El Juego de Tronos del Rey Bibi: los Israelíes huelen la sangre, y no es la de Olmert

gamesofthronesokAlgo grande está pasando silenciosamente por acá. Los israelíes están empezando a oler la sangre, y no es la de Ehud Olmert.


Puede que sea su gusto por "Juego de Tronos", o puede que sea que están cansados de su gobernador, quién hace dos años Time Magazine coronó como el invencible, intocable e irreemplazable Bibi, Rey de Israel.

 Mientras que las alianzas se dan vuelta como cartas de tarot, se hacen tratos a espaldas en la corte, hay tensiones con aliados de hace tiempo, hay crímenes en las fronteras, una mujer con los instintos sociales y la calidez de una villana de Disney, y un primer ministro cuyo estado mental es un tema para discusión, la situación se parece cada día más a Juego de Tronos.

Para ponernos al día.

En el noveno año de su reinado, el fracaso en las negociaciones, junto con el crecimiento de las colonias, temporalmente calma las disputas con los nobles ascendientes, que amenazaron a sacarle el poder al primer ministro en la deteriorada Casa Likud.

Bibi – nacido a Ben-Zion, el Heredero Erróneamente Negado (el padre que era Mano de Jabotinsky, pero luego opacado por Begin), y hermano del Aparente Heredero (el héroe trágicamente asesinado en un milagroso acto de rescato) – teme por su trono.

Después de años de engaños con el Jefe de Estado Peres, y años de mala sangre con su probable sucesor, el amado Lord Rivlin, noble de espíritu – destituido de la presidencia de la Knesset por orden de Bibi, porque al parecer estaba en contra de Lady Sara – Bibi está lleno de temor ante la idea de que Lord Rivlin lo saque de su lugar como soberano de por vida. Bibi resolvió aplicar un plan simple:

La oficina del Jefe de Estado dejará de existir. Es decir, Bibi se convertirá en jefe de estado. Finalmente será, si bien no en nombre pero sí en la práctica, en el Rey Bibi.
El plan es tan increíble (aplazando la elección de un nuevo presidente por seis meses, durante los cuales la oficina desaparecerá) que muchos empiezan a sugerir que Bibi pueda, en cierta medida, estar loco:

" El entusiasmo de Netanyahu por una reforma radical, incluso bizarra, que no cuenta con el apoyo de aquellos que deberían impulsarla (sus compañeros de la Knesset), ni con el apoyo de aquellos que se verían afectados por ella (el público)," escribe el editor jede del Times de Israel, David Horovitz, "tendrá como único resultado que se dude del estado mental del primer ministro."

Yossi Verter de Haaretz, citando a los miembros de la coalición de Netanyahu y a los miembros de su partido que han hablado con el primer ministro sobre su campaña en contra de la presidencia y sus posibles ramificaciones en la democracia israelí, escribió, "Se está volviendo loco."


El columnista de Yediot Ahronot, Nahum Barnea, remarcó: "La estadía prolongada en la Residencia del Primer Ministro, en un ambiente obsesivo, lleno de paranoia, perjudicó su perspectiva."

Los más sabios dicen que esto no tiene chance de tener éxito. Sin embargo, Bibi presiona. Le dio áreas de enorme importancia – Relaciones Exteriores de la Knesset y el Comité de Defensa – a dos de sus más oscuros caballeros, Yair Levin y Ze'ev Elkin, quienes son mencionados en cada crítica hacia la democracia israelí.

En minutos, anuncian su apoyo a la primera fase de la propuesta de Bibi, que se posponga el voto por la presidencia seis meses, el cual por ley debería ser a más tardar en Julio.

Para ganarse un tercer caballero de Likud, el sucesor de Rivlin, Yuli Edelstein, Bibi ofrece que esté en la oficina esos seis meses.

En el novena año de su reinado, Bibi nos ha mostrado que aún tiene mucho por hacer. Quiere construir un nuevo castillo digno de la pareja real, a un costo de $200 millones, y un avión privado, por otros $70 millones.

La pregunta es: ¿cuánto más va a soportar el público israelí? La respuesta a esto determinará el curso del Juego de Tronos de Bibi.

A esta altura, si Netanyahu se vuelve loco, ¿el público lo notaría?

Lo que podrían detectar es el aire de desesperación saliendo de la oficina de primer ministro. El miedo y debilidad. El olor a sangre.

Dado como funciona la política israelí, el misterioso proceso de comunicación mediante el cual los israelíes periódicamente llegan a un consenso, puede que ese olor lleve a un momento decisivo: La caída de la Casa Netanyahu.

Fuente: Haaretz.com

Traductora: Mariel Benedykt

 

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