Pesaj, el nuevo hombre judío.

freedomokMetáfora de la libertad, Pesaj también constituye la celebración del nacimiento del nuevo hombre judío. El hombre libre ante el mundo, frente a la libertad como transformación. Es así que cada generación debe sentir la cercanía del pueblo saliendo de Egipto, embarcándose en el desierto que es nacimiento y página en blanco, uniendo la liberación del pasado con la redención del futuro.

 En un bellísimo pasaje de su Libro de las preguntas, Edmond Jabès escribe: "para el hombre la salvación es lo que, como él, tiene un principio y un fin, es lo que vuelve a empezar. La salvación es el agua que calma la sed para volver a ser deseada; es el pan que apacigua el hambre y la mantiene, es lo que germina, gobierna, madura para el hombre y con él. El infinito, la eternidad, son los enemigos de la pulpa y de la corteza. Cuando no queda nada, seguirá habiendo arena, seguirá el desierto para conjugar la nada".

Salimos de la esclavitud pero no sabemos enfrentarnos a la elección, a la pregunta que no tiene respuesta. Por eso la libertad –difícil libertad– se construye día a día. Se construye sabiendo que el desierto siempre estará ahí, que el recuerdo siempre estará ahí. Sólo conociendo el pasado, conviviendo con el pasado, podemos construir nuestro próximo día. Si queremos vivir en el tiempo, no podemos desconocer el tiempo. Por ello la libertad es tan sólo una bella palabra que debe ser cargada de sentido para significar. Sino es como la arena que se escurre entre los dedos. Pero en el espacio de la letra, entre cada letra, en la blancura de la hoja que aún no es palabra, ni lo será, late el desierto de nuestra historia, allí de dónde venimos.

Pesaj es sinónimo de libertad por un lado, de la liberación de la servidumbre pero también de la irrupción de Dios en la historia del pueblo. Y así aparece frente a nosotros una nueva idea de hombre –el del pueblo de Israel– y de historia, en la que Dios interviene directamente allí. Se constituye una esperanza en la redención vinculada con la libertad y la expectativa de un futuro próximo en la tierra prometida.

La libertad es transformación, no solamente libertad en el sentido de la no-esclavitud, sino como sinónimo de pueblo, de comunidad, de espíritu y de herencia, de responsabilidad y de nuevo hombre. Libertad es aparición. La libertad para el pueblo de Israel significa el pasado que mira desde allí al tiempo por venir, a un presente que se vuelve futuro constantemente. Por ello, la libertad no es tan sólo del hombre como individuo, sino del hombre como pueblo, como un todo-en-lo-judío que se va definiendo y transformando, frente a los diferentes egiptos que se presentan delante: hijos de los padres y padres de los hijos. Hijos de los hijos de los hijos de la arena, del desierto. Herencia de ancestros, de palabras. El judaísmo vive como una totalidad que se va transformando en cada individuo, reconociendo la subjetividad como búsqueda de los que nos hacer ser; y que en cada nuevo Pesaj rememora y le da vida a la posibilidad de volver a ser liberado, consagrado y redimido.

Ser libre mantiene en continua formación la responsabilidad por habitar la tierra, el pacto con Dios y la humanidad frente al otro. Ser libre para atravesar un desierto que nunca desaparece, para recorrerlo en un viaje exterior e interior, y transformarse. Ser libre para recordar y para elegir hacia dónde ir.

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