Si yo fuera rico...Una historia de los libros judíos en la Argentina

librosjudiosok" Si yo fuera rico yadi dadi dadi didu didu didu didu dum ... , hablaría de los Libros con los eruditos siete horas al día ", cantaba Tevie el (pobre) lechero de El violinista en el tejado, la obra escrita hace 50 años por el más popular de los escritores judíos de entonces, Scholem Aleijem. La canción derribaba el estereotipo del judío adinerado, cuestionaba un arraigado prejuicio y aludía a la riqueza en un sentido amplio.

 Pero ¿cuál era y es la riqueza del judío, su orgullo, su identidad? El libro. Mejor dicho, los libros, la patria portátil: los de Aleijem, Bashevis Singer, Spinoza, Philip Roth, Alberto Gerchunoff o César Tiempo, por ejemplo. Es que más allá de la diversidad –y de la disputa– cultural y política que existe en la comunidad judía, la valoración del saber parecen un rasgo común. "Somos, desde hace dos mil años, sólo un pueblo de gitanos estudiosos ", dijo el mecenas José Mirelman cuando abrió la biblioteca de la sociedad B'nai B'rith, en 1940.

Guiado por esta idea, Alejandro Dujovne (39, cordobés, doctor en Ciencias Sociales e Investigador del Conicet) publica Una historia del libro judío. Y pone la lupa sobre la cultura de esta comunidad en la Argentina a través de actores fundamentales, pero soslayados, como intelectuales, editores, libreros, imprenteros, mecenas.

La inquietud en 2004 sobre cuál era el mejor destino para donar una antigua biblioteca familiar de libros en idish –el idioma de los judíos de Europa Central y del Este– hizo que Dujovne se preguntara qué universos se escondían en esos volúmenes para arribar a una primera intuición: esos libros habían servido como un puente entre sus propietarios y la cultura judía de Vilna, Varsovia, Nueva York y Buenos Aires, las grandes y lejanas ciudades en las que se habían publicado.

La aparición de Una historia del libro judío coincide con el 75 aniversario del estallido de la Segunda Guerra Mundial. "La Segunda Guerra reorganizó los sentidos y la geografía de lo judío en el mundo y en la Argentina. La guerra en Medio Oriente sigue interrogándonos sobre nuestra identidad", dice Dujovne, presidente del Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES), donde funciona el Núcleo de Estudios Judíos, desde 2005.

Hoy, en la Argentina reside l a comunidad judía más grande de América Latina y es la séptima en el mundo. Durante el Siglo XX hubo en Buenos Aires once librerías especializadas en libros de temática judía (en idish, hebreo y castellano), doce imprentas de libros en idish, varias colecciones de libros sobre la comunidad o la religión a cargo del rabino Marshall Meyer, un Mes del Libro Judío de celebración anual y una cantidad enorme de revistas, diarios y otras publicaciones específicas.

Entre sus conclusiones, Dujovne plantea que la presencia judía en la diáspora "pudo sobrevivir gracias a la circulación transnacional de personas, libros e ideas" y que Internet repuso "la transnacionalidad tan propia de la vida judía".

Aquellos libros fueron como palomas mensajeras que llegaron hasta cada lector para contarles las risas y lágrimas de otros hombres y mujeres de tiempos o lugares remotos. Es probable que muchos estén durmiendo en algún estante. Pero también que nuevas historias judías argentinas se estén escribiendo, aunque no vayan a dar a un volumen en idish. ¿Y de qué hablarían? Acaso, de corazones palpitantes, de encuentros, de búsquedas, de alegría y dolor. En fin, de la vida humana. Seguramente, esas historias no ocurran en un ghetto ni en shtetl (pueblito) sino que tengan la velocidad de Internet y las mil y una posibilidades que abren las redes sociales.

Fuente: clarin.com.ar

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