La mitad de los estudiantes judíos y la mitad de los estudiantes árabes de Israel no quieren tener contacto entre sí

estudiantesokEstudio señala que los niños judíos laicos también rehúyen de sus pares ultra-ortodoxos, etíopes y discapacitados.


Un nuevo estudio descubrió que alrededor de la mitad de los estudiantes judíos laicos y de los estudiantes árabes no están interesados en tener contacto entre sí.

Incluso cuando los niños son pequeños, en los primeros años de la primaria, no quieren estudiar con los que son distintos a ellos, ni jugar con ellos durante el recreo o reunirse luego de la escuela, según el estudio que llevó a cabo la Ono Academic College.

Los niños judíos laicos tienden a rehuir de los que son distintos a ellos, ya sean los otros niños ultra-ortodoxos, de origen etíope o tengan necesidades especiales. Sin embargo, la intolerancia que existe hacia estos grupos va menguando a medida que los niños van creciendo, mientras que es más persistente la antipatía que tienen los niños árabes y judíos entre sí.

Sin embargo, los hallazgos dejan una posibilidad de esperanza, los cuales indican que el sistema educativo podría desempeñar un rol si desea contribuir a cerrar la brecha, al menos con respecto a la intolerancia de algunos de los grupos. La investigación, llevada a cabo por Erez Yaakobi, Limor Adi-Bensaid y Yuval Elbashan, involucró una muestra representativa de 2.066 estudiantes de entre 8 y 18 años de todo el país y se propuso establecer si los niños, al igual que los adultos, rehúyen de ciertos grupos demográficos.

Incluso entre los estudiantes más jóvenes, de entre 8 y 11 años, el 48 por ciento de los estudiantes árabes y el 47 por ciento de los estudiantes judíos laicos no quieren tener contacto entre sí. Entre los chicos de 12 a 14 años, se observó una leve disminución en el grado de exclusión social (hasta 45 por ciento entre los árabes y hasta el 39 por ciento entre los judíos laicos). La tendencia de antipatía por los judíos se mantiene entre los estudiantes árabes de 15 a 18 años a un nivel del 34 por ciento, pero entre los estudiantes judíos laicos de ese grupo etario, la exclusión social de los árabes llega a aumentar, a un 45 por ciento.

Cuando los investigadores observaron las actitudes de los estudiantes judíos laicos hacia judíos de distintos entornos, hallaron que su deseo por excluir socialmente a los pares ultra-ortodoxos oscilaba entre un 23 por ciento a un 36 por ciento, dependiendo de la edad del encuestado. La tendencia de los estudiantes ultra-ortodoxos a rehuir de sus semejantes judíos laicos fue incluso más alta, al oscilar entre un 36 y un 41 por ciento. Aparentemente, estos niveles relativamente altos reflejan la amenaza que se ha detectado que el otro le plantea al propio sentido de identidad de los estudiantes.

Entre los 12 a 14 años es cuando los niños se abren más

Entre los estudiantes ultra-ortodoxos y los estudiantes judíos laicos, los niveles más bajos de antipatía se observaron entre los que tienen entre 12 y 14 años de edad. Una explicación posible es que en esta etapa de sus vidas, hay más apertura de conocer a gente que es distinta porque son menos intensas las presiones para comportarse de acuerdo a las convenciones sociales. Si bien se está procesando todavía la información sobre las actitudes que tienen los estudiantes ultra-ortodoxos para con los árabes, la primera impresión es que por lo general muestran antipatía por sus pares árabes, "como si no existieran", señaló Elbashan.

La exclusión social que muestran los estudiantes judíos laicos hacia los árabes y hasta en cierto punto hacia sus pares ultra-ortodoxos se extiende también hacia sus semejantes judíos etíopes y hacia los estudiantes que se ven limitados a estar en silla de ruedas. La antipatía hacia los etíopes, que es de un 23 por ciento en el grupo etario más bajo de los estudiantes judíos laicos, disminuye a un 11 por ciento en la secundaria. El hallazgo indica que las cosas pueden ser distintas, que se pueden reducir las actitudes de exclusión social y que los mensajes que fomentan la aceptación y la igualdad pueden, a la larga, influir las actitudes de los jóvenes.

Las medidas de exclusión social, un área relativamente nueva de la investigación social, intentan determinar la forma en la que se relacionan en los espacios públicos los diversos grupos. El tema de estudio no solo abarca expresiones tangibles de diferencias que se pueden medir, por ejemplo, con respecto a las desigualdades económicas. Abarca también aspectos más simbólicos como el hecho de encontrarse con alguien que es distinto. Mientras tanto, se obtiene una medición más compleja y más multidimensional de la realidad social.

Quizás aquí las investigaciones sobre exclusión social estén ganando adherencia y apoyo en un contexto en el que se reconoció que la sociedad israelí no es homogénea. En este estudio en particular, se les planteaban cinco preguntas a los estudiantes preguntándoles hasta qué punto desearían acercarse a otras personas de la misma edad que pertenecen a otros grupos demográficos. Con respecto a la cercanía sobre la cual se les preguntaba a los estudiantes, las preguntas se extendían desde el estar dispuesto a estar en la misma clase que los integrantes del otro grupo hasta estar interesado en juntarse con ellos fuera de la escuela.

La otra división es la que está basada en el estatus socioeconómico. En un congreso que tuvo lugar en el Van Leer Institute en Jerusalén hace dos semanas aproximadamente, Nurit Lipstadt, de la Autoridad Nacional del Ministerio de Educación para la Medición y Evaluación en Educación, esbozó las disparidades que existen incluso a la hora de evaluar los resultados en la así llamada "prueba estandarizada Meitzav" y los exámenes de ingreso que rinden los estudiantes de distintos entornos socioeconómicos.

Lipstadt hizo un seguimiento del progreso que tuvieron los estudiantes de diversos entornos, desde el puntaje que obtuvieron en el examen Meitzav en 8° grado hasta los exámenes de ingreso que rindieron previo al momento de graduarse de la secundaria en las asignaturas de Inglés y Matemática.

La evidencia que proporciona un indicio de que no son tratados de igual forma los estudiantes que obtienen puntajes similares en sus pruebas pero que son de distintos entornos socioeconómicos llegó en la mitad de su conferencia. A pesar de los puntajes similares, solo un 35 por ciento aproximadamente de entornos socioeconómicos más vulnerables dieron exámenes de ingreso avanzados de inglés, comparado con un 60 por ciento aproximadamente que proviene de entornos más acomodados. La situación se presenta de manera similar a la hora de observar los puntajes en Matemática.

Lipstadt indicó que en uno de los temas que está investigando se analiza hasta qué punto hay igualdad de oportunidades para los estudiantes de los primeros años de la secundaria y para los estudiantes de bachillerato. Sus hallazgos, al igual que las actitudes de los estudiantes para con pares que son diferentes, indican que el sistema educativo tiene su propia lógica interna.

Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

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