Israel y la Nueva Matemática con respecto al Medio Oriente

matematico-escribiendo-formulasokEn la realidad posterior a la Guerra de Gaza, los israelíes y los judíos de todo el mundo están siendo cada vez más conscientes de una nueva lógica que consideramos injusta, moralmente corrupta, y para algunos de nosotros, poco menos que antisemita. Esta ecuación oscura, aunque toma múltiples formas y matices, se puede resumir de la siguiente manera: Israel = EI (Estado Islámico)

 Nuestra frustración aumenta exponencialmente cuando intentamos refutar la ecuación, y nos encontramos con que nuestros argumentos caen en oídos sordos. Queremos sacudir a los defensores de esta Nueva Matemática: "¿Cómo es que no lo puedes entender? Nosotros no asesinamos a inocentes. O hacemos todo lo posible para no hacerlo. Y si lo hacemos, no es culpa nuestra. Queremos la paz, pero ellos no. Queremos la paz, pero no está en nuestras manos".

Pero ellos no entienden, y nuestros argumentos no parecen ser más que intentos débiles y racionalizaciones egoístas con el fin de evitar tener que asumir la responsabilidad por lo que somos y lo que hacemos.

¿Cómo deberíamos responder a esta realidad? Para algunos, nuestro deber es protestar airada y ruidosamente. Aunque no podamos convencer a los proponentes de la Nueva Matemática, tenemos que protestar en su contra, calificarla como malvada, y cuando sea apropiado, denunciarla por el antisemitismo que a veces representa.

Entiendo y apoyo esta protesta, pero no me siento satisfecho con ella. Como judíos, somos parte de una tradición que nunca se detuvo en ese punto en el que se les echa la culpa a los demás sino de una tradición que siempre se preguntó qué podía aprender de la situación y qué debería modificar en ella.

Me siento frustrado, porque si alguna vez hubo un momento en el que el caso a favor de Israel fue más claro, cuando Israel debería ser visto como parte de la solución y no como el problema, ese momento es ahora. Las guerras religiosas, étnicas, tribales/nacionales que están desgarrando a los estados-nación del Medio Oriente están desmintiendo la fantasía de que los estados multinacionales son la esperanza del futuro.

Están desmintiendo la creencia de que el pueblo judío estará a salvo en el Medio Oriente bajo cualquier gobierno que no sea el propio. Están desmintiendo la creencia de que la paz y la convivencia son el estado natural de las cosas aquí, y que si tan sólo las abrazáramos plenamente, se convertirían en una realidad.

Me siento frustrado, porque una manifestación particular y malvada del Islam nos está amenazando a nosotros y a nuestros vecinos, pero sin embargo, no ha dado nacimiento a una nueva cooperación y alianzas entre judíos y musulmanes que no sólo están en peligro por ella, sino que la rechazan como representación de la vida con Dios.


Me siento frustrado, porque no somos vistos como un faro moral y un aliado, sino como el principal promulgador de la opresión y la discriminación. Si no es ahora, en un momento en el que cientos de miles de musulmanes, cristianos y otros están siendo asesinados, oprimidos, y aterrorizados sin motivo alguno, si no es ahora, ¿entonces cuándo? ¿Seremos siempre una nación en una posición solitaria? ¿Es éste nuestro destino? ¿O será que parte de nuestro destino está en nuestras propias manos?

Pasemos ahora a la ecuación de la Nueva Matemática cada vez más prevaleciente en la sociedad israelí y que está dominando el discurso de nuestro liderazgo político:
EI = un mundo árabe desestabilizado y una radicalización del Islam.

• Hamas = EI.

Hamas gobierna en Gaza.

• Hamás gobernará en Judea y Samaria.
• No podemos retirarnos de Judea y Samaria.

El eje de este razonamiento es que un mundo árabe desestabilizado y radicalizado confirma el argumento de que el fracaso de los avances con los palestinos no es culpa nuestra. Desde la Segunda Intifada, hemos estado argumentando que no tenemos con quién hablar, y ahora, por fin, la verdad de nuestra afirmación puede ser vista por todo el mundo.

Durante muchos años, la sociedad israelí se dividió sobre la cuestión de que si continuar ocupando Judea y Samaria era un imperativo de seguridad o una manifestación de la ley judía para mantener el control sobre la Tierra Santa. Con los Acuerdos de Oslo, la sociedad israelí en masa adoptó la primera opción, con una gran mayoría dispuesta a ceder el control por parte de Israel a cambio de la paz.

El movimiento de los colonos, encontrándose en minoría, cambió su argumentación externa y comenzó a hablar en términos de seguridad, en lugar de religiosos. El surgimiento del EI ha sido una bendición para el movimiento de los colonos, ya que debido a que las preocupaciones por la seguridad han aumentado, se han encontrado a sí mismos no sólo en una posición significativa de poder en el actual gobierno, sino también en la corriente principal de la opinión política israelí.

A decir verdad, es difícil seguir sosteniendo un argumento que afirma que los asentamientos son el obstáculo para la paz. Parece haber poca oposición política a la expansión de asentamientos, porque ¿qué diferencia pueden significar los asentamientos si los compromisos territoriales ya no son viables en un mundo en el que el EI es un actor?


Sin embargo, no es difícil sostener el argumento de que la expansión perpetua de los asentamientos aliena a nuestros amigos, así como a los partidarios de la paz palestinos o árabes, y otorga fuerza a quienes sostienen que Israel sólo quiere participar en un proceso de paz que le brinde más tiempo para ampliar su dominio sobre el territorio. Y mientras que la retirada de Judea y Samaria podría no ser prudente en este momento, la expansión de los asentamientos no hace más que socavar la integridad y la credibilidad de Israel como un país que busca la paz.

Albergar la fantasía de que ahora todo el mundo va a tener claro que estábamos en lo cierto en todo este tiempo, está siendo considerado como algo más importante que el hecho de ayudarnos a nosotros mismos. Esto surge de un profundo pesimismo en cuanto a que no podemos cambiar la realidad en la que vivimos, y que la única victoria que podemos conseguir es cuando los demás se dan cuenta de nuestra complicada situación.

Pero si esta es la lógica que estamos aplicando, fracasaremos en esta Matemática. Ya es hora de que aceptemos que jamás ganaremos el título de víctima principal. Simplemente somos demasiado poderosos, y sin importar si la retirada de Judea y Samaria es factible en este momento, seguimos ocupando y oprimiendo a otro pueblo.
Si queremos que la gente se identifique con nosotros, no ocurrirá porque compartan nuestra posición, sino porque nuestra posición encarna valores dignos para identificarse con ellos. La gente estará de nuestro lado cuando nuestras palabras y nuestras políticas rechacen la radicalización, y en lugar de abrazar el status quo, reflejen una aspiración constante de avanzar más allá de él.

Un Estado de Israel poderoso no será capaz de construir una coalición en torno a su calidad de víctima, así como tampoco lo hará educando al mundo acerca de los errores en su manera de actuar. Puede construir una coalición y solidificar el conjunto de sus amigos cuando utiliza su fuerza para protegerse a sí mismo, encarna la visión y la esperanza, y constantemente busca la manera de cumplir con nuestras responsabilidades morales.

A diferencia del EI, nuestros valores prohíben quitar la vida a menos que sea necesario para la auto-defensa. A diferencia del EI, nuestros valores nos enseñan a tratar a todos los seres humanos, independientemente de su identidad nacional, religión, raza o género, con compasión, dignidad y equidad. A diferencia del EI, no tenemos aspiraciones expansionistas y verdaderamente anhelamos vivir con nuestros vecinos en paz.


Hay algunos que no creen y no creerán en lo anterior. Hay muchos que sí lo hacen. Es hora de que cambiemos la ecuación y comencemos a implementar un nuevo lenguaje y nuevas políticas, si es que pretendemos dar forma a una Nueva Matemática en el Medio Oriente.

Traductor: Daniel Rosenthal

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