Israel va a estar mejor cuando mi generación haya desaparecido.

llave-futurookLas generaciones pasan, por suerte.


Algún día, va a nacer una nueva generación en Israel, observarán lo que hicimos por los últimos 18 años y le dirán a nuestra generación. Perdieron su chance. Lo arruinaron. Su tiempo terminó.

 Esto no se adelantará. Israel va a estar mejor cuando mi generación este muerta.

Tuvimos nuestra chance. A comienzos de los 90, cuando Israel hizo alto al fuego ante los ataques de misiles de Iraq en Tel Aviv, el gobierno de Shamir acudió a una conferencia por la paz en Madrid donde se encontró, cara a cara, con adversarios árabes como Siria, Líbano y los palestinos.


Dos años después, para preservar la democracia en Israel y recordando el precedente que le dio su nacimiento a Israel, la próxima coalición comenzó el proceso de separación y reconocimiento de un estado palestino.

Esa no fue mi generación. Fue la generación de Yitzhak Rabin y Shimon Peres, que habían sido líderes jóvenes en 1948. Sin embargo, en unos años de asesinato, terrorismo, complacencia de la izquierda, y la intrusión de la derecha religiosa en las elecciones puso al niño-maravilla Netanyahu en el poder. Luego, con las mejores intenciones, Israel votó al niño-maravilla Barak. Al parecer, eso terminaría así.

El pueblo quería una partición. Se vio en las votaciones de 1992 y de 1999. Lo que obtuvieron fue la empresa encubierta e ilegal del gobierno que hizo que una partición sea imposible: los asentamientos. Todo esto por una minoría dominante de poderosos miembros de mi generación, y por su visión de un cambio revolucionario en la forma del estado judío, y un cambio revolucionario en la naturaleza del judaísmo.

Mi generación tomó el control del judaísmo e inculcó la idea de que la religión basada en la verdad de la Tora no puede ser usada como sistema de leyes o de ética. En cambio, el nuevo judaísmo se centra en la conquista de la tierra, la primacía de los derechos de los judíos sobre los de los demás, la burla a otras leyes, autoridades, propiedades u opiniones que no estén de acuerdo con la permanente conquista de la tierra.

Mi generación es la era rabinos pagos por el estado, que no pueden ser encarcelados, que incitan el racismo, la guerra y la agresión, degradan la democracia, santifican la falta de igualdad, prohíben el compromiso, y rechazar cualquier solución.

Mi generación es la era de los genios idiotas, de líderes como Benjamin Netanyahu (MIT, '77) y Ehud Barak (Stanford, '78), cuya falta de habilidades sociales básicas, junto con sus enormes egos, hacen que sus grandes promesas de paz terminen en fracasos devastadores.


Al dirigir este país, mi generación ha pecado y transgredido, hemos hecho cosas perversas. No hace falta mirar más allá del bloqueo en Gaza, el error más destacable de Israel de la última década.

El bloqueo hizo que toda la población de Gaza dependa de Hamas. Como resultado, Hamas se hizo rico, indispensable, dominante, y el encargado de decidir que materiales fueron usados para la construcción de casas y cuales para la construcción de cohetes y túneles.

Hizo que Hamas se convirtiera en el importador y fabricador de armas que es en la actualidad, permitiendo que acumulen miles de misiles, y construyan redes de túneles que hasta el día de hoy confunden a las mentes más brillantes de una de las mejores comunidades de inteligencia de mundo.

Las fallas de mi generación fueron grandes. No podemos conseguir la paz. A esta altura, tampoco tenemos éxito en la guerra. Estropeamos la reputación de Israel, pusimos en peligro las relaciones de Israel con sus principales aliados, arriesgamos nuestros lazos con los judíos en el exterior, especialmente en Estados Unidos.

Pero para los líderes de mi generación, el fracaso empieza en casa. Mi generación fue aquella que destacó el camino a la privatización, llevándose algunas de las mejores cosas de Israel, y simétricamente dejándolas.

Estos fueron los visionarios que agarraron uno de los mejores sistemas de salud pública de mundo, y lo bombardearon y destrozaron. Esta fue la generación de líderes que le disparó a la educación pública, al trabajo social, las viviendas accesibles, mandándole al público un mensaje claro:


Si no son ricos, se van a hundir. Sus hijos se van a hundir aún más profundamente. No habrá nadie para atraparlos. Ninguna red. Si no son judíos ni ricos se van a hundir más rápido y más profundamente.

Le mostramos a la próxima generación lo que podemos hacer. Como todas las generaciones más jóvenes, saben muy bien que es aquello que no podemos hacer.
Al fallar nosotros, les fallamos a ellos. Es tiempo de que la próxima generación tome las riendas.

Espero que nos echen pronto.

Fuente: Haaretz.com

Traductora: Mariel Benedykt

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