¿Cómo se puede leer el alto el fuego entre Israel y Hamas?

fotoaltoalfuegookLa guerra de los 50 días terminó el 26 de agosto con un alto en fuego definitivo entre Israel y Hamas. Como suele ocurrir al término de estos conflictos, ambas partes celebraron una victoria.

Para Hamas un triunfo de la resistencia, en la medida en que fue capaz de imponer el alivio del bloqueo, la demanda original que pretendió forzar a través del ataque con mísiles sobre el sur de Israel.

Por su parte el estado judío se adjudica una victoria por haber conseguido detener las hostilidades desde Gaza, haber desarticulado la red de túneles subterránea que permitía a los milicianos de Al Qassam hacer incursiones en el territorio israelí (lo que alimentaba el fantasma más temido por la opinión pública y las autoridades: el secuestro de ciudadanos israelíes). Debe mencionarse como objetivo cumplido adicional el asesinato de tres comandantes de envergadura del ala militar de Hamas que, aunque puedan ser reemplazados por una generación ascendente, marcan el desgaste de la organización en este conflicto.

Increíble, pero el acuerdo que firmaron las partes enfrentadas no es muy distinto a la propuesta del 15 de julio, antes de la fase terrestre de la operación. Eso llevó a decir a Israel que la victoria es suya. Aunque, como bien explicó Amos Oz, la de Israel era una situación lose-lose, la opción es una pérdida o una pérdida mayor. Derrota frente la opinión pública internacional cuando se intensifican las políticas de BDS (Boycott, Desinversión y Sanciones contra el trabajo israelí); derrota frente a las reiteradas quejas de la ONU por el bombardeo de sus instalaciones en Gaza a pesar de sus advertencias; y, principalmente, derrota por la aparición de desencuentros en la coalición de gobierno, con la amenaza de Naftalí Bennett y Avigdor Lieberman de retirar a su gente. Tal es así que Netanyahu, otrora halcón, ahora moderado en comparación por las posiciones belicistas de sus socios, se inclinó por aceptar la propuesta de El Cairo sin someterlo a la votación de su gabinete.

El acuerdo de alto el fuego que se alcanzó el 26 de agosto contó con la mediación de El Cairo, seguida de cerca por Estados Unidos y Qatar. ¿Qué se acordó? El alivio del bloqueo para permitir el ingreso a Gaza de materiales de construcción, antes parte del embargo, la apertura de los cinco cruces para el ingreso de ayuda humanitaria, permitir el tratamiento en centros médicos israelíes de aquellos gazatíes que requieran rehabilitación y, finalmente, extender la zona de pesca en las 6 millas originales anteriores al 2012. Esas fueron las cesiones de Israel. La apertura del cruce de Rafá, entre Egipto y Gaza, quedó para una mesa aparte. A cambio, Hamas se comprometió a no atacar a Israel, aunque no se acordó su desmilitarización, como presionaba Israel, EEUU y UE. Muchos dicen que esta expectativa de Israel no era realista y sólo operaba para elevar el piso de la negociación. Fue quizá la mediación de Egipto la que consiguió que Israel dejase el asunto de la desmilitarización para futuras mesas de diálogo, las que tendrán lugar dentro de un mes también en Egipto.

Hamas ha debido renunciar a varias de sus pretensiones, pero al final de los enfrentamientos, con una crisis humanitaria a cuestas (2142 víctimas fatales, 25% de la población gazatí desplazada) y, según cifras israelíes, cerca de 800 combatientes de Hamas y la Jihad Islámica abatidos, el desgaste de la organización era tal que la firma del cese el fuego se hacía inexorable. Es por eso que debieron renunciar a la demanda del puerto y aeropuerto internacional en Gaza, temas que serán tratados dentro de un mes, junto con la liberación de los activistas de Hamas que participaron del intercambio por el soldado Gilad Shalit y que fueron recapturados luego de que 3 adolescentes israelíes fuesen secuestrados y muertos en Cisjordania.

El acuerdo firmado, en estas condiciones, es prácticamente igual a la propuesta presentada por Al Sissi el 15 de julio, una semana después de comenzado el conflicto, aceptada por Israel y rechazada por Hamas y la Jihad Islámica. Para ponerlo de otra manera, Hamas rechazó (con 187 muertos) una propuesta de alto el fuego que terminó firmando (con 2142 muertos). Esta parece ser la historia de Palestina: negarse a moderadas cesiones, para terminar luego en enormes renuncias. Los cantos de victoria y los reconocimientos de derrota no pueden ser evaluados sobre el terreno. En el operativo emprendido contra Hezbolá en 2006, fueron los islamistas quienes cantaron victoria. No obstante, durante ocho años no se registraron hostilidades provenientes del sur del Líbano (ni siquiera ante la posibilidad de duplicarle a Israel los frentes batalla), quizá concientes de los riesgos que enfrentarían de desafiar nuevamente a Israel. Hamas tuvo la posibilidad de armarse en el breve período en que sus aliados los Hermanos Musulmanes (la organización de la que se desprendió Hamas en 1987) gobernaron en Egipto. El ingreso de misiles a Gaza se hacía, de forma clandestina, a través de Egipto. Pero el actual mandatario Al Sissi llegó al poder derrocando a los Hermanos Musulmanes, para luego perseguir a sus activistas. La estrecha coordinación estratégica entre Israel y Egipto es un obstáculo para que Hamas vuelva a reconstruir su arsenal, y esto augura, en el mejor de los casos, un período sostenido de tranquilidad para las australes ciudades de Bersheva, Ashdod y Ashkelon.

¿Qué más dejó el alto el fuego? Un fortalecimiento de la figura de Mahmoud Abbas, que mantuvo a la Autoridad Palestina estabilizada pese al escenario bélico en Gaza y que sin duda deberá recibir la atención de Israel si el objetivo estratégico del estado hebreo es favorecer a los sectores palestinos moderados y seculares para anular a los radicalizados e islamistas. Algunos argumentan, como pudo leerse en una editorial de Haaretz, que las mesas de negociación en El Cairo resultan en la legitimación de Hamas y la Jihad Islámica como actores e interlocutores válidos, con los que, en el futuro, Israel tendrá que acostumbrarse a llegar a acuerdos, no pudiendo alegar "que no se negocia con terroristas". Finalmente, debe resaltarse un nuevo equilibrio emergente: Qatar y Turquía parecen haber tomado el lugar que antes jugaba Arabia Saudita, que se mantuvo distante y que cada vez se desentiende más del futuro de los palestinos.

Para Hamas es fácil alcanzar una victoria cuando se parte de muy poco. Para Israel se cumplieron objetivos parciales. Para los civiles afectados de uno y otro lado, todo fue derrota.

 

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