La crisis de Gaza tiene un costo para Israel

bombardeosokTodo lo que ofrece Netanyahu es tiempo perdido en rondas de guerra y treguas que se repiten todo el tiempo, mientras que el otro lado se fortalece cada vez más.

Hace ya más de un mes, desde el 12 de junio, Israel viene experimentado una serie de acontecimientos vinculados con la seguridad. Como toda época de crisis, esta también pasará, pero es propensa a volver de una u otra forma. Como siempre, la vida se medirá entre las rondas, en las treguas del tiroteo.

 El segundo jefe de Estado de las Fuerzas de Defensa Israelíes, Igael Iadin, dijo una vez que el ciudadano israelí que ofrece sus servicios en las reservas militares es "soldado con vacaciones anuales de 11 meses al año". Seis décadas después, todo el país se ha reconciliado sumisamente con la loca situación en la cual se recluta continuamente, pero que se le permite salir de la base durante 11 meses al año.

En el vaivén de fuerzas entre la ofensiva y la defensiva, desde épocas antiguas hasta la era del tanque, del jet y del misil, este es un momento oportuno para defenderse, lo cual queda demostrado con el sistema de la Cúpula de Hierro.

Como sucede en Jad Gadiá, la canción acumulativa de Pésaj que relata cómo es derrotado un animal por otro, así pasa con la fuerza aérea. La Fuerza Aérea Israelí alcanzó su auge en 1967 cuando destruyó la fuerza aérea egipcia precisamente en las bases. Pero el logro salió mal con la operación terrestre que le siguió, la cual se la consideró como algo que explotó el éxito pero que dejó a Israel en los territorios. Los ejércitos árabes aprendieron la lección: al haber quedado dominado en las batallas aéreas por la inferioridad de sus fuerzas, invirtieron en los misiles que van de la superficie al aire y en los misiles que se dirigen por la superficie. De este modo, en la guerra de Iom Kipur de 1973 restablecieron un equilibrio, a la vez que neutralizaron la ventaja militar y las capacidades disuasivas de Israel.

En el enfrentamiento con Siria en la primera guerra del Líbano de 1982, la IAF llevó la ventaja nuevamente al obtener una aplastante victoria en el combate aéreo y en el conflicto armado aire-a-superficie; y nuevamente la operación terrestre enredó la situación. Mientras tanto, Israel siguió restándoles importancia a los misiles, aunque la cortina de fuego de Kiriat Shmoná de 1981 que duró dos semanas obligó a Menájem Béguin a forjar un acuerdo de cese al fuego con Iasir Arafat que negociaron los Estados Unidos y Arabia Saudita. Los fracasos militares tuvieron su precio diplomático. La primera guerra del Líbano condujo al plan de Reagan de setiembre de 1982, el cual era un mal plan para Béguin, aunque bueno para Israel. La impotencia de Israel ante los misiles iraquíes de 1991 coaccionó a que fuera a la Conferencia de Paz de Madrid el entonces primer ministro Itzjak Shamir, la cual en esencia se esforzaba por llegar a una fórmula de "tierra por paz". El proceso de Oslo constituyó una desviación de la Conferencia de Madrid, en gran parte por la desaparición política de los iniciadores de la Conferencia, George Bush y Jame Baker, aunque Shamir tenía una responsabilidad indirecta como el primer ministro que finalmente impidió que el rey Husein de Jordania dirigiera los asuntos de los palestinos, y se encontró con la primera intifada.


La superioridad aérea tuvo una gracia momentánea en los 90, especialmente en Bosnia. Pero allí la alineación de la OTAN necesitó 78 días de bombardeo. Tal período de tiempo no es la prerrogativa de Israel.

Se pueden sacar todas las conclusiones, y sus opuestas, a partir del éxito de la Cúpula de Hierro. Aquellos que se oponen a llegar a un acuerdo de paz dirán que eso probó que no hay motivo de temer a que continúe la paralización diplomática. Aquellos que apoyan el acuerdo de paz sostendrán que la Cúpula de Hierro demostró claramente que es posible retirarse de los territorios, porque rara vez dan con su objetivo los misiles que nos disparan.

El factor que debería decidir fundamentalmente a favor del segundo método es el tiempo, el cual se encuentra obrando en contra de Israel. Si perpetúan las rondas de guerra, incluso si cada una termina en algún tipo de empate, esto implica que Israel pierda en términos que no son cuantificables (en espíritu, en calidad, la esperanza de la generación más joven de que haya un futuro mejor y distinto), mientras que el otro lado se fortalece de ronda en ronda y adquiere capacidades ofensivas, no necesariamente las de los misiles, que pueden evitar la defensiva.


Todo lo que ofrece Benjamín Netanyahu es tiempo perdido en rondas inganables de guerra y treguas. Winston Churchill fue desterrado de su país dos veces por su nación y por su partido, cada vez luego de cuatro años aproximadamente, y por segunda vez definitivamente. Netanyahu ha alcanzado el equilibrio acumulativo de Churchill. Pertenece a su lugar natal de Cesarea, no a la residencia del primer ministro en Jerusalén.

Traductor: Rodrigo Varscher

Fuente: Haaretz

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