Shulamit Aloni, el Ombudsman y el Tanaj

| Escrito por Renee Epstein

shulamit2okDifícil resumir en pocas líneas todo lo que esta mujer gigantesca, auténtica e innovadora, fue e hizo, con tanto coraje y rectitud, y sin la menor preocupación por lo ¨politically correct¨ para tratar de hacer de Israel un país esclarecido, democrático y pacífico como algunos mucho quisiéramos que fuera.

Pero en este momento me viene a la memoria que antes de ser abogada y entrar en la política fue, entre otras cosas, maestra de Tanaj. Probablemente fue tan combatida por el judaísmo ortodoxo por sus ideas, su estilo, por ser mujer y sobre todo por tener conocimientos de las fuentes judías que le permitían discutir con ellos a la misma altura, demostrando que ni la religión ni la ortodoxia tienen el patrimonio del judaísmo.

 La creación en Israel de la Oficina del Contralor del Estado (Defensor del Pueblo, Ombudsman), por ejemplo, fue resultado inmediato de su labor legislativa. Esta institución, que existe en muchos estados modernos, no es algo nuevo en el judaísmo. En la época bíblica, los profetas, las figuras más éticas del Tanaj, ejercían esa función a su modo, eran defensores de la justicia y protectores de los débiles.

En una época en que los reyes de otros pueblos eran soberanos absolutos, los reyes hebreos no lo eran tanto. Además de ser mediadores entre Dios y el pueblo, los profetas eran algo así como vox populi, una especie de conciencia alerta de la sociedad observando y juzgando la conducta de todos, desde el pueblo hasta el rey. Y se permitían criticar públicamente lo que les parecía mal sin ningún tapujo ni temor, Eran personajes autónomos, independientes, una especie de maestros o predicadores andantes, respetados por el pueblo y temidos por los Reyes.

Por ejemplo, el profeta Nathan, después del affaire con Bat Sheva, le hace saber al Rey David que el mal hecho contra Urías y su esposa Bat Sheva fue desagradable a los ojos de Dios y sería castigado por sus pecados de adulterio y asesinato. David reconoce su falta. (Samuel II cap. 12). El profeta Nathan le anuncia a David que Dios le perdona la vida pero no la del niño que había nacido de su relación con Bat Sheva y además lo condena a la intranquilidad con zozobras y agitación continuas en su reino y disturbios e intrigas en su casa y le niega la posibilidad de construir el Templo, como David hubiera deseado. Y David no emprende ninguna acción punitiva contra Nathan. Lo que demuestra, no sólo su arrepentimiento, sino también el respeto al profeta.

Un ejemplo más extremo es el enfrentamiento del profeta Elías con el Rey Ahav. El rey Ahav fue uno de los más despiadados y crueles de la época, "hizo el mal a los ojos de Dios, más que todos los que le habían precedido" y tomó por mujer a una cananea, Jezabel. Ambos practicaban la idolatría y realizaron todo tipo de maldades.

Esa maldad se proyectaba también en el despojo de sus súbditos. El episodio de la viña de Navot (Reyes I cap. 21) es representativo de la repetida historia del despojo de las tierras de los campesinos por los gobernantes y grandes propietarios. Ahav apetece una viña de su vecino Navot, quien se niega a vendérsela. Jezabel le consigue la viña a Ahav, haciendo matar a Navot con una estratagema: un juicio basado en falsos testimonios (tampoco los juicios estalinistas fueron una novedad en la historia). Elías va a plantarse frente a Ahab y Jezabel comunicándoles la sentencia divina contra ambos monarcas y su descendencia.


Es muy interesante constatar que, en el judaísmo antiguo, el poder del rey no era determinante, podía ser frenado. El poder moral del profeta era más determinante, En ningún otro pueblo del mundo antiguo existía la idea de que el rey podía ser criticado públicamente, tenía que respetar a alguien o inventar una estratagema para quitarle una posesión. Todo rey podía hacer lo que se le antojara. En el antiguo Israel no. Y esto era sin duda un revolucionario mensaje de justicia.

En el Israel de hoy, Shulamit Aloni fue una líder espiritual laica, sin duda una de las que llevó más adelante la lucha por una legislación que defienda a los hombres y a las mujeres frente a todas las fuentes de poder que lo privan de justicia y libertad.


Parafraseando a Federico García Lorca, se podría decir que tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, otra mujer de su talla.

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