Por qué el judaísmo religioso está atado al nacionalismo

jerusalenokEste fin de semana, el New York Times publicó una columna escrita por Mark Oppenheimer sobre lo que el autor identificada como pequeños grupos de judíos estadounidenses que se oponen al sionismo. El artículo estaba bien escrito y resultaba atrapante, y los cinco entrevistados de Oppenheimer parecían tener una consciencia moral detrás. Sin embargo, ninguno sonaba muy judío.

 Al unirlo, se dio a entender que el judaísmo se contradice con aquello que es necesario para mantener la existencia de un país. "Creo que el nacionalismo y la religión juntos son tóxicos", dijo Stefan Krieger, profesor de leyes en la Universidad Hofstra. Corey Robin, un profesor de ciencias políticas en la Universidad de Brooklyn, lo expresó aún más poéticamente: "Hay muchas formas de ser judío", dijo, "pero adorar a un estado con una influencia militar tan importante parece una decepción a nuestro pasado."
Todos conocemos el pasado al cual hace referencia Robin; todo comienza cuando Dios elige a su pueblo y los dirige hacia la Tierra Prometida, donde deben asentarse y vivir según las leyes de la Torah. La primera vez que lo escuchamos, esto parece raro: Si el pueblo elegido debe iluminar al resto de las naciones, ¿no harían mejor su misión viviendo entre los goyim, compartiendo su verdad? ¿Por qué guiarlos, como había pasado con Abraham, a Canaan? ¿Por qué insistir con la existencia de una tierra para los judíos allí?

La respuesta es uno de los pilares que compone el judaísmo, y esta es la importancia del poder que emana de una tierra. Como dijo Michael Walzer en "Éxodo y Revolución", no hay nada en particular que diferencie a Canaan de Egipto; las promesas de la Tierra Prometida no se tratan de una magia externa, sino de la habilidad de los judíos para gobernar y formar un estado que funcione de ejemplo como reino piadoso. En otras palabras, el judaísmo sugiere que para dar un ejemplo moral, uno no puede declararse demasiado puro y alejarse del gobierno, sino que al contrario, debe funcionar como ejemplo y mostrarle a los demás como una nación real maneja los problemas que enfrenta en el mundo real.

Esto no es decir que la forma en la que Israel maneja los problemas es la ideal; está lejos de serlo. Lo que sí quiero decir es que definir al judaísmo como una antítesis del nacionalismo, cuando en el fondo es tanto una nacionalidad como una religión, es un insulto a la fe antigua. Incluso la oposición tradicional religiosa al sionismo, la cual cita Oppenheimer en su artículo, no viene de una contradicción entre nacionalismo y religión, sino que de una creencia de que tal estado debe establecerse luego de la llegada del Messiah.


Los sujetos de Oppenheimer, sin embargo, no lo ven de esta manera. Rechazando toda forma de nacionalismo, ellos únicamente toleran a la religión si maneja los valores morales universales. Lo cual, nuevamente, tiene poco en común con nuestra fe antigua. Obviamente, no está bien criticar las creencias de alguien basándonos únicamente en algunas citas en un artículo. Los entrevistados de Oppenheimer son profesores y escritores reconocidos, y está es una conversación que vale la pena tener. Me da curiosidad saber cómo reconciliarían sus ideas modernas con los pilares más antiguos de la teología judía.

Fuente: http://www.tabletmag.com

Traductora: Mariel Benedykt

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