"Lo religioso más allá de la religión"

hombre-horizonte-okHay algo que nos excede. Hubo, hay, sigue habiendo acontecimientos. Algo. El ser. Lo que hay. El don. Lo que se da. Un acontecimiento. Y hay la pregunta. La pregunta por el ser que abre a lo que hay.

 Toda pregunta es apertura, pero toda respuesta es un tipo de cierre. Hay algo que nos excede, pero lo humano busca darle forma, sentido, explicación. Y cuando lo humano opera, interpreta, metaforiza, lo humano cierra.

Una cosa es lo sagrado que se esconde en el misterio y otra cosa es lo sagrado traducido a una serie de relatos que requieren de ritos y de cumplimientos de normativas especiales.

Algo hay, pero todo lo que digamos ya es una interpretación humana, y por ello dos consecuencias: por un lado, ninguna puede ser absoluta, y segundo, siempre podemos desarmar la interpretación para que recupere su carácter metafórico y nos descubra así el acontecimiento oculto que siempre es abismal, infundado, abierto. Lo inapropiable es cooptado por el discurso humano y revelado para su comprensión, pero como es inapropiable, todo lo que se dice siempre es incompleto, parcial, conjetural.
Lo sagrado solo puede estar en silencio y ni siquiera es un silencio en oposición a la palabra, sino un silencio más radical, aquel desde el cual luego surgen la palabra y su negación.

Si hay un Dios, nunca es Dios. Cualquier asomo de Dios es un asomo. Si hay un Dios, está más allá de cualquier asomo, de cualquier apropiación de este lado del cerco. Dios, si es, es lo totalmente otro.

De alguna manera las religiones institucionales dan un paso crucial cuando se apropian del más allá del límite y lo elaboran con las herramientas conceptuales y hasta políticas que se manejan de este lado de la frontera. Es que la institucionalización de las religiones implicó abandonar el sentido religioso de lo humano: perder lo abierto de lo sagrado. El Dios de las religiones cierra el sentido del mundo, no lo abre. Es la única manera de construir un sistema de normas coactivo que garantice a través de certezas absolutas el cumplimiento de las leyes. Pero el costo es alto: se escinde la religión de la religiosidad. Se separan. Y las religiones terminan jugando el juego de cualquier institución: poder, clientelismo, burocracias.

Y sin embargo esos mismos textos, esas mismas fuentes, esas interpretaciones también pueden hablar de otra manera. Los mismos relatos bíblicos, por ejemplo, pueden fundar tanto una religión coactiva, como pueden promover una religiosidad abierta que inspire a que lo humano se siga reinventando a sí mismo. Mientras se siga discutiendo por el carácter verdadero de los textos bíblicos, no hacemos más que apuntalar dos posturas que cierran el sentido: unos negándolo y otros afirmándolo. Filosofía y religión. No se trata de verificar si los relatos bíblicos sucedieron o no de verdad, sino que se trata de sustraer a la religiosidad de la cuestión de la verdad, porque justamente lo religioso se inicia en ese límite en el que la verdad se nos derrumba... ¿Pero qué es una religión?

Hay dos etimologías que convergen en la palabra religión. Según la tradición de Lactancio y Tertuliano, religión proviene de la "religare", lo que nos lleva a la idea de un ligamento. La cuestión es el sentido del prefijo "re": puede ser leído como retorno, aunque también como intensidad. O sea, volver a ligarnos o ligarnos bien fuerte. La pregunta es ¿con quién? Está claro en este esquema que se trata de la divinidad o también de una situación originaria. Hay un origen. Hay un desgarramiento o una separación o una caída. O incluso un nacimiento. Y hay un futuro que se construye en el retorno a ese momento inicial donde no éramos, o mejor dicho éramos parte del todo.
Es común en las religiones, la idea de una perfección trascendente de la cual provenimos y hacia la cual deseamos retornar. ¿Cómo podemos volver? ¿Cómo retornar al origen? Teniendo una vida religiosa que garantice nuestra salvación. Este regreso, esta restauración tiene un propósito salvífico, ya que haber nacido como humanos es estar condenados a la mortalidad, y de los que se trata es de garantizarnos la vida eterna. Religarnos con la divinidad implica realizar una serie de acciones que respondan a las normativas establecidas. O sea que una vida religiosa no es más que esta vuelta a lo que siempre fuimos a través de toda una filosofía de vida, o más bien, a través de toda una ética, ya que en general en las religiones, se pondera para asegurar el retorno, todo lo que tenga que ver con el seguimiento de ciertos valores y la represión de otros.

Por otro lado, hay otra lectura de la etimología que en la línea iniciada por Cicerón, entiende que la palabra religión proviene de "relegere" que invoca más la idea de una reunión, pero también en algún sentido, la idea de relectura. Resultaría muy interesante esta ascendencia del término ya que nos estaría proponiendo otro sentido para la cuestión religiosa. ¿No podríamos pensar que mucho más acá de cualquier trascendencia o motivo metafísico, solo estemos hablando de un grupo de personas que se transmite una serie de textos que en sus diferentes tiempos son releídos siempre con el excedente de significado que brinda cada nueva época? ¿Y si la religión no fuese más que la transmisión de una serie de relatos que se invisten de sacralidad en la medida en que se vuelven a leer cada vez? Nos juntamos en los templos religiosos a releer nuestras viejas historias, pero como se deben releer las historias de nuestros antepasados: actualizándolas. La religión perdería así mucho de sus sustentos metafísicos, pero no por eso dejaría de ser religión porque estos textos que se releen son aquellos en los que lo humano se viene preguntando como en cualquier época por la entidad del límite. Volver a leer los textos donde lo humano se viene preguntando al igual que nosotros si hay algo más. Nos juntamos, nos conmovemos y seguimos transmitiendo la pregunta...

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