Shabat en Uruguay: dos relatos

shabattumokShabat en casa


La experiencia de que filmen un Kabalat shabat en casa para un programa de TV Ciudad fue única. Como familia no fue un kabalat shabat muy diferente a otros ya que estamos acostumbrados a recibir invitados de diferentes partes del mundo, y el equipo de filmación del programa eran simplemente nuevos invitados.

 No implicó una rutina diferente; lo especial de esta experiencia fue el que, indirectamente, estábamos compartiendo con todo el mundo la forma en que recibimos el shabat.
A pesar de las cámaras y micrófonos era casi como si no nos estuvieran filmando. Actuamos naturalmente, como lo hacemos cada viernes cuando nos juntamos en familia. Esto permitió que se pudiera capturar el espíritu de shabat en familia.

Quizás, un poco sin darnos cuenta, mostramos la simplicidad del celebrar la llegada del shabat. Más allá de las diferentes tradiciones, lo importante no es la comida o la forma en que se prepara; la importancia está en cómo recibimos al shabat como personas. Nosotros lo hacemos en familia y con mucha alegría, la cual siempre hemos compartido con mucho gusto con nuestros invitados.


Nos da un enorme placer mostrar y educar en qué consiste algo tan especial en la vida de todo judío como lo es recibir el shabat con alegría, entre familia y amigos.

Por Dan Raij

Celebrar Shabat en Punta del Este

 Por  Rodrigo Varscher
Celebrar Shabat en cualquier otro lugar que no sea donde uno lo festeja habitualmente tiene su cuota de singularidad y carácter especial. Porque mientras que en el lugar habitual, uno ya prevé cómo va a ser más o menos (aunque también tiene sus momentos especiales, por supuesto, el propio día de Shabat le da un ingrediente a la ocasión), cuando se trata de celebrar este día consagrado y súper-especial de la semana judía en otro lugar (por ejemplo en un balneario), uno quiere estar aún más preparado y quiere que todo esté incluso más organizado y coordinado que en el sitio habitual donde uno pasa Shabat.

Así es que mi comunidad, la NCI de Montevideo, me otorgó el kavod (honor) nuevamente de oficiar los Kabalot Shabat en Punta del Este, como había sido el año anterior también, en el Hotel Best Wester La Foret, quien de manera muy atenta nos brindaron un espacio muy bueno para llevar a cabo las tefilot (servicios) de Kabalat Shabat. Estas tuvieron lugar desde el viernes 17 de diciembre de 2013 hasta el viernes 31 de enero de 2014, habiéndose realizado un Kabalat Shabat en la sede de CIPEMU, la comunidad judía de Punta del Este, el viernes 3 de enero. En dos de los Kabalot, me acompañó nuestro querido Dubón (Daniel Fridman) en el teclado, con su sentido del humor siempre tan presente. Cuando fue en CIPEMU, vino de bermudas y con pantalón en mano y, al llegar, me pregunta: "¿Me cambio?" A lo que yo respondí: "¡Obvio, Dubón, vamos a oficiar!"

Pero permítanme escribir no tanto a modo de "informe" y sí contarles algo más como experiencia personal. A diferencia del año anterior, en esta temporada no contábamos con Rabanim de nuestro movimiento Masortí (Conservador) en Punta del Este, por lo que, podrán imaginar, fue un tanto más desafiante pero a la vez muy emocionante. No sólo había que estar listo y preparado para oficiar la tefilá (servicio), sino que también había que pensar y designar a alguien que compartiera algunas palabras de Torá con respecto a la parashá de la semana, la porción de Torá que se lee semanalmente. Es así que varios de nosotros de la comunidad compartimos en cada Shabat un mensaje de Dvar Torá. El primer Kabalat Shabat, contamos con la presencia del Jazán Luis Cattan, quien reside y oficia en Miami; ese Shabat vino de Estados Unidos junto con un Bar Mitzvá y su familia para celebrar la Bar Mitzvá de este chico. El "shil" (quiero decir, el salón, pero al rezar todos juntos ya se puede decir que se vuelve "shil" o "beit haknéset) estaba lleno ese día, creemos que alrededor de cien personas. Y Luis, "rompiendo el hielo", invitó a todas las damas presentes a que encendieran todas juntas las velas de Shabat, algo que, según nos contó él, se suele hacer en su comunidad de Miami. Fue un momento tan singular que, nosotros, los que seguimos en enero con las tefilot, continuamos esa "práctica", y se volvió "costumbre" invitar a todas las damas a encender las velas de Shabat antes de comenzar con el servicio. Una de ellas encendía, y todas en conjunto pronunciaban la berajá (bendición). Varias de esas veces fue mi madre, quien me acompañó en todos los Kabalot junto con mis abuelos. Otras veces, lo hacían otras damas.


Siempre que llegaba al hotel, pedía a los que estaban en la recepción que encendieran las luces del salón (no porque no podamos encenderlas en Shabat sino porque era un misterio saber dónde estaban, ¡jaja!); pedía una copa para hacer el Kidush en la tefilá y un vasito de agua, y ¿saben por qué? Porque cuando uno oficia sin el equipo de personas (shiljei tzibur) con el cual uno está acostumbrado a oficiar, la boca se reseca un poco más de lo habitual que cuando se oficia en conjunto. Solía tomar este vasito de agua después de la amidá, la oración que se recita de pie y de manera silenciosa. Recuerdo que una vez les expliqué un poco de lo que significa para nosotros el día de Shabat a la amable chica y atento caballero que siempre me daban la copa y el vaso con agua.

Tenía un órgano con el cual acompañar y musicalizar el servicio, pero la verdad es que en las últimas veces me parecía que uno se sentía más cercano y cómodo al oficiar sin el órgano. Con el jazán Luis Cattan, sí toqué durante toda la tefilá, ya que había otro "grande" de la jazanut que podía acompañarme. En enero, fui alternando los momentos.

Pero lo más emocionante para mí y que también lo ponía más a uno a prueba era el hecho de preparar y transmitir un Dvar Torá en relación a la parashá de la semana. Varios tomaron la hermosa responsabilidad de hacerlo: la primera vez lo hizo el propio Luis Cattan, el siguiente lo hizo quien escribe, luego un miembro de la directiva de nuestra NCI y Ianai Silberstein, después lo hizo el presidente de nuestra comunidad Robby Schindler, y los últimos dos Kabalot Shabat tuve el honor de hacerlo nuevamente. Leer la parashá de la semana, ver comentarios, pero principalmente saber relacionarlo y vincularlo con uno, con la realidad actual y con los valores eternos de nuestra tradición. La tarea incluía tener todos estos aspectos en cuenta.

Como venían personas de diferentes partes del mundo, principalmente de Latinoamérica, cada uno venía con su costumbre, y eso era lo lindo: cuando unos se paraban, otros quedaban sentados, y cuando estos se paraban, los primeros se sentaban. Nuestra idiosincrasia como judíos es así: plural.


Otro elemento que para mí era muy inspirador era el hecho de comenzar la tefilá justo cuando era el horario de encendido de velas de Shabat, o sea, comenzábamos justo en el momento en que el sol empezaba a ponerse. Y la amidá, que es cuando uno trata de estar lo más inspirado posible, la recitábamos cuando ya se podía percibir el crespúsculo: un azul grisáceo que se extendía por todo el cielo, y por si esto fuera poco, las ventanas daban literalmente "al cielo". Fue algo realmente gratificante.

El tiempo no frustró ni la concurrencia ni las ganas de venir: siempre hubo gente, a veces más, a veces menos, pero todos cantando y celebrando el día de Shabat. Y la verdad es que en esta época del año, por momentos me sentía "más judío" en Punta del Este que en Montevideo, porque al salir del hotel, mientras caminaba de vuelta para casa por la rambla, otros también de kipá y otras también de pollera caminaban de vuelta de las otras sinagogas, a la vez que nos saludábamos mutuamente con un "Shabat Shalom".

Y eso es lo que queríamos tener y por lo que siempre nos esforzamos en este día tan especial: poder tener un Shabat Shalom, un Shabat con paz, con compañía y con muchos significados y vivencias.

 

 

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