La cábala y las cábalas

cabala2okTendría unos 10 o 12 años. Mi abuela Sofía, de origen sefaradí (nacida en el barco que traía a mi bisabuela de Siria a Buenos Aires), me advirtió que en el momento que le anunciara una buena noticia a alguien o si llegara a sospechar algún atisbo de envidia en mi eventual interlocutor le mostrara mi mano abierta, representando un hamse, que en árabe significa "Cinco".

 Habrán visto el amuleto de la "manito" que hasta hace unos años se conseguía sólo en el shuk de Jerusalem y que, de a poco, fue ganando popularidad en otras partes del mundo.

Años más tarde, me fue referido de primera mano (valga la palabra), el caso de un importante empresario argentino y judío que en cada negociación nombra -a modo de cábala- el número cinco. Imaginé al hombre en cuestión pidiendo un descuento de un 5% o anunciando que antes de las 5 de la tarde debería finalizar la reunión.

Los números están presentes en la historia y vida judías. Existe la tradición de saludar a alguien por el cumpleaños y desearle Ad mea be sdrim, es decir, "hasta los 120 (años)". En Israel -al menos hasta hace unos años- se decía, no sin una piszca de humor: Ad mea be sdrim, kmo sdrim, o sea, "hasta los 120, como a los 20".

A priori resultaría contradictorio en una tradición como la judía -que es opuesta a la idolatría- la existencia de un amuleto (como es el caso del hamse). La Ley hebrea prescribe la prohibición de adorar "becerros de oro". Y un hamse técnicamente no deja de ser un objeto.

Los seres humanos somos sujetos culturales, la cultura es una construcción social. Los judíos, a lo largo de nuestra historia, hemos convivido con diversas culturas, que a su vez mantienen diversas cosmovisiones y hemos incorporado algunas de esas costumbres. De hecho, el término hamse proviene de la cultura árabe. Sin embargo, no se trata de una simple superstición.

HISTORIA DE LA CÁBALA

La palabra Cábala -explica Ben Itzjak en su libro "El Calendario cabalístico. Elul-Agosto"- proviene de la palabra hebrea Kabalá, recepción, "la cual refiere al acto de recibir aquello que ha sido transmitido" (1).

Según fuentes místicas antiguas -refiere Itzjak- los orígenes de las Cábala se remontan al mismo Adán, quien según el Zohar había recibido "un libro que descendió del cielo, traído por el Maestro de los misterios". La primera obra impresa sobre el misticismo judío es el Sefer Ietzirá, el Libro de la Formación, atribuido a Abraham.
Para el autor, la obra más amplia "según los estudios esotéricos judíos". es el Zohar, el Libro del Esplendor, atribuido al sabio Rabí Shimon Bar Iojai (contemporáneo al período de la Mishná, siglo II).

Itzjak destaca entre los estudiantes cabalistas más destacados a Moisés Cordobero, Iosef Caro, Moshé Jaim Luzzato y Shlomo Alkabetz, y revela como importante el aporte del Rabí Isaac Luria (el Arí HaKadosh, Jerusalem, 1534-73).

La Cábala plantea, entre otras cuestiones, una vinculación entre las letras y los números. La sabiduría numerológica que vincula letras y números se denomina Guematria. En hebreo, a cada letra le corresponde un número: Alef equivale a 1; Bet a 2; Guimel a 3 y así sucesivamente hasta la Iud (10). A partir de ésta, la sucesión se da por decenas hasta llegar a la Kuf (100). Luego vienen la Reish (200); la Shin (300) y la Tav (400). A su vez, cada palabra, está conformada por un shoresh, una raíz de tres letras. La correspondencia entre palabras se da a partir de la posesión de una raíz común o bien de que ambas sumen el mismo valor numérico. Un crítico apresurado podría tildar a esta vinculación con el orden de lo supersticioso. Nada más lejano: se trata de una lógica que responde a la energía de la creación.

Para el caso, en "La Cábala y su simbolismo", Gershom Sholem (1897-1982) -acaso el mayor estudioso contemporáneo de la Cábala- refiere que "la luz y el misterio de la Torá son una y la misma cosa, ya que las palabras hebreas or (luz) y raz (misterio), tienen el mismo valor númerico, 207"(2).

Se trata, entonces, de una lógica que combina la matemática con el misterio de la creación.

En referencia al mes de Elul, Ben Itzjak señala que el célebre versículo del Cantar de los Cantares "Yo soy mi amado y mi amado es mío", (que se recita en la jupá) "conforma con sus iniciales la palabra Elul (Poskim)".Las cuatro palabras del versículo ("Aní ledodí vedodí lí"), afirma, terminan con la letra "iud", de valor númerico 10. Y sumadas forman el número 40, que sugiere los cuarenta días que van entre el comienzo de Elul hasta el Día del Perdón (período de acercamiento mutuo con el Creador). (pág. 101)
Otra vinculación que explicita Ben Itzjak es la que plantea que los valores numéricos de Itzjak (208) y Rebeca, (Rivka, 307) (quienes representan la devoción a Dios) suman el mismo valor numérico que la palabra tfilá, o plegaria: 515.

LA CÁBALA Y LA LITERATURA

La cuestión del misterio en torno a la Cábala también está presente en la literatura, en la ficción. Por caso, el escritor argentino Jorge Luis Borges, en el poema "El Golem", evoca a su amigo Gershom Sholem ("El cabalista que ofició de numen/ A la vasta criatura apodó Golem;/ Estas verdades las refiere Scholem/ En un docto lugar de su volumen") (3).

En una entrevista radial, el director de la revista Hispamérica y estudioso de la obra borgeana, Saúl Sosnowski, advierte que la alusión de la Cábala que propone el autor de El Aleph es meramente lúdica: "La cábala en los últimos tiempos se ha visto bastardeada -afirma Sosnowski-. Cuando comienzo una conferencia muchas veces digo que la cábala no tiene nada que ver con Madonna, nada que ver con el ´sentirse bien´. Cada vez que le pregunté a Borges sobre el estudio de la cábala se escabullía, un poco porque lo que quería indicar es que él consideraba que no había un modo particularmente privilegiado de estudiar la cábala. A él le interesaba este tema como muchos otros, diversas cosmogonías y la teología; tomaba a la cábala desde un punto de vista lúdico, no hay que tomarlo aquí como un aspecto religioso". (4)

La relación de los humanos con la cultura es subjetiva; por lo tanto una persona puede adjudicarle a un objeto características mágicas, otra verlo simplemente como un objeto o un simple recuerdo.

Me considero una persona más bien inclinada al pensamiento racional. Pero confieso que atesoro un llavero de metal con forma de hamse, en cuyo reverso está tallada la tfilá HaDerej, es decir, la oración para el viaje, que me obsequió una sobreviviente de la Shoá. Y, por las dudas -pero también por casualidad- el título de esta nota está conformado por un total de cinco palabras.

Fuentes citadas:
(1) Itzjak, Ben. "El calendario cabalístico. Elul-Agosto". Ed. Edaf, Madrid, 2002.
(2) Scholem, Gershom. "La Cábala y su simbolismo". Ed. Milá, Buenos Aires, 1988.
(3) Borges, Jorge Luis. "El otro, el mismo" (1964). Ed. Emecé, Buenos Aires, 1996.
(4) http://edimpresa.diariouno.com.ar/nota.php?id=284680

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