Izkor – Yo recuerdo

yomhazikaronokComo pueblo, permanecemos en silencio y recordamos. Como familia, permanecemos en silencio y recordamos a mi cuñado, Arele Katz, z´´l, quien murió cuando derribaron su avión que se encontraba por los cielos del Líbano, hace 32 años hará este próximo mes de julio.

 Izkor; yo recuerdo.


Recuerdo; la tragedia que acompaña el obsequio que es Israel. Nuestro retorno no siguió el guion profético. Dios no cimentó la carretera, ni tampoco fue Dios el único que derrotó a nuestros enemigos. Lo hicieron la sangre y el heroísmo de los integrantes de nuestras familias. No les debo meramente una oración de agradecimiento sino una deuda que nunca podré pagar. Esa deuda me persigue y me hace estar en deuda continuamente.
Recuerdo; que si hemos de ser un pueblo libre y soberano en nuestra tierra natal, desgraciadamente tenemos que estar dispuestos a veces a ofrecer el máximo sacrificio. Nosotros también, al igual que Abraham, tenemos que estar dispuestos a ofrecer a nuestros hijos, no para para una insensata e inmoral prueba de lealtad, sino más bien como consecuencia de vivir en un mundo no redimido.


Recuerdo; a Arele, y tengo la obligación de hacer todo lo que esté a mi alcance para garantizar que no haya ninguna otra muerte innecesaria, para garantizar que no haya guerras injustas. Todo aquel que salva una vida salva a todo el mundo, y todo aquel que quite una vida destruye a todo el mundo.
Recuerdo; a Arele y a las decenas de miles de Areles de ambos bandos. ¡Ya basta! Su muerte y la muerte de ellos nos obligan a encontrar otra forma.
Recuerdo; a Arele. No existen "los que murieron". Los fallecidos no constituyen una comunidad. Cada uno es un individuo que fue arrebatado de su familia y de sus amigos. La muerte es el acontecimiento que más despersonaliza. En la tumba, uno no tiene rostro. Son los vivos y en los vivos que se guarda la identidad de uno, quién fue uno y lo que uno hizo.


Recuerdo; que es difícil recordar. Con el correr de los años, los recuerdos se desvanecen, y es fácil olvidar la tragedia. Mientras que una parte de nosotros lucha por recordar, otra parte de nosotros lucha por seguir adelante. El olvido es una bendición pero también una maldición.


Recuerdo; que algunos de nosotros seguimos adelante y que algunos de nosotros no. Para mi hermana, hay cicatrices y dolor y soledad que son permanentes. Para los hijos de Arele, las consecuencias de su muerte marcarán sus vidas para siempre. Algunos de nosotros seguimos adelante, pero debemos recordar, que algunos no pueden, y es por el bien de nosotros que permanezcamos a su lado.


Recuerdo; que Arele sigue teniendo 32 años. El tiempo ha pasado, y a medida que envejecemos, él permanece congelado en el tiempo. Existen 32 años de vida que no vivió, 32 años de vivencias que no compartió. No es fácil poder decir quién fue el que sufrió más.


Recuerdo; la importancia de hacer el duelo. Las circunstancias nobles pueden llegar a ennoblecer a los fallecidos, pero al final no le otorgan significado. Hacer el duelo nos recuerda que la muerte nos obliga a estar tristes y callados. Que se le permita ser, una oscuridad sin luz, un vacío que debe ser continuamente parte de nuestra vida.
Recuerdo; a Arele, pero no estoy solo. Tengo la bendición de hallarme en medio de un pueblo que incluso si no llegaron a conocerlo, se ponen tristes por su muerte y hacen el duelo conmigo. Todos los años, la vida de nuestra familia se detiene. Todos los años, volvemos a re-vivenciar la fuerza y el consuelo de vivir en medio de un pueblo que no olvida.

Recuerdo; a Arele el Cohen, a quien le encantaba bendecir a nuestro pueblo. Que tu recuerdo sea bendición, y que nuestro pueblo y todo el mundo sean bendecidos con la paz.

Traductor: Rodrigo Varscher

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