En el seder todos son escuchados, incluso los más radicales

seder2okLos judíos somos una historia que nos contamos sobre quienes pensamos que somos. La historia es el secreto de la continuidad del pueblo. Sin una narrativa coherente, arriesgamos la desintegración.

 No es casualidad que la práctica en la que más judíos participan en el seder de Pesaj, donde contamos nuestro origen, el hilo que mantiene a nuestra comunidad unida. Si no podemos estar de acuerdo mínimamente sobre el futuro, al menos podemos conjugar el pasado compartido, con la esperanza de enfrentar así el próximo capítulo.

La extraordinaria diversidad de rituales en el seder hoy en día - feministas y sionistas y reformistas y neo-jasidicos y humanistas seculares, por no mencionar a los conservadores y ortodoxos - refleja tanto diferencia como similitud. Cada familia, cada comunidad, ofrece una versión diferente del significado de la historia que empezó con el Éxodo. ¿Quiénes somos? ¿Cuál es el propósito de nuestra supervivencia?

Nuestra incapacidad para contar una historia judía contemporánea es especialmente grave ante el significado del Éxodo moderno, el retorno a Zion. Creo que algún día los judíos van a celebrar el retorno sionista con la misma devoción que aplicamos a la historia de nuestro origen.

Por ahora, sin embargo, no estamos de acuerdo en lo más mínimo con respecto a la historia de nuestro Éxodo moderno. Los haderim o judíos ultra-ortodoxos niegan o le sacan importancia al retorno. Aquellos judíos que sí celebran el retorno, entienden su significado espiritual de formas opuestas.

Para muchos israelíes seculares, el renacimiento de la soberanía judía afirma la primacía de la iniciativa humana y la ausencia de la mano Divina en nuestra historia: Una vez que los judíos pusieron al destino en sus manos y dejaron de depender de los milagros, los milagros empezaron a suceder. Para los sionistas religiosos, las condiciones de nuestro renacimiento nacional, saliendo del peor momento de nuestra historia y estando bajo constante amenaza desde ese momento, afirman la activa presencia de la intervención Divina.

Hasta la Guerra de los Seis Días, había una narrativa compartida por los israelíes, a pesar de que difieran sobre la naturaleza del estado, sobre el significado del estado en sí mismo. Ahora, en cambio, perdimos el consenso sobre el significado de nuestra historia. Parte de Israel considera la Guerra de los Seis Días y sus consecuencias una bendición; otros la consideran una maldición.


En la ausencia de una narrativa unificada, ponemos en riesgo nuestra capacidad para entendernos. Lo que es peor, arriesgamos que nuestros enemigos conviertan nuestra historia, que debería ser un símbolo de esperanza y fuerza humana, en un símbolo de maldad.

Un resultado de nuestra incapacidad de entender nuestra historia contemporánea es que un creciente número de judíos, especialmente en la diáspora, está empezando a perder interés en Israel. El repudio al Éxodo moderno de muchos de los judíos de la diáspora es uno de los tormentos de este momento en la historia judía. Ese rechazo hacia el sionismo es una expresión profunda de desagradecimiento hacia el movimiento que rescató al pueblo judío de un abismo psicológico y físico - quizá del fin de la historia judía. EL mundo judío en el que vivimos hoy es un resultado directo del establecimiento de Israel.

Los judíos de Estados Unidos están debatiendo como responder ante los judíos anti-sionistas. Una comunidad es definida por sus límites, y hoy en día, proteger la integridad de una institución comunal judía significa excluir a aquellos judíos que apoyan a nuestros enemigos. Anti-sionistas, quienes odian a Israel, cuyo plan sería la muerte de Israel y de toda su gente: Ellos son el equivalente contemporáneo del "hijo malvado", citando a la Hagada de Pesaj.


Sin embargo, una vez al año en el seder, todos estamos en la mesa, incluyendo al hijo malvado. Todos los hijos que menciona la Haga están presentes. El hijo malvado repudia la historia, pero lo hace desde el interior de la familia. En la narrativa, todos tienen su voz. El resto del año es para los límites comunales; en la noche del seder recordamos el momento en el que todos los judíos dejaron Egipto con miedo y anticipación.


Esta noche, miramos la mesa, y en todas las mesas en el mundo, nos rendimos ante nuestra diversidad irreconciliable. "Este es el pan de la aflicción," repetimos. Nadie es excluido del ritual de la memoria. La historia que comenzó 3,500 años atrás en Egipto produjo muchas otras historias, y todos nuestros historiadores tratan de defender su versión de lo que la narrativa judía significa.

Esta noche todos tienen el derecho de ser escuchados, incluso los más radicales entre nosotros, porque todos compartimos lo que contamos. Hoy volvemos al comienzo, al momento antes de fragmentarnos. Por una noche en el año, celebramos el hecho de que aún contamos nuestra historia, que aún nos importa su significado.


Todos dejamos Egipto juntos. Todos estuvimos en el Sinai juntos. Todos estuvimos en Auschwitz. En 1967, los judíos de todo el mundo temieron por la seguridad de Israel y sintieron alivio ante su victoria. Ahora estamos fallando en nuestra habilidad de funcionar como pueblo. Sin embargo, seguimos contando la historia de nuestro origen, esperando un momento de revelación que ilumine nuestro futuro común.

Traductora: Mariel Benedykt

Fuente: Times of Israel

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