes le niegan altura filosófica. También novelista, en 1954 recibió el premio Goncourt por la novela Los mandarines , aunque literariamente es indudable que destaca por su obra memorialística.
También en París vio la luz Simone Weil (1909-1943), en su caso en el seno de una familia de intelectuales judíos, aunque laicos. Fue alumna de Alain en el liceo y se dedicó a la carrera docente, aunque movida por una "necesidad interior" pidió una excedencia para trabajar como obrera en diversas fábricas, lo que la convirtió en una sindicalista revolucionaria. De ello dan cuenta los textos de La condición obrera. A pesar de ser pacifista, combatió en la Guerra Civil Española, concretamente en el frente de Aragón, donde en el verano de 1936 formó parte de la Columna Durruti; Zambrano la conoció en Valencia, vestida de miliciana. El pensamiento que no se traduce en acción inmediata le parecía engañoso, de ahí que en vida tan sólo publicara artículos. Se ha caracterizado su pensamiento como un "habitar la contradicción". Asimismo, se tiende a considerar su escritura como mística, cuando en realidad es religiosa, habiéndose acercado en sus últimos tiempos a la religión católica. Tuberculosa, se dejó morir de inanición y todas sus obras fueron publicadas póstumamente.
Las hermanas mayores
Pensadora "judía sin religión" y "socialista de nacimiento", la incorporación de Jeanne Hersch (1910- 2000) a nuestro corpus es reciente. Al igual que Arendt, en sus comienzos no le interesó la política y fue asimismo discípula de Jaspers, de quien tradujo varias obras y a quien atribuía una "meditación en los límites de la condición humana". Hersch fue representante de su país, Suiza, ante la Unesco y directora de la División de Filosofía de dicho organismo. Su producción abarca diversos géneros e incluye algunas obras de carácter fronterizo, por lo que es muy difícil de clasificar, aunque afirmaba perseguir ante todo la claridad. Muestra de ella es la pequeña historia de la filosofía occidental que escribió en El gran asombro , que nos lleva de Tales de Mileto a Jaspers en un recorrido que lamentablemente no incluye a ninguna filósofa. Renuente a las filosofías de la totalidad, Hersch deja volar el pensamiento en títulos como El nacimiento de Eva .
Al igual que Edith Stein, el padre de Sarah Kofman (1934- 1994), que era rabino, se dejó la vida en Auschwitz. Ella en cambio se suicidó en 1994, el día que se cumplía el 150º aniversario del nacimiento de Nietzsche. Tenía sesenta años y arrastraba un cáncer. Vinculada profesionalmente al ámbito académico, Kofman había nacido en París, donde asistió a los seminarios de Derrida.
En El enigma de la mujer: con Freud y contra Freud ratificó su interés por la condición femenina. Cultivadora de la literatura autobiográfica, en Calle Ordener, calle Labat narra la ocupación alemana de París durante la Segunda Guerra, que tras la muerte del padre pasó entre escondites y casas de acogida.
Work in progress
Estrechamente vinculada al ocaso de la izquierda occidental, Agnes Heller (1929) es una húngara judía nacida en Budapest cuyo padre también murió en Auschwitz. Escuchar a Lukács la hizo decantarse por la filosofía y cultivar en sus inicios un marxismo de clara impronta lukacsiana, desde el que derivó hacia la socialdemocracia. Lleva tiempo abogando por una ética de la justicia. Destaca también por su idea de la elección existencial derivada del pensamiento de Kierkegaard. Entiende la alianza de sociedad y política como una Gran República y en Sociología de la vida cotidiana plantea esta como el espejo de la historia, teniendo su análisis poder de transformación.
Y finalmente (1947), neoyorquina y graduada en Filosofía en Harvard, donde es profesora. De su colaboración profesional con Amartya Sen resultó la teoría de las capacidades, que evalúa el desarrollo planteando un modelo más justo. Destaca por su defensa de los derechos de las mujeres. En 2012 recibió el premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Defiende el cultivo de las humanidades como promotoras del espíritu crítico y de la comprensión de la complejidad del mundo en que vivimos, como bien cuenta en Sin ánimo de lucro , donde leemos: "El conocimiento no garantiza un buen comportamiento, pero la ignorancia es una garantía virtual de mala conducta".
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