Del dolor a la esperanza

manopoderosaok... El Holocausto nos enseñó que siempre, en cualquier circunstancia, debemos comportarnos en forma moral. La moralidad humana no se pone a prueba cuando todo está bien, sino cuando enfrentamos el sufrimiento del otro, aun cuando tenemos todas las razones para ver sólo el sufrimiento nuestro.


Yair Lapid – Discurso del 20 de agosto pasado (2014) en Berlín, en la Plataforma 17, donde está el memorial del Holocausto

Estamos viviendo tiempos muy difíciles. Hechos irrefutables indican que Israel está pasando momentos críticos: las conversaciones de paz con los palestinos interrumpiéndose el pasado abril; el secuestro y asesinato de tres jóvenes judíos en junio; la guerra ¨Peñón Firme¨ del verano con un saldo grave de víctimas y destrucción; el asesinato y cremación de un joven árabe en Jerusalén, el sangriento asesinato de feligreses en una sinagoga de Jerusalén; incidentes en el Monte del Templo con petardos y bombas lacrimógenas, enfrentamientos callejeros con pedradas y bombas molotov (¿es o no el comienzo de otra intifada?); pintadas de ¨muerte a los árabes¨ en las paredes e incendio provocado en la prestigiosa escuela bilingüe de Jerusalén  los valores democráticos desvaneciéndose en el consenso social, el gobierno presentando iniciativas legislativas de carácter discriminatorio sin contenido ético judío ni espíritu democrático; un creciente descrédito en el escenario internacional.

A veces me pongo apocalíptica y me pregunto si este conflicto acabará con la superioridad militar israelí y con Israel en general y temo que las palabras de Shabtai Shavit (ex director general del Mossad) -La nación de Israel galopa ciegamente hacia la guerra de Bar Kojba contra el Imperio romano. El resultado de ese conflicto fueron 2000 años de exilio- sean proféticas.

He vivido estos últimos meses sumergida en la impotencia y la desesperación y sin poder abrigar ninguna esperanza. Me identificaba con Mafalda en su: paren el mundo que quiero bajarme.

¿Cómo recobrar la mínima esperanza que se necesita para vivir? Me aferré al mensaje de una asociación que agrupa a la gente más triste en este conflicto, y a la vez la más audaz y optimista: las familias shakulot (intraducible término hebreo, que se aplica a familias que han perdido miembros en la guerra o actos terroristas). Y sobre esa gente quiero contar.

Hay dos elementos destacables que la caracteriza : creen que el círculo sangriento no es un inexorable mandato del destino, sino que es una desgracia de la cual nadie saca provecho, sólo tiene perdedores y que ese círculo se puede y se debe romper. Y entienden que el dolor es el mismo dolor de los dos lados del conflicto. Ambos aspectos están integrados en el nombre de su agrupación: FORUM ISRAELI-PALESTINO DE FAMILIAS SHAKULOT POR LA PAZ.

Fue fundado en 1994 por un israelí judío religioso, cuyo hijo hacía poco había sido secuestrado y asesinado por miembros del Hamas mientras hacía su servicio militar. ¨Había muerto porque no había paz. Sentía que había fracasado como padre porque nunca había hecho nada para ayudar a que esa paz llegara¨. Tuvo la inspiración de darle al duelo un sentido diferente. Y se abocó a formar un grupo de familias shakulot. De las 350 familias que invitó, sólo 44 recogieron el guante. Con ellas comenzó el grupo que ya cumplió 20 años de existencia y tiene 620 familias miembros.

En vez del odio destructor y la persecución de venganza, estas familias luchan porque la pérdida de ellos y de miles de otras familias de los dos bandos, sea la base de una reconciliación que pueda ser el prólogo de una futura paz. Ven al ¨otro¨ como un ser humano y tratan de entenderlo.

Durante la guerra de ¨Peñón Firme¨, en momentos en que predominaba una narrativa combativa de violencia, destrucción, racismo, muerte, todas las tardes ocurría una especie de milagro en la explanada de la Cinemateca de Tel Aviv. El Fórum levantó una carpa de diálogo, tolerancia y reconciliación, bajo el lema: ESTO NO PUEDE TERMINAR SIN HABLAR, y durante 70 días (50 de guerra y 20 después), tuvieron lugar allí círculos de diálogo entre israelíes y palestinos. Los participantes cuentan su experiencia. Los demás lo rodean y lo escuchan. Son largas conversaciones en que se escuchan unos a otros. Y se comprenden, porque los que escuchan también vivieron esa experiencia y saben lo que es ese dolor. Tienen valor y resistencia, ya no tienen lo qué temer, ya les pasó lo peor. No se trata de competir sobre quién es más víctima, quien sufre más, ni tampoco se buscan culpables.

El 21 de setiembre, Día Universal de la Paz, coincidió con el día que se levantó la carpa. Ese día llegaron al lugar 100 palestinos de la Margen Occidental para celebrarlo. Dado el clima ideológico predominante en la sociedad israelí, el reconocimiento por parte de estas familias del sufrimiento del otro, hablar de madres palestinas para las cuales la muerte de un hijo es lo peor que les puede pasar, exactamente como a una madre judía, es casi una conducta subversiva.

Las experiencias de los dos lados del conflicto son horribles. En ese fórum participan padres que han perdido no sólo uno, sino dos hijos. Familias que arrastran duelos desde la guerra del 48, en la que perdieron padre y/o hermanos. Hay sobrevivientes de la Shoa, que después de todo lo que sufrieron les tocó perder un hijo o un nieto.

Además del papel terapéutico que tiene el contar y ser escuchado, para estos familiares dolientes es una forma de darle sentido al duelo. Lo ven como la posibilidad de hacer con él algo positivo, algo que pueda traer alguna mejoría al mundo. Ponen su dolor al servicio de una causa noble. Y, como varios de ellos dijeron, eso es lo que les da fuerza para levantarse por las mañanas.

Se trata de una asociación con muy poca exposición mediática. No buscan ser reporteados en los diarios ni aparecer en programas televisivos. Los medios tienen exigencias –ser provocativos, mostrar celebridades- que no van con la naturaleza del grupo. No tienen afiliación partidaria ni hacen lobby, no aspiran a entrar en la política. Su actividad, dicen, se desarrolla más bien en el ámbito sicológico. Tiene que ver con el enojo, el miedo, el odio y el desconocimiento del otro, el que está del otro lado. Se trata de entrar en los zapatos del otro. ¨Hacemos un trabajo educativo lento, del día a día, con la esperanza de que tendrá influencia a largo plazo.

No obstante, últimamente se han hecho más evidentes por una película documental israelí, ¨En el ojo de la tormenta¨ Cuando los enemigos se vuelven hermanos, de la directora Shelley Hermon. Impresionante y conmovedora, documenta la vida de dos padres en duelo –Rami Eljanan, un israelí y Bassam Aramin un palestino- que se han convertido en los más cercanos amigos a través de la peor de las tragedias.

Rami, cuya hija de 14 años fue asesinada en una calle de Jerusalén, cuando 3 terroristas suicidas mataron otras 4 personas, dice: ¨El ingreso al Fórum cambió mi vida. Desde entonces dedico mi vida a este uno y único tema¨. Va de persona a persona, de oreja a oreja, expresando su verdad a todo quien esté dispuesto a oírlo. Y también a los que no. El cambio es posible, cree. ¿Qué puede haber llevado a esos jóvenes a estar tan enojados y desesperados como para decidir inmolarse? Se pregunta. Los hombres no nacen asesinos. Su mensaje es simple: la única forma real de promover un cambio es a través de la discusión de corazón a corazón, con una persona por vez. Rami dice: "Nosotros no tenemos expectativas de nuestros políticos, tenemos que trabajar desde abajo."

La hija de Bassam, de 11 años, fue alcanzada a la salida del colegio por una bala de un soldado israelí que perseguía a unos chicos que le tiraban piedras. "Si quieres cambiar a los demás, primero tienes que cambiarte a ti mismo, salir de la burbuja. Las paredes de la mente son mucho más difíciles de derribar que cualquier tipo de muro físico¨ dice.

La profunda amistad de estos hombres es tangible. Ambos pagaron el costo humano de la violencia y llegan a la conclusión de que todos los protagonistas son víctimas de la situación. También el terrorista que asesina. A pesar de que pertenecen a dos sociedades separadas por una pared de miedo y odio, frente a sus tragedias, encuentran una forma de pacificación y cooperación, eligen promover la paz y la cooperación. Tratan de cambiar perspectivas lejos de la retórica del pensamiento en blanco y negro, reduciendo el miedo a través de la humanización del enemigo, suavizando posiciones y denunciando la costumbre -en ambos bandos- de utilizar el victimismo, para victimizar a otros.

Otra de las formas de darse a conocer del Fórum ir a escuelas y hablar con los estudiantes. Les cuentan sus historias y discuten sobre el conflicto. En una escena de la película se ve a Rami hablando con un grupo de adolescentes en un colegio israelí. ¿Cuántos de ustedes viajaron al exterior? Pregunta. Muchas manos se levantan. ¿Quiénes conocen algún palestino? Ninguna mano se levanta.

Hay otras escenas que muestran la valentía de estos hombres para ir contra la corriente, pues en ambas sociedades (israelí y palestina) predomina el odio y el miedo. Su postura los pone en situaciones muy difíciles, a veces aún dentro de su propia familia. Ninguno de estos dos hombres representa una norma en sus respectivas sociedades; sin embargo, pueden servir como modelos e inspiración para aquellos que han sido heridos personalmente en el conflicto en curso.

A pesar los problemas, las diferencias y la asimetría que hay a cada lado del conflicto, hay dos cosas en las que coinciden los miembros de ambos lados en forma pareja y completa: el dolor y el deseo de llegar a una pacificación.

Con toda las complejidad de la situación en general y las dificultades que enfrenta el grupo en particular, es merecedor de optimismo el hecho de que la sociedad israelí permitió a los integrantes del Fórum sentarse en la explanada de la Cinemateca de T.V. día a día en momentos tan difíciles, con el apoyo o la tolerancia de la directiva de la Cinemateca, la Municipalidad de Tel Aviv y la Policía. Y que la película fue exhibida en el canal oficial de la televisión israelí.

La contemplación del dolor individual tiene que ver con la esencia del drama humano. El milagro de la compasión tiene una fuerza incalculable. No creo en aquello de ¨tú y yo vamos a cambiar el mundo ¨, de la canción de Arik Einstein. Pero sí que la historia no se hace sólo con los líderes, ni las guerras se ganan sólo con los generales, sino también con la gente común y los soldados rasos. Probablemente la paz no será conseguida por los políticos, en todo caso, no por los que nos gobiernan en este momento, ni la política partidaria debe ser el centro de todo.

Y siento que el enfoque de la gente del Fórum es una forma de cumplir con el mandato bíblico de ¨amarás a tu prójimo...¨ Y lo completo adhiriendo a una traducción más moderna que no pide ¨como a ti mismo¨, algo que es un imposible, sino ¨amarás a tu prójimo porque él es un hombre como tú¨. La concepción ética genuina reside precisamente en la posibilidad de ver en el "otro" - el que no tiene con nosotros afinidad nacional o ideológica- un ser igual a nosotros en su condición humana.

Renée Conijeski-Epstein

Herzlya, diciembre 2014

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