Oh, nuestra humanidad

pazparaisraelokHasta para los israelíes soy un optimista empedernido. Pero la verdad es que los acontecimientos más recientes están haciendo que sea cada vez más difícil seguir siendo optimista. No es que nos falte visión u oportunidad política. Lo que ocurre es que estamos perdiendo nuestra humanidad.

Me desperté esta semana con la noticia de que miembros de mi pueblo fueron asesinados mientras oraban en una sinagoga. El rechazo a este bárbaro acto terrorista fue inmediato, vociferante, e inequívoco en todo el mundo. Sin embargo, a medida que la letanía de condenas gubernamentales y editoriales aparecía en los medios de comunicación, tuve una profunda sensación de alienación e incomodidad. Gente judía fue masacrada con cuchillas de carnicero y, de alguna manera, el evento se posicionó inmediatamente en términos políticos de pérdidas y ganancias. Hoy, el mundo estuvo de nuestro lado.

A medida que se dieron a conocer los detalles de este horror, mis primeros pensamientos no fueron para los perpetradores o las implicancias futuras que este acto tendrá para Jerusalén, Israel, y las relaciones entre israelíes y palestinos. En realidad, mi primera respuesta no fue un pensamiento sino una sensación de dolor en el corazón. Me imaginé lo que las personas que estaban orando sintieron cuando vieron invadidos su espacio religioso que consideraban seguro y la impotencia que deben haber sentido al tratar de esquivar los cortes de las cuchillas y las puñaladas. Pensé en lo torpes que se deben haber sentido con las talitot envueltas alrededor de sus cuerpos y los tefilin atados a sus cabezas y brazos al intentar escapar. Sentí su miedo y su horror, y me dolió el corazón.

Es cierto que el silencio es ese terreno fértil en el que prospera el mal. Pero, ¿cómo es que hemos llegado a una situación tal en la que la condena de un acto de maldad de esta índole es una noticia de interés periodístico y no algo evidente por sí mismo, y además es algo exigido en el contexto de un apoyo político? ¿Cómo llegamos a una situación en la cual el conflicto palestino-israelí se ha denigrado a una situación tal en la que todo se filtra a través de la lente de un juego político de suma cero?

¿Es que este asesinato fue algo bueno para Israel? Para evitar, Dios no lo quiera, un resultado así, las redes sociales palestinas y árabes se llenaron de posteos que traducían el terrorismo en un acto de gran heroísmo, un logro a ser celebrado. El liderazgo palestino condenó el acto, pero se aseguró de que nadie olvidara el contexto y condenó también el mal que está siendo perpetrando contra los palestinos en Jerusalem y en otros lugares. La muerte de un conductor de autobús palestino que se suicidó se convirtió en un asesinato a manos de los israelíes y por lo tanto contribuyó a hacer aparecer el día como más equilibrado en materia de víctimas.

¿Es que este asesinato fue algo bueno para Israel? La Oficina de Prensa del Gobierno difundió ampliamente las horribles imágenes, para que todo el mundo viera la verdad de la situación a la que nos estamos enfrentando. Los políticos israelíes se apresuraron a atribuir la culpa a la Autoridad Palestina para poder maximizar la validez de nuestro reclamo político de que el status quo actual es responsabilidad de ellos. Otros se apresuraron a llamar a la acción y a la venganza para reforzar su apoyo entre el electorado israelí y fortalecer su posición de ser quienes verdaderamente se preocupan por la vida judía y la seguridad de Israel. Oh, nuestra humanidad.

¿No podríamos haber esperado 24 horas antes de que nuestra realidad política se hiciera cargo? ¿No podríamos haber dejado a la tragedia expresarse por sí misma? ¿No podríamos haber aprovechado la oportunidad para dejar emerger nuestra humanidad?

El final del juego político es claro: una solución de dos estados, con Israel y Palestina viviendo lado a lado en paz, con dignidad y seguridad. Nuestras fronteras, las líneas anteriores a 1967 modificadas con intercambios de tierras para tener en cuenta las realidades sobre el terreno y un compromiso que permita tanto a israelíes como a palestinos tener a Jerusalem como la capital de su estado.

Quienes anhelan la paz en el Medio Oriente deben comprender que la realidad sobre el terreno ha cambiado profundamente. El desafío al que nos enfrentamos cada vez más es una pérdida de nuestra humanidad, o más exactamente, nuestra incapacidad de ver al otro como tal, mucho más que la expansión de los asentamientos, el poder ascendente de Hamas y las limitaciones de la dirigencia política actual.

Todos los seres humanos son creados a imagen de Dios y dotados de derechos inalienables. La tarea de los políticos es lograr simultáneamente maximizar esos derechos para los ciudadanos propios y aplicarlos a los vecinos. Hemos perdido de vista esta simple verdad. El terror está ganando.

Es cierto que tenemos que combatir el terror no sólo con denuncias verbales sino con políticas y acciones que expresen el derecho a la legítima defensa y nuestra responsabilidad de luchar contra el mal. Pero también debemos combatirlo reconociendo no sólo las pérdidas en vidas humanas que exige sino también las pérdidas en materia de sensibilidad humana que conlleva.


La paz no es simplemente una plataforma política. Es un valor y una aspiración fundamentados en nuestra humanidad. Para avanzar, tenemos que educar, restablecer el diálogo y volver a conectarnos con esa humanidad, para que así la paz pueda llegar a ser una realidad.

Traductor: Daniel Rosenthal

 

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