No le digan a Tel Aviv cómo pasar Shabat

telavivokLos israelíes seculares tienen sus propias formas de pasar Shabat; no necesitan consejo de los rabinos.

 Cada uno de mis amigos tiene su propia manera de pasar Shabat. A. está dispuesto a manejar hacia el norte y aguantar horas de tráfico. G. pasa Shabat en galerías de arte, estudiando cuadros hasta que su apetito artístico está satisfecho. La forma en la cual yo paso Shabat varía.

Me gusta ir a tomar un café, mirar una película y terminar mis compras para la semana. Al rabino Yisrael Lau, rabino principal de Tel Aviv, no le gustaría ninguna de las formas en las que pasamos Shabat. Le escribió una carta al alcalde de la ciudad la semana pasada, diciéndole que Shabat debe pasarse en familia "con dos trozos de pan y un kiddush generoso, con delicias abundantes y espíritu generoso," como dice la canción que celebra el Shabat. Casi tiene razón. Tuve algunas oportunidades para pasar Shabat sentado en la mesa familiar. En efecto, había delicias y algunos momentos bellos. Pero, ¿un Shabat entero?


El rabino Lau es un clérigo, no un intelectual. Un rabino no sugeriría otra cosa para pasar Shabat que no sea en la mesa familiar. No recomendaría un libro, espectáculo o exhibición, sino que estaría encantado de recitar todas las cosas que no se puede hacer en Shabat. Más de lo que el rabino intenta proteger Shabat es lo que intenta proteger a aquellos que lo observan. Un libro, espectáculo o exhibición tentaría a las personas a dejar la mesa familiar y dirigirse a un museo, y luego del museo, ¿quién sabe a dónde irían? Después de eso es un corto camino para unirse a Meretz y comer camarones.

Los días en los que los rabinos lideraban a todos, no solo a los observantes, quedaron atrás. Perdieron la autoridad espiritual que tenían en el exilio y quedaron únicamente con la autoridad religiosa que son cuidadosos de no modernizar. Líderes espirituales nos podrían llevar a hermosos días de Shabat, llenos de contenido cultural, que podrían no honrar la fe, pero sí al día. El rabino Lau se dio por vencido con nosotros, pero nosotros no nos rendimos con Shabat. Es nuestro también, y si él no lo puede llenar con contenido, lo haremos nosotros.

Shabat es un amortiguador. Tanto las personas religiosas como los seculares lo quieren para ellos. Es imposible dividirlo equitativamente. El lado religioso no quiere ser favorecido a medias. Quiere que los negocios cierren en Shabat, pero habla de la justicia social en lugar de prohibiciones en la ley religiosa. Es para su propio bien, los rabinos y líderes comunitarios nos dicen. Es para su propio bien y salud mental. Gracias, contestamos, pero tenemos nuestras propias formas de mantener nuestra salud mental. En ese punto, se mira entre ellos y dicen: No entienden nada, esta gente estúpida. Las explicaciones no van a ayudar; solo las leyes y multas lo harán.


Las leyes y las multas nunca tuvieron éxito para imponer la práctica religiosa. Las multas nunca determinaron como es Shabat o lo que comemos en Pesaj. Había una vez, gente que guardaba comida en el congelador. Ahora, van al supermercado Tiv Ta'am. No nos dimos por vencidos con el judaísmo; nos dimos por vencidos con el judaísmo que impone la coalición en la Knesset. Únicamente nosotros podemos determinar la religión que hay en nuestras vidas. El carácter del Shabat, y de las festividades judías, depende de nosotros, no del cuerpo legislativo. Si las cafeterías estuviesen vacían en Shabat, estas cerrarían, sin necesidad de una ley o multa. Están abiertas por la fuerza del mercado. Nosotros somos la fuerza de mercado, y podemos comprar en el supermercado o ir al cine en Shabat. Las fuerzas del mercado son un concepto complejo, pero en el debate sobre el Shabat y las fiestas judías, tienen la palabra final.

El tiempo es un tsunami que no cede. El tiempo pasa rápido, y nos hace olvidar lo que escribió el profesor Ruth Gavison junto con el rabino Yaacov Medan hace 15 años. Este documento, el Convenio Gavison-Medan, describía un Shabat que correspondía a las necesidades de un estado que era tanto judío como democrático. Hablaba de concesiones mutuas y de ambas comunidades cediendo. Recomendaba cerrar negocios y abrir lugares de entretenimiento y cultura en Shabat. El convenio no resultó en nada, y a medida que el tiempo pasó, el Shabat cambió. Ahora estamos más lejos que nunca de un día alrededor de la mesa familiar.

Un comentario a modo de conclusión: es lindo hablar de Shabat y los días festivos y olvidarnos de los árabes. Después de todo, son solo el 20% de la población. Cuando hablamos de las vacaciones, dejamos a los árabes de lado, por supuesto. Sin embargo, no nos olvidamos de ellos en Pesaj – nos aseguramos de venderles los productos con levadura para marcar nuestra sociedad y la gloria del estado de Israel.

Fuente: Haaretz

Traductora: Mariel Benedykt

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