El día siguiente al fracaso de las negociaciones

israel-ninios2okEstá claro que tenemos que comenzar a prepararnos para el día siguiente. Ninguno de nosotros sabe realmente cuál de las partes va a ser la principal responsable del fracaso de las actuales conversaciones de paz entre Israel y los palestinos. Sin embargo, es evidente que tal fracaso es posible, si no probable, ya sea que ocurra en la próxima semana o durante los próximos meses.

 Para algunos, esta preparación consiste en armar un caso de relaciones públicas a favor de por qué "ellos" son los culpables y apuntalar nuestros argumentos y una defensa contra una campaña de BDS (sigla inglesa que significa "boicot, desinversión y sanciones), ya sea parcial o global. También podría implicar un círculo protector alrededor de los "leales" y una campaña legislativa y comunitaria contra los "anómalos". ¿Quién puede marchar, cuándo y dónde; quién puede hablar, cuándo y dónde; el apoyo de quién es aceptable; quién está incluido en nuestras "Bases"; todos vamos a ser participantes de debates cada vez mayores y más enconados una vez que las negociaciones fracasen, y algunos alrededor del mundo podrían no considerar evidente que es "su" culpa.

¿Cómo es "el día siguiente", el día después de que aceptemos que un acuerdo posiblemente seguirá eludiéndonos durante la próxima década? ¿Qué sucede cuando se contraen nuestros horizontes de aspiraciones y el status quo es todo lo que podemos esperar? ¿Iniciamos medidas punitivas, como la anexión de Judea y Samaria, aumentando nuestro dominio sobre el territorio mediante la construcción de asentamientos y la expansión y el cese de la cooperación y el apoyo financieros a la Autoridad Palestina? ¿Estas acciones contribuyen a crear un Israel más fuerte y más grande, a la visión de sí mismo de Israel y a la relación con los judíos del mundo y con la comunidad internacional?


Al igual que Kerry, el Secretario de Estado de los EE.UU., yo también temo a las consecuencias de un movimiento BDS energizado. Pero más que eso, temo a la mentalidad de gueto y la psicología de víctima que generaría. Como pueblo, estamos bien educados para vivir en medio de la hostilidad, y las respuestas defensivas están impresas en nuestro ADN. En lugar de alejar al pueblo judío de una narrativa centrada en el Holocausto, Israel sería su nuevo lugar de operaciones.

Toda crítica será inmediatamente sumergida bajo la bandera de la lucha contra el antisemitismo, y el mundo se dividirá entre las categorías rígidas de amigo o enemigo, siendo la primera una categoría cada vez más pequeña. Los amigos no serán únicamente quienes sólo nos apoyen sino que además deberán estar de acuerdo con nosotros y reafirmar nuestra argumentación. Nuestro mundo se volverá más pequeño, y las paredes más altas a medida que creemos con nuestras propias manos el mayor gueto de la historia judía.

Este no es el mundo judío en el que quiero criar a mis nietos. Este no es un mundo judío que tenga alguna posibilidad de atraer judíos que estén buscando el lugar de su identidad principal. Este no es un Israel que pueda presumir de una posición de liderazgo en la vida judía y atraer la lealtad de las generaciones futuras. Este no es un Israel que pueda construir nuevos puentes, ya sean espirituales, morales, económicos o políticos con el resto del mundo y nuestros amigos cristianos y musulmanes.


La realización de la paz requiere de dos partes. La cuestión de si nosotros hicimos todo lo posible, y si los palestinos hicieron todo lo que estaba a su alcance es una cuestión de hecho, y como tal, paradójicamente, insoluble, ya que rara vez formamos nuestras opiniones sobre la base de los hechos, sino que por el contrario, damos forma a nuestra percepción de los hechos en base a nuestras opiniones.

Mi preocupación reside en aquello que sí podemos controlar: nuestros valores, principios e identidad como nación y como pueblo. Tenemos que prepararnos para el día siguiente, para asegurarnos de que el cese de las actuales negociaciones de paz no desencadene al mismo tiempo un proceso y una argumentación incontrolables que creen una realidad más amplia, ajena a lo que somos y perjudicial para lo que queremos ser.

Al día siguiente, nos despertaremos en un mundo en el cual la política no es el trueque de las negociaciones ni el pago ofrecido como compensación por los compromisos de la otra parte. Al día siguiente, nos despertaremos en un mundo en el que tendremos que negociar con nosotros mismos y descubrir qué es lo que realmente queremos y que tenemos que hacer para llegar allí. Al día siguiente, la expansión de asentamientos deja de ser un problema palestino y se convierte en uno israelí. Al día siguiente, la educación de la juventud hacia la violencia deja de ser una preocupación israelí y se convierte en una palestina.

Al día siguiente, las demandas del otro dejan de servir como un escudo detrás del cual nos escondemos de nuestros propios valores e intereses. Al día siguiente, descubrimos que todas las amenazas de daños punitivos que nos lanzamos el uno al otro durante las negociaciones, si son realmente implementadas, nos perjudican a "nosotros" por lo menos en el mismo grado.

Junto con la movilización de nuestras fuerzas por el bien de las relaciones públicas, al día siguiente es necesaria una movilización de nuestro mejor talento y liderazgo para determinar e implementar nuestras políticas nacionales. Tenemos que dirigir y no ser dirigidos. Mientras que una retirada unilateral a lo largo de las líneas de Gaza no es prudente, una aplicación unilateral de políticas que sirvan a nuestros intereses morales y políticos, no sólo es prudente sino crítica.

Creo que tales políticas unilaterales deben fortalecer primero nuestro compromiso judío con la igualdad de toda la humanidad, con tratar a los demás tal como nos gustaría ser tratados nosotros mismos y con el desprecio que sentimos por el rol de ocupantes de otro pueblo. Como expresión de estos compromisos, lo primero que debemos clarificar son las fronteras que creemos defendibles y que al mismo tiempo permitan un Estado palestino viable.

Esto debe ser seguido por un cese de cualquier expansión de los asentamientos, y por supuesto, ninguna construcción en absoluto más allá de estas líneas. Al mismo tiempo, este cese deberá ir acompañado de un desmantelamiento gradual de los asentamientos que se encuentren fuera de nuestras fronteras autoproclamadas, en primer lugar, a través de la suspensión de los incentivos económicos; en segundo lugar, a través de la oferta de incentivos económicos para mudarse; y en tercer lugar, a través de la construcción de alternativas viables de vivienda para alojar a los habitantes de estos asentamientos. Todo esto llevará sin duda tiempo, pero al día siguiente, lo que tendremos en abundancia es tiempo.

A medida que se prolonga el rol de ocupante, tendremos que ser cada vez más conscientes de los efectos que esto tiene tanto en quienes están ocupados como en quienes están ocupando. Debemos realizar un análisis cada vez más riguroso de nuestra presencia militar en Judea y Samaria y minimizar nuestra interferencia en la vida cotidiana del pueblo palestino, limitándola exclusivamente a cuestiones de seguridad importantes. Así como hemos construido una infraestructura masiva para apoyar la seguridad de los ciudadanos israelíes que viven allí, ahora deberemos invertir mucho en carreteras, puentes y túneles que permitan el paso libre y sin trabas, de la mejor manera que podamos, de los habitantes palestinos.

Como ocupantes, debemos darnos cuenta de que el cáncer no está solamente afectando a un pequeño grupo de colonos radicales, sino que nos afecta a todos nosotros. Debemos duplicar y triplicar nuestros programas educativos dirigidos a aumentar el compromiso y la sensibilidad con respecto a la igualdad de los seres humanos y sus derechos inalienables. Debemos luchar contra cualquiera y todas las demostraciones de discriminación y racismo nacionalista. Si en la actualidad no somos capaces de aplicar nuestros valores al pueblo palestino en Judea y Samaria, podemos duplicar y triplicar nuestros esfuerzos en su aplicación a nuestros conciudadanos árabes palestinos israelíes.

Por último, el día después, deberemos volver a aprender el antiguo arte de la Diáspora de vivir con sueños incumplidos. El éxito de Israel nos ha engañado con la creencia de que si lo deseamos, se convertirá en una realidad. Como resultado de ello, articulamos nuestras aspiraciones pero tenemos dificultades de cumplir con ellas en medio de nuestra realidad imperfecta. Si las aspiraciones de paz, justicia y compasión continúan definiendo la identidad judía, tenemos que aprender a hablar de ellas, escribir y cantar acerca de ellas, soñar con ellas, a pesar de todo el dolor y la decepción que acompañan nuestra incapacidad para cumplirlas por ahora.
Esto es parte de la Torá de Israel para el día siguiente, una Torá que nos desafía a poner en práctica nuestros ideales al máximo de nuestras capacidades, y que nos obliga a cumplir con ellos, con independencia de la realidad en la que nos encontremos. Se trata de una Torá que nos empodera como pueblo libre, para dar forma al mundo en que vivimos, en lugar de limitarnos a ser sus víctimas. Se trata de una Torá que puede prepararnos tanto para el día después, como para el día que lo seguirá.

Traductor: Daniel Rosenthal

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