Crónica de París bajo la ocupación nazi

modianookNobel 2014. Con el premio llegaron las reediciones de los libros de Patrick Modiano. "Dora Bruder" recrea la vida de una joven y su final en Auschwitz.

Una nota en un viejo diario de 1941 en la que se anuncia la búsqueda de una adolescente desaparecida en París durante la ocupación nazi es el indicio que desencadena la narración en Dora Bruder , un breve relato, más cerca de la crónica que de la novela, del Premio Nobel de Literatura 2014, Patrick Modiano.

La descripción detallada de la chica de 15 años, su estatura, su ropa, y la dirección de sus padres en un bulevar parisino, pone en movimiento una escritura que avanza en la forma de una investigación, una pesquisa que se desenvuelve tanto en las calles de París como en archivos documentales pero, sobre todo, en la memoria personal del narrador. Establecer correspondencias, por tenues que sean, entre el pasado personal y los ínfimos retazos de vida de esa adolescente que terminó en las cámaras de gas de Auschwitz, es el trabajo de esa búsqueda insistente, que logra así dar espesor y vida al destino trágico de Dora y de tantas como ella. "Lleva tiempo conseguir que salga a la luz lo que ha sido borrado", susurra Modiano, que en sus relatos ha acometido obsesivamente la tarea de desenterrar ese pasado oscuro de la Francia ocupada, la persecución a los judíos franceses por parte de sus propios connacionales y el colaboracionismo puesto en evidencia en toda su complejidad en el guión de una película como Lacombe, Lucien , de Louis Malle. Con paciencia de arqueólogo, reconstruye la vida humilde de los padres de Dora, judío austríaco, enrolado en la Legión Extranjera y herido de guerra, él; húngara, ella; que internan a su hija en un colegio católico porque no pueden mantenerla o porque consideran que así logrará estar a salvo de las requisitorias nazis. Pero Dora es rebelde, se escapa una y otra vez. Es imposible saber en qué medida los esfuerzos de sus padres por encontrarla incidieron en su deportación.


Pero es París, la gran ciudad testigo del tiempo, la verdadera protagonista de este relato. La descripción de las calles y cafés, en la agitación de la vida cotidiana, se ve de pronto atravesada por la densidad de los hechos del pasado que, como capas geológicas, están allí, presentes, de manera inquietante. "Algunas noches la ciudad de ayer se me aparece con reflejos furtivos detrás de la de hoy", escribe. La actividad del novelista, además de "dar fe" de esas existencias segadas por el nazismo, se presenta como un medio privilegiado para captar "un vago reflejo de la realidad".


El tema de su propio padre, recurrente en la narrativa de Modiano, reaparece en esta crónica de manera fragmentaria. Detenido durante la ocupación, ese episodio es una referencia para tratar de buscar sutiles puntos de contacto con Dora –¿era ella la muchacha que iba en el coche celular, entre muchos otros, junto con el padre detenido?–, una búsqueda circular por medio de la cual la historia lo interpela en lo más íntimo. "Quizás soy yo quien ha querido que mi padre y ella se cruzasen en ese invierno de 1942. Por muy diferentes que fuesen, habían sido catalogados en la misma categoría de réprobos." Magros son los resultados de la investigación sobre Dora Bruder, pero las fotos recopiladas, los datos sobre el destino de Dora y su padre camino a Auschwitz, una carta conmovedora de otro deportado en la misma fecha que ella, logran el objetivo de sacar su existencia del anonimato y adoptar esa experiencia traumática como propia. No obstante, podemos preguntarnos si es suficiente, sobre todo en un texto anfibio entre la novela y la crónica.


Los temas y procedimientos puestos en juego por Modiano en este relato pueden reconocerse, también, en sus ficciones, el trauma del nazismo y el tema de la identidad toman formas diversas pero allí están. En La calle de las tiendas oscuras , por ejemplo, ganadora del premio Goncourt en 1978 y reeditada este año, la investigación obsesiva por distintos rincones de París es encarada por un detective privado que sufre de amnesia. La situación, de una ironía digna de Bustos Domecq pero sin el menor rastro de humor, orienta una búsqueda por archivos y rincones de París que responde a la angustia por develar la propia historia; aquí, la identificación con las vidas ajenas es llevada al extremo de no saber si esa vida es efectivamente la propia, si la figura de la foto es uno mismo. El espacio se carga de dramatismo y oscuridad, cada nuevo lugar en el que ha sucedido una escena del pasado lleva la carga potencial de un crimen. Y París se cubre de sombras de un tiempo ominoso. En La calle... los oscuros personajes de otro tiempo permanecen agazapados en algún sitio y sus voces todavía resuenan en el teléfono, así como en Dora Bruder el padre teme haber visto, años después de la ocupación, al comisario Schweblin, responsable de la detención de judíos. Publicada en francés en 1999, Dora Bruder nos llega quizás a destiempo a los argentinos que no podemos más que confrontar este texto con la diversidad de relatos locales sobre los desaparecidos, en particular aquellos escritos por los hijos. Frente a la frescura o la irreverencia de voces como las de Félix Bruzzone o Laura Alcoba, cuesta sentir el pathos de Modiano como actual, más allá de la maestría de su escritura. En todo caso, se espera urgentemente en las librerías la reedición de las restantes novelas del Nobel, tan difíciles de encontrar.

Fuente: Revista Ñ de Clarín

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