La Introducción a la historia universal de Ibn Jaldún nos sumerge en una experiencia inconmensurable, como la distancia imaginaria que el horizonte traza sobre el océano. Atento a su tiempo, sabiendo que "el pasado y el futuro se parecen como dos gotas de agua", el pensador musulmán construye una obra para leer, aprender e interpretar a lo largo de los tiempos.
Ibn Jaldún piensa la literatura y la poesía en una relación indispensable con el lenguaje, con el papel del escritor, el librero y el poeta, y de qué manera ellas se vinculan con la historia y el progreso de los pueblos como carácter y síntesis de la vida de los hombres. El lenguaje está relacionado con la escritura y ésta, no puede comprenderse sin el contexto en donde se origina y al que remite. Toda dimensión está sistemáticamente unida a otra, como un gran rompecabezas que entre las páginas se van conectando meticulosamente. Ibn Jaldún establece dos relaciones específicas con la escritura: el uso por el poder soberano de ella, y la relación que permite analizar con respecto al avance y desarrollo de las ciudades, específicamente, la relación entre ciudad-campo y entre progreso-retraso: "La espada y la pluma son dos instrumentos de que el soberano se sirve en la conducción de sus asuntos". Allí está la relación primaria de la escritura en los menesteres del poder soberano; y en especial, con la construcción del orden interno y la mantención del poder: "la pluma es a la sazón el instrumento mediante el cual el príncipe obtiene los frutos de su reino, entrecruza la marcha de la administración, mantiene el orden en sus Estados y rivaliza (en dignidad) con los demás soberanos" (p. 473).
Externo e interno, la escritura es un medio para las relaciones de poder, en la administración y ordenamiento interno, y en las relaciones externas con los otros. El cultivo de las artes está íntimamente unido a los caracteres de la ciudad. No se dan las artes en todas las ciudades y no todos los hombres se dan a las artes. Las artes encuentran en las ciudades su esplendor, en donde nace una reciprocidad entre los hombres instituidos que las ejercen. Y su advenimiento es posible en las ciudades que encuentran un gran desarrollo social, "ya formadas en los hábitos del fasto y de la civilización urbana" (p. 665).
Todo arte es una facultad adquirida que el hombre se encarga en aprender y transmitir. No hay posibilidad de ingresar a un arte cualquiera sin la calidad de la enseñanza que ha recibido y el talento del maestro. "Las cosas no pasan instantáneamente de la potencia al acto", es esta una de las premisas para entender el desarrollo de la escritura, o mejor dicho, el desarrollo del hombre, en donde uno de sus caracteres que lo constituye en individuo y le da la posibilidad de autonomía es la escritura.
Las artes conciernen al dominio privativo del hombre, y específicamente es por su facultad reflexiva que distingue al hombre del resto de los animales. Las artes se desarrollan y surgen en concordancia al progreso de la civilización y del avance social, es por ello que solamente surgirán, para Ibn Jaldún, en el momento en que las necesidades de existencia estén aseguradas. Es interesante que de esta forma explica que las artes y las ciencias son secundarias con respecto a las cosas que sirven para sostener la existencia: "Mientras que la civilización de la vida urbana no esté completamente afirmada en una ciudad, y mientras que esta ciudad no haya adquirido la condición de tal, los habitantes sólo piensan en proporcionarse lo necesario, o sea, el trigo y las demás cosas que sirven a la alimentación. Cuando la ciudad se ha convertido en una verdadera urbe, y que los productos del trabajo ya abundan en ella al punto de exceder a todas las necesidades, entonces el excedente se emplea en cosas complementarias del bienestar" (p. 709).
Es este excedente el que conforma el arte, y es el arte uno de los determinantes del desarrollo de una sociedad. Así encontramos este par de variables dependientes que determinan la relación entre arte y sociedad. La ciudad es el ámbito propicio para el cultivo de las artes, y el desarrollo de ella depende del grado de progreso-retraso de la sociedad. Lo interesante es que el progreso es entendido por Ibn Jaldún como desarrollo de las artes. Existen dos formas de arte a través de las cuales es posible caracterizar todas sus significaciones. En primer lugar, las artes que están unidas a la condición social del hombre. Son las artes absolutamente necesarias que hacen a su modus vivendis. Son las artes a las que Ibn Jaldún llama "simples" y en las que podríamos incluir a las realizadas por el labrador, el albañil, el sastre, el carpintero o el tejedor. Por otro lado, están las artes que son nobles por su propio objeto. Estás artes son las de la partera, el escritor, el librero, el músico y el médico.
Lo interesante de pensar a la partera y al médico como dos formas de arte nobles por su propio objeto, se vincula con que en sus manos se encuentra la conservación de la vida desde su propio nacimiento y por ello el carácter indispensable para la sociedad, y la conservación de la vida a través del cuidado de su salud, encontrando como finalidad última, el cuerpo humano.
La escritura y la librería –como el arte del librero– por su parte, están íntimamente relacionadas. Y el rol que juegan en la historia de las sociedades es fundamental. Ya que ambas sirven para "fijar y conservar las memorias y los hechos que el hombre quiere guardar, para hacer comunicar a través de las lejanías el contenido del alma, para eternizar en volúmenes los productos del pensamiento y los conocimientos científicos, y para elevar los órdenes de la existencia a las categorías laudables" (p. 718).
Se puede ver en estas expresiones la importancia que Ibn Jaldún le da a la escritura en relación con la sociedad, la cultura y los hombres. A través de la escritura las sociedades fijan y conservan sus memorias, las trasmiten, de generación en generación, construyendo de esa forma el imaginario simbólico que hace a su identidad. Se expresan, se eternizan los productos del pensamiento y los desarrollos científicos, y se eleva la existencia a las categorías que ameritan ser alabadas. A través de la escritura y de los libros se configura la cultura de una sociedad, se la conserva y se la transmite. Escritura y lenguaje, cultura y escritura: las bases identitarias de la sociedad descansan en estos elementos.
Dentro de esta tipología de las artes, el autor separa la escritura, la librería y la música del resto. Mientras la partera y el médico tienen por fin último la vida en sus distintos estados (nacimiento y conservación), estas tres artes gozan de una "honrosa distinción". Esto se debe a que son artes que se relacionan con el poder, ya que como escribe Ibn Jaldún, los ponen en contacto con los más grandes soberanos introduciéndolos de esta forma en los círculos más íntimos. Para Ibn Jaldún las artes constituyen una parte importante de la sociedad, en donde no se da en todas por igual y en donde es necesario para que se den diferentes requerimientos y relaciones que hacen al devenir de los hombres y el progreso de las ciudades. Como escribe: "La escritura alcanza, en las ciudades, un grado de primor más o menos elevado, en proporción con los progresos que los hombres hayan hecho en la vida social y la civilización, y con su esmero por lograr los diversos géneros de perfección" (p. 736).
II.
En cada hombre el alma racional existe ante todo en potencia. Y el paso de la potencia al acto se produce a través de los conocimientos y las percepciones adquiridas, suministradas ellas por las cosas sensibles y por la facultad especulativa (p. 758). Con esta lógica, el lugar que ocupa la escritura es fundamental. Con ella se contribuye a los sistemas de conocimiento y al aumento de la inteligencia. La escritura es el camino en que se transporta el pensamiento de la forma de las letras trazadas sobre un papel, a las palabras que se enuncian a través de la boca. Palabras delineadas en la imaginación, y desde ellas –nos dice Ibn Jaldún– a las ideas que encierra el alma.
Como un sistema que se construye por partes, el pensador nos enseña los procesos del hombre desde el propio hombre en lo que refiere a la potencia y el acto. El hombre tiene un alma racional que traduce la potencia al acto, solamente, a través de las enseñanzas, los conocimientos y las percepciones que se aprenden y aprehenden. Ibn Jaldún no cree en el determinismo con respecto a los hombres, ya que su aprendizaje y su progreso como tal no depende de uno mismo solamente, sino también del contacto con los otros, de las enseñanzas: este es el motivo de la importancia que le da a la figura de los maestros.
Lengua y escritura son las formas en las que el hombre se expresa, actúa, y logra relacionarse con los otros hombres. Es por ello que la lengua para Ibn Jaldún es la manera en que se expresan los pensamientos, y es una facultad que al igual que el resto de las artes se adquiere por la práctica.
Ibn Jaldún, desde su análisis de las lenguas, analiza el doble papel que juegan éstas para el hombre y para la sociedad. A través del aprendizaje de la lengua, en donde el niño escucha las palabras aisladas hasta darle un significado, reconoce estos significados en relación con la palabra que lo determina y así transforma el lenguaje en una facultad adquirida, en una cualidad arraigada y "él mismo deviene también uno de la comunidad que los rodea" (p. 1031). Vemos como el lenguaje cumple una función esencial en el proceso de socialización en donde el niño va reconociendo al mundo que lo rodea, dándole significado y constituyéndose como individuo en sociedad, como un ser social. Por otro lado, escribe Ibn Jaldún que "las lenguas y los idiomas han pasado de generación en generación, y como los niños y los extranjeros los han aprendido" (Idem). Qué quiere decir con esto: que el lenguaje también es una de las características de la cultura, no sólo una herramienta en la constitución social del hombre, sino un aspecto distintivo de una sociedad y de una civilización.
Es por ello que Ibn Jaldún escribe que existen cuatro ciencias que se refieren a la lengua árabe: la gramática, la lexicología, la retórica y la literatura. Centrémonos específicamente en la literatura: ella es la ciencia cultivada por aquellos que desean aficionarse al bello lenguaje, como dice el autor, es a través de ella que se llega a "escribir con elegancia, en verso y en prosa, reproduciendo el estilo y los giros de los árabes [del pasado]" (p. 1029). El aprendizaje de la literatura se adquiere a través de un trabajo de memoria. Se deben memorizar un conjunto de expresiones así como también a los poetas de los antepasados árabes y sus leyendas. De esta forma se podrá apreciar el valor de los textos que se presenten.
La lengua árabe y sus discursos en cuanto a las formas literarias puede presentarse en forma de poesía reglada, sometidas a las formas de la prosodia y de la rima, o en forma de prosa, como un discurso que no se encuentra sometido a las reglas de la prosodia. Mientras que en la poesía se puede incluir el elogio, la sátira o la elegía, la prosa puede ser cadenciosa en donde aparecen frases separadas que sin embargo terminan con la misma rima o de lo contrario pueden ser libres. La prosa, explica el autor, se emplea en la cátedra, en las rogativas y en las arengas dirigidas a una asamblea para inspirar ánimo o terror. (p. 1054).
III.
¿Qué ocurre con la poesía? Más allá de sus formas, sus métricas y sus variables, la poesía juega un rol fundamental en la identidad árabe según Ibn Jaldún. La poesía es la forma de alocución más noble, es la forma literaria por excelencia y es este el motivo por el cual ella, y a través de ella, se produce el depósito de los conocimientos y de la historia: la poesía es la testigo de los aciertos y los yerros de la historia, el archivo en donde podemos encontrar la mayor parte de sus nociones científicas y sus sabias máximas. (p. 1059).
La poesía es un universo en si misma, en la complejidad de su construcción y en la importancia de su existencia. Cada verso de un poema es independiente de los otros y ofrece un sentido cabal cuando se lo lee aisladamente. Sin embargo, al mismo tiempo que su construcción es independiente, la poesía forma parte de un todo que es el poema mismo. Y en este todo encuentra su significado la totalidad del poema. El poema es un telar en donde cada tela tiene una individualidad que es completa e incompleta, puesto que en la totalidad del telar y en el entramado de las telas construyen la obra final, como un todo: "La poesía es un discurso eficaz, fundado en la metáfora y las descripciones, y dividida en trozos que, cada uno, independientemente del que le precede y del que le sigue, expresan un pensamiento cabal y tienen un objeto determinado (en fin, un discurso) con un procedimiento reglado conforme a los modos particulares que los árabes han asignado a este género de composición" (p. 1063).
La poesía árabe tiene, al mismo tiempo, una conexión con el pasado y el presente. Ya que para aprenderla es necesario memorizar a los antiguos poetas, apropiarlos. Es la misma gota que enseña el pasado en el presente, y a través de la poesía se perpetúa la tradición y la lengua.
Ibn Jaldún dedica el final de su gran obra al arte de la poesía. En primer lugar, porque su estudio y su pensamiento demuestran –trasladándolo por un segundo a la construcción forzada de disciplinas en las ciencias desde Europa– que es él mismo el tipo ideal de u pensamiento sobre la sociedad. Su figura trasciende su obra y al mismo tiempo es su propia obra. Como la construcción de la poesía, en donde todo verso es una totalidad inacabada que necesita del conjunto para acabarse, pero que sin embargo es autónoma individualmente. Como el hombre, totalidad en sí mismo que sin embargo está completo en sociedad pero que individualmente continúa siendo un individuo.
En segundo lugar, porque la Introducción a la historia universal no es un libro sobre la vida y las formas de la vida particulares del contexto histórico que rodean a Ibn Jaldún, sino que es una obra de pretensión abarcadora. Es una obra monumental, enciclopédica sobre las sociedades, los pueblos, las relaciones de poder, el gobierno y, fundamentalmente, sobre el hombre en todas las formas y manifestaciones de la vida.
Y finalmente, porque en la poesía se sintetiza su pensamiento sobre el hombre y sobre las relaciones sociales que genera. La poesía es el arte por excelencia en cuanto construcción artística, como a su vez un vínculo histórico entre el pasado y el presente del pueblo. Como él mismo lo expresó en la metáfora del telar, la poesía es el entramado que une entre sus telas al hombre, a su tradición y a su cultura, al pasado y al futuro, al lenguaje, que como forma y como vínculo construye los diferentes tipos de sociedades y de hombres, de ciencias y de artes, de trabajos y quehaceres. Por ello Ibn Jaldún finaliza su obra con el análisis de las vicisitudes de la articulación entre la poesía, la palabra y la historia, o tal vez, es que el libro elige la poesía como su propio fin. Porque en ella la historia universal encuentra su introducción y su final.
REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA:
Ibn Jaldún. Introducción a la historia universal (Al-Muqaddimah), Edición Elías Trabulse y trad. Juan Feres, México D.F., Fondo de Cultura Económica, (1977) 2005.