Muchos inmigrantes se van a otros países

inmigrantes12novLos inmigrantes que no son judíos según la ley judía son marginados en Israel

Israel ha invertido grandes cantidades en la exitosa absorción de nuevos inmigrantes, pero las nuevas cantidades de personas que se van empañan el éxito de este esfuerzo. Según la Oficina Central de Estadísticas, la mitad de los israelíes que se fueron del país en el año 2012 durante más de un año fueron inmigrantes que no nacieron aquí.

A un tercio de los que se fueron los designaron como "los otros", término que se reserva para los inmigrantes que son considerados judíos para obtener la ciudadanía pero que no lo son según la ley judía (halajá).

Yogev Karasenty, asesor de la Agencia Judía, presentó hace poco tiempo estas cifras en la Knéset contra el telón de fondo del debate sobre la reforma en materia de conversión. Cree que los números indican un problema en el proceso de absorción de estas personas. «El número de inmigrantes que llegaron y se fueron es tan alto que a uno lo hace sentirse incómodo», dice. «Nos gustaría ver que estos inmigrantes se insertaran mucho mejor en la sociedad israelí, y estamos convencidos de que si llega a existir una conversión más accesible, las cosas van a cambiar rotundamente». Esa es la nueva palabra que anda rondando: "conversión accesible".

«La conversión es un proceso de aceptación en la sociedad israelí», dice Karasenty. «Es equivalente al hecho de servir en el ejército, y no es coincidencia que se hayan vinculado las dos cosas. Estos dos marcos otorgan el aval de "israelidad", sin el cual se ve afectado el sentido de pertenencia de la persona».

En respuesta a la afirmación de que los números no indican que los problemas de conversión tienen la culpa, Karasenty dice que todo aquel que piense lo contrario debe brindar una explicación alternativa en cuanto a los amedrentadores números. «La conversión es parte del tema, no lo es todo, pero es algo que se destaca. Cuando uno se convierte, uno se vuelve parte del grupo mayor y adquiere un sentido de pertenencia. Cuando no eres parte del grupo, es más fácil marcharse. El hecho de que incluso la cadena de televisión CBS los etiquete como "los otros" resalta lo marginalizados que están».

Tratando de oír algunas historias que hay detrás de las estadísticas, Haaretz conversó con inmigrantes de la ex Unión Soviética que decidieron irse de Israel, incluso con algunos de los que fueron definidos como "los otros". Algunos enfrentaron dificultades al llegar mientras que otros se sintieron como en casa inmediatamente. Todos ellos se ven como israelíes y consideran a Israel como su hogar. Aquellos a los que no se los consideró como judíos según la Halajá indicaron que este es un componente fundamental en su sentido de no pertenencia.

«Llegué de Moscú a los nueve años de edad, pero me definen como "otra", como un cerdo», señala con amargura Neta Kunin, de 34 años de edad. Hace un año, se fue a Barcelona con su pareja. «Es cierto que los rusos que no son judíos se van porque se los trata como a ciudadanos de segunda clase. Uno no lo siente a diario pero cuando te tienes que casar o te tienen que enterrar, no puedes hacer nada. Yo no me alisté en el ejército por ese motivo: ¿por qué debo prestar mis servicios si luego me van a enterrar fuera del cementerio, en caso de que algo suceda? »

Kunin indica que el tema de la judeidad surge antes del casamiento. Les decía a los hombres que iba conociendo que ella no era judía según la ley judía. «Conoces al hombre más laico, y mientras le echa un mordiscón a la langosta, declara que sus hijos tienen que ser judíos», relata con malos pensamientos. Tuvo parejas que no les decían a los padres que ella no era judía. Los padres y los abuelos de ella la están presionando para que se convierta, pero tuvo una experiencia traumática con el calvario. Ya lo intentó tres veces. «La primera vez fue con una instructora rabínica de mujeres que nos torturaba de todas las formas posibles». Kunin señala que el proceso implica aprender a saber diferenciar un huevo kasher de uno que no lo es, aprender a ser mujer, a cocinar, a hacer que los platos sean kasher, metiendo un poco de judaísmo.

«Volví a intentarlo hace dos o tres años, ya que me había enterado de que había habido una reforma que había facilitado las cosas. Era más fácil, estando hombres y mujeres juntos en la clase, pero el profesor hablaba como si no tomara en serio nuestros estilos de vida». Lo que le molestaba era que los israelíes oriundos del país no tuvieran que pasar por todo eso para que se los considerara judíos. « ¿Por qué debo pasar por el infierno, y mentir, para ser igual a ellos? En todos estos casos, las mujeres les mienten a los tribunales rabínicos. No hay nadie que yo conozca que luego cumpla con las normas. El proceso no hace más que producir mentirosos que se mofan de todo el procedimiento». Aguantó más tiempo al intentarlo por tercera vez, pero volvió a rendirse.

«A mí me parece que alguien que haya vivido aquí durante 20 años, que habla hebreo y que se gana la vida trabajando, debería ser capaz de rendir una breve prueba de historia judía y volverse judío; ¿por qué toda esta tortura y todas estas mentiras? »

Luego de haber vivido un año en Barcelona, nadie le pregunta si come kasher o si es cristiana. No tiene intención de volver. «En Israel se da una lucha diaria por la supervivencia de personas que se pelean entre sí, mientras buscan las maneras de expresar su frustración».

El rabino Shaul Farber de la ONG Itim, la cual acompaña a los inmigrantes durante el proceso de conversión, conoce a una pareja que se marchó luego de haber pasado por el mismo. Tras un largo proceso, se negaron a casarse cuando les iban a dar los papeles de conversión, por lo cual esta fracasó. «No creo que todos se vayan por estos motivos, pero es un factor», indica.

«El problema no se encuentra en la halajá, sino en las personas que dirigen las cosas. Uno tiene que encontrar soluciones para las personas que se ven como judías, como individuos que pertenecen a las comunidades judías. Algunos dirán "Que se vayan", pero quiero decirles que a ellos también les pertenece Israel».

Kunin cree que a los inmigrantes les es más fácil marcharse dado que ya inmigraron una vez, a diferencia de los israelíes cuyas raíces se encuentran aquí. «Nací en un país que ya no existe, de manera que mi hogar es Israel».

Inmigrantes por segunda vez

Lena Dagtiar, también de 34 años, quien llegara a Israel a los 12 años de edad, piensa también así. «Fue más fácil para mí ya que no había nacido allí». Al igual que Kunin, el Rabinato no la considera judía. Estudió Biología en Israel y no dejó escapar una oferta proveniente de Berlín. La cuestión de la judeidad es parte del discurso de la gente en Israel, la cual la hizo sentir que no pertenecía. «Lo hablan continuamente, lo cual te hace sentir que no eres parte».

«Le decía a la gente que no era judía, para dejar las cosas en claro, y hasta llegué a considerar la posibilidad de convertirme, pero luego decidí que no era algo importante». Estaba sumamente enojada porque su hermana no se había podido casar en Israel. «Cuando llegué a Berlín, pensé que iba a volver, pero por ahora no va a ser así. Lo que me permitió resolver la cuestión fue el tema de la mentalidad en Israel: todo el mundo se mete en tu vida privada y opina sobre tu estilo de vida. En Berlín, sientes que puedes ser lo que quieras y no pasa nada. Es algo muy especial». La situación económica también desempeñó un rol, ya que en Berlín puede llegar a fin de mes, no así en Israel. No obstante, aún sostiene que se siente sumamente cómoda en Israel.

Sin embargo, A., que es judío, se sintió como un ajeno, como un "ruso" estigmatizado. «A mis hijos les dijeron de todo y no querían hablar ruso, lo cual me enojaba ya que anteriormente nos habían sometido a padecer el antisemitismo en Rusia. Aquí ellos se sienten orgullosos de sus orígenes».

Otros entrevistados señalaron que se habían marchado para buscar mejores oportunidades de trabajo, mientras observan que en Israel se sintieron cómodos y que aún se siguen sintiendo así. Solo en los nuevos países a los que se fueron pudieron entender lo que sentían muchos al inmigrar a Israel, en calidad de forasteros.

Fuente: Haaretz.com


Traducción al español: Rodrigo Varscher

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