Del asesinato a Rabin a la guerra de Gaza, alcanza la mayoría de edad una generación

yitzhak-rabin-1ok2Este es el año en el cual los niños que nacieron en 1995, cuyos primeros años de vida transcurrieron a la sombra del asesinato a Rabin, se pusieron los uniformes militares y tomaron las armas.

 Han pasado 19 años desde que fue asesinado el primer ministro Itzjak Rabin.

El número diecinueve es uno de esos aniversarios con los cuales la gente no sabe muy bien qué hacer. El número 20, 25, esos claramente son gran cosa. En esos años, sabemos cómo esperar un gran evento que conmemore el hito con el bombo y platillo de los medios de comunicación que acompañan.


¿Pero qué es lo significativo del número 19?

Para los israelíes de cierta edad, los que tienen 40 y largos años y los que tienen 50 y pico (los que en Estados Unidos constituirían el final de la generación de la explosión de natalidad post-Segunda Guerra Mundial), es un número importante.

Para nosotros, los primeros años de la década del 90 fueron la época de nuestra adultez joven, años de esperanza y de esfuerzo, de proyección y de construcción. Estábamos emprendiendo nuestras carreras, nos estábamos casando, estábamos invirtiendo dinero en los muebles para el living y para los juegos de vajilla, y estábamos aceptando hipotecas exorbitantes. En el momento en el que estábamos firmando los documentos de compromiso para 15 o 20 años, el año 2014 parecía estar muy lejos.

Fue un momento vigorizante el poder estar en esta etapa de la vida en Israel. Es cierto, hubo incertidumbre y nerviosismo en cuanto al futuro, esa es una parte insoslayable del panorama del Medio Oriente. No hubo una euforia ciega. Pero por primera vez después de mucho tiempo, el cambio, la esperanza y el optimismo flotaban en el aire. Se había estado formando desde la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, hasta la Ceremonia de la Casa Blanca de 1993 y hasta el Tratado de Paz con Jordania de 1994.

Al presentarse ese telón de fondo, el año de 1995 fue un año en el que muchos de nosotros decidimos formar una familia o añadir un segundo o tercer hijo a nuestros hogares. Esos bebés son los chicos que cumplieron 19 este año, los niños de 1995. Esos bebés representaron nuevas vidas que se concibieron en un momento en el que parecía que había una verdadera posibilidad de que pudiera llegar a alcanzarse un futuro de paz. Y así varias de mis amigas estaban embarazadas o cuidando bebés recién nacidos mientras miraban fijamente la pantalla del televisor con un incrédulo horror y mientras se enteraban de los detalles del asesinato que hizo añicos las esperanzas en la noche del 4 de noviembre.

Para muchas de ellas, el recuerdo del asesinato a Rabin y el recuerdo de las semanas de duelo que le siguieron están irremediablemente entrelazados con la experiencia de ser padres por primera vez. Una amiga se encontraba internada tras haber tenido a su hijo ese día, y se acuerda de haber estado sollozando en un estado de destrozo hormonal.
Otra recuerda que tenía seis meses de embarazo y que se sentía agotada, pero que hizo cola toda la noche en la Knéset esperando para ver el cuerpo de Rabin mientras lo velaban allí.

Por tanto, el hecho de conmemorar 19 años desde el asesinato es, de hecho, muy significativo. Este es el año en el que los niños que nacieron en 1995, cuyos primeros años de vida transcurrieron a la sombra del asesinato, realizaron el ritual de dirigirse al centro de reclutamiento de las Fuerzas de Defensa de Israel, se pusieron los uniformes militares y tomaron las armas.

Y sus padres los enviaron mirándolos con preocupación, mirándolos algunos de ellos como sus hijos, nacidos en 1995, que se sentaban en los tanques y en los túneles de Gaza durante la Operación Margen Protector.

Esta generación de padres israelíes no fue ajena a los enrevesados y polémicos conflictos: fueron los jóvenes soldados que se enviaron al Líbano en los años 80 y que cargan con el trauma.

Fueron pocos los que tuvieron la suficiente ingenuidad cuando nacieron sus hijos, ya sea antes o después del 4 de noviembre, como para creer en el trillado cliché israelí de que no tendrían que servir en el ejército sus hijos que recién habían nacido.

Pero ninguno pudo prever el desfile de operaciones que parecía interminable en el Líbano y en Gaza, las cuales caracterizaron al nuevo milenio.
«No creo que alguno de nosotros hubiera creído que se iban a terminar las guerras cuando ellos se hicieran grandes», me decía una amiga. «Pero por otro lado, ninguno esperaba que nuestros hijos se enfrentaran con guerras año por medio».

Y los conflictos afectan inevitablemente a todos los involucrados de forma trágica: a los civiles israelíes y palestinos y a los combatientes israelíes y palestinos. La mayoría de los 64 soldados que cayeron en la Operación Margen Protector eran tropas constituidas por personas de mayor edad y con más experiencia. Pero entre ellos había un grupo de chicos de 18 y 19 años de edad, que fueron concebidos y que nacieron cuando Igal Amir apuntó contra la esperanza y el optimismo que tenía la generación de padres de 1995.

Fuente: Haaretz.com

Traducción al español: Rodrigo Varscher

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