Benjamin busca su destino

elgraduado3okLa muerte del director Mike Nichols da la chance de repasar el proceso de filmación de su película más importante: El graduado, protagonizada por Dustin Hoffman.

"Una buena película está llena de secretos", dijo alguna vez el director Mike Nichols, fallecido la semana pasada en Nueva York a los 83 años. Nichols fue el responsable de varios hitos en el cine, pero ninguno tuvo la repercusión ni fue mojón de una generación como El graduado, filmada en 1967.

Basta cerrar los ojos para que las imágenes aparezcan como en cascada: Dustin Hoffman, encarnando al joven Benjamin, corriendo como poseso detrás del ómnibus donde va su joven amada, Elaine. Dustin Hoffman viendo el busto desnudo de Anne Bancroft. Dustin Hoffman llegando a la iglesia donde se está casando Elaine y gritando: "¡Elaaaine!" como un desesperado. Son fotos mentales míticas, que se envuelven en la memoria no ya de cualquier cinéfilo que se precie de tal, sino de cualquier ser humano que haya visto la película.

Pero el tiempo develó los secretos del principio y una buena forma de celebrar la vida de Nichols es repasar la génesis de la película que dejará su nombre entre los grandes del cine de su país. Hace un par de años, la revista Vanity Fair entrevistó al productor del filme, Lawrence Turman, y narró las incidencias del proceso que lo llevó a poner aquella casi desapercibida novela en la pantalla.

En 1963, Charles Webb escribió una historia sobre sus experiencias de adolescente que egresa de Secundaria y se enfrenta a la vida de adulto. Turman leyó la crítica de The New York Times, que no era muy favorable. Luego leyó la novela, le gustó y compró los derechos para filmarla. Convenció al entonces director teatral de éxito, Mike Nichols, para que la dirigiera. Pero a Nichols no le convencía el guión. Además, Turman no tenía más medios.

Debió aguardar cuatro años más con el proyecto parado, mientras realizaba cambios en el guión y esperaba financiación. Para 1967, logró convencer a otro productor de Hollywood, Joe Levine, a que pusiera lo necesario para tener un elenco digno. Los productores se habían imaginado al atlético y rubio Robert Redford como Benjamin, la modélica Candice Bergen en el rol de Elaine, la felina Ava Gardner como la "come niños" Mrs Robinson, y el energético Gene Hackman como su engañado marido. Si eso hubiese sucedido, era otra película de la que estaríamos hablando.

En una de las pruebas de casting, Redford decía bien sus líneas pero Nichols no estaba del todo convencido. Le dijo que creía que ese rol no era para él. "¿Por qué?", lo inquirió Redford. "Porque no sos un perdedor", le dijo Nichols. "Claro que puedo ser un perdedor", dijo Redford.

"¿Alguna vez te dejó una chica?", lo cuestionó Nichols. A lo que Reford respondió: "¿Cómo 'dejar'?, ¿qué quieres decir?". La respuesta estaba dada.

En su lugar, el elenco final tuvo al lánguido y vergonzoso Hoffman en el rol protagónico, aunque antes se barajaron para ese personaje unos 15 actores de primer nivel, desde Warren Beaty a Steve McQueen. Hasta el propio Hoffman creía que el rol era de un rubio y musculoso joven californiano, no de un morocho e imberbe joven judío como él. Pero Nichols le tuvo fe y de la serie de cientos de actores que probó para Benjamin, Hoffman fue el elegido. Y esa película le cambió la vida.


La laciada Katherine Ross fue Elaine, aunque tampoco su nombre estuvo entre las primeras 10 actrices de la lista de potenciales. Desde Jane Fonda a Ann-Margret fueron candidatas. La magistral Anne Bancroft (que con tan solo 36 años hacía de matrona veterana), completa un triángulo que deja al joven Benjamin en la encrucijada más fuerte de su existencia. Las canciones de Simon & Garfunkel le resuenan y Benjamin continuará corriendo sin parar pero no en un maratón de la muerte, sino en el maratón de su vida. Y de la nuestra

Fuente: el observador.com.uy

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