Papa y caradura

reunionfranciscookLo llano de Francisco no fue nunca una postura, y menos aún su simpatía contagiosa, que hace que las distancias se disuelvan por completo.

 –¡Sos un caradura!– me espetó sin siquiera pestañear, con esa sonrisa ancha que le ilumina todo el rostro. Fue la respuesta más natural que le salió después de que le entregara el libro que sobre los 100 días de su papado editara La Voz del Interior , señalándole el artículo que me había tocado escribir, al que titulé "Puré de Papa"... Claro que llegué a explicarle previamente que lo de "puré", por más increíble que parezca, viene del concepto de "pureza", con lo que estaba saldada la justificación que ameritaba semejante título.

Es que lo llano de Francisco no fue nunca una postura, y menos aún su simpatía contagiosa, que hace que las distancias se disuelvan por completo.
Esa calidez probablemente fue la característica más notoria de las más de dos horas que compartimos este jueves 16 de enero con el Papa en el comedor de la residencia de 
Santa Marta los integrantes de la pequeña comitiva judeoargentina que –organizada por el Congreso Judío Latinoamericano– tuvo su primera visita oficial al Vaticano.
El almuerzo, kasher por supuesto, fue más que amistoso, y no dejó lugar para ningún tipo de formalismos. De hecho, en la mesa las anécdotas e incluso los chistes (uno de ellos aportado por el mismísimo Pontífice) fueron salpicando los distintos platos, que, bien a la usanza tana, se sucedían casi sin pausa, como si se tratara de "el último almuerzo"...

Los temas de la conversación fueron varios: el concepto del Mesías, el diálogo entre judíos y cristianos, los 50 años de la Declaración NostraAetate del Concilio Vaticano Segundo que se cumplirán en 2015, la necesidad de profundizar el vínculo con el mundo musulmán, el deporte como factor de unión, la humildad de la sencillez y el honor artificial, la catequesis que había enseñado el Papa el día previo en la Plaza San Pedro y el lazo lingüístico y conceptual entre la palabra "misa" y " masoret " ("tradición" en hebreo), los brazos elevados de Moisés frente a los Amalequitas, la muerte de los hijos de Eli, la esencia que deben sostener los rituales para no vaciarse de contenido...

Ya habían pasado dos horas, y parecía que todo recién había comenzado. Pero había que cerrar de alguna forma el encuentro y no dudé ni un segundo la propuesta: teníamos que celebrarlo cantando. La armonía con la que todo se fue desarrollando excedía cómodamente las palabras. Había que dotarlas de más vida y me brotó parte del Salmo 133, que dice "¡Qué bueno y qué agradable es que los hermanos estén sentados y también juntos!", una melodía hebrea muy tradicional.

Mientras cantábamos junto al Papa sentí en mis ojos la mirada emocionada de Francisco con una presencia casi absoluta (ojalá también lo hayan advertido así mis compañeros), y el rabino Skorka volvía a recordarnos que ese día se festejaba Tu Bishvat, una antiquísima fiesta judía que celebra la naturaleza y en la que se acostumbra plantar árboles.

De alguna manera lo hicimos, agregando más semillas de amistad y diálogo entre judíos y cristianos, algo de lo que nuestra querida Argentina puede estar más que orgullosa.
Cuando nos despedimos no resistí la tentación de cumplir con el pedido que el Papa formula siempre, que es el de que recemos por él. En el abrazo pude susurrarle al oído en hebreo la bendición sacerdotal, esas preciosas palabras del Libro de Números que empiezan diciendo "Que Dios te bendiga y te guarde".

Confieso que me quedé con las ganas de pedirle que también rezara por mí, pero había más gente esperando recibir su saludo. Ahí fue cuando recordé que en la mesa Francisco había dicho "hoy es San Marcelo"... Mi cara de sorpresa todavía me acompaña. No voy a negar que mi cara dura también.


Marcelo Polakoff es Rabino de Córdoba y presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana.

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