Fading gigoló

fading-gigolo-008okEn Montevideo todos teníamos que ver "la de Woody Allen". Aunque fuera de John Turturro. Me causa gracia que la película de Turturro sea "la de Woody Allen"; mal para un pretencioso director, verse arrasado por la fama de su maestro. Cuando en Woody Allen (director y guionista) vemos a Ingmar Bergman no decimos "la de Bergman", aun cuando todos reconocemos su influencia.

 Cuando Woody Allen construyó sus sagas en torno a Diane Keaton o Mia Farrow o más recientemente Scarlett Johanson, nunca nombramos la película como "la de Diane Keaton". Woody Allen fue siempre amo y señor de sus guiones, de su dirección, y de sus actores. La película es ambiciosa, tiene toques sensibles y muy interesantes, personajes profundos y conmovedores, pero también es liviana, demasiado liviana, con un guion con demasiadas puntas sin resolver.

Tiene todo de Woody Allen pero le falta la profundidad que Allen da a sus personajes. La película es Woody Allen pero carece del genio de Woody Allen: el toque fantástico de "La Rosa Púrpura del Cairo", "Scoop", o "Medianoche en París". Todo es demasiado real, demasiado sombrío. Apenas si podemos asomarnos a cierta complejidad e historia de los personajes, pero no demasiado; apenas si podemos soñar con un desenlace casi imposible, un viaje a otros mundos, pero no sólo son una ilusión, son una ilusión acotada, breve, tímida, y sombría. Es una película disfrutable pero intrascendente, un buen ejercicio para un estudiante avanzado de cine. Ejercicio bastante bien resuelto.

Lo mejor de la película es el elenco y algunas locaciones. Desde los propios protagonistas Turturro y Allen hasta los papeles menores hay mucho cuidado en la composición de los personajes. Sólo Sofía Vergara queda fuera de tono, poco creíble; por el contrario Sharon Stone "da" su personaje y todavía se da el lujo de aludir al personaje que la lanzó a la fama en "Bajos Instintos" (1992). El personaje de la Stone asume por breves momentos el rol de "coro" que tanto gusta a Woody Allen, como ya viéramos en "Mighty Aphrodite" (1995) o en el narrador de "Manhattan" (1979), explicando aquello que como espectadores seguramente ya podemos intuir o saber: que el gigoló se enamora, y no es precisamente por el sexo.

Vanessa Paradis compone una viuda en el mundo de la secta jasídica "Zatmer" en Williamsburgh, Brooklyn. Es un personaje que se cuela en el guion como muy secundario, como una mera interlocutora de Murray (Allen), para adquirir una dimensión profundamente humana y conmovedora, protagónica. Ayuda su delicada belleza, su inglés con acento extranjero, pero sobre todo es una actuación contenida, de gestos y miradas, de posturas y actitudes. Es sin duda el punto más alto de la película. John Turturro hace también un papel de bajo perfil, gran sobriedad, un toque de elegancia, y una profundidad de personaje muy bien lograda. Nada que ver con el extrovertido actor de "Zohan" (2008) o "Quizz Show: The Dilemma"(1994). Woody Allen por su parte hace, como siempre, de sí mismo. ¡Y cómo nos gusta!

Hubo quién me comentó que la película tiene un toque anti-judío. No hay duda de que la escena del juicio ante el tribunal rabínico Zatmer es extrema y hasta dura, pero es de un tono tan caricaturesco que desactiva toda posible mala intención. En todo caso podemos quedarnos con el breve pero contundente alegato de la viuda Avigal (Paradiss). En definitiva hay un reconocimiento explícito a las carencias y limitaciones de ese mundo guéttico y cerrado, donde hasta la policía es "uno de ellos", pero cuyos valores están reconocidos y respetados.


"Fading Gigolo" tiene un final con un tono picaresco, pero una vez más, es apenas una sugerencia. Al final de cuentas, lo único que permanece, sólido e inamovible, es el mundo Zatmer al que pertenece Avigal. Como una especie de paraíso casi perdido, pero no.

 

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