Transformando sionistas en judíos

micagoodmanokUn paradigma que se está abriendo camino en Israel: un secularismo basado en una nueva visión del judaísmo.

Para los judíos comprometidos, la vida afuera de las fronteras del estado judío puede tener significado humano, pero no puede tener significado judío. En contraste, por definición, Israel es "El lugar más significativo donde se puede vivir una vida judía."

Esta profunda y provocativa frase de Hillel Halink merece atención; contiene una idea radical que me gustaría explorar.

Como nota Halkin en Cartas a Un Amigo Judío Americano, el sionismo le dio tres regalos a los judíos: una tierra, un lenguaje, un poder soberano. En Israel, la síntesis de los tres ayudó a crear una cultura judía secular. Como yo lo entiendo, la síntesis funciona así: con la asunción de la soberanía judía, surgieron una serie de desafíos urgentes que eran desconocidos para los judíos de la diáspora. El encuentro con estos desafíos ahora se da en el idioma antiguo de nuestro pueblo y en nuestra tierra. Ese productivo encuentro creó la nueva cultura hebrea de Israel – y esta cultura, producto de los tres regalos del sionismo, ha enriquecido y aumentado la herencia judía.

He aquí mi problema con Halkin. Según él, toda forma de judaísmo que se desarrolla afuera de la tierra de Israel, no en hebreo, y afuera del contexto de la soberanía judía no es completamente judaísmo. Sí, es posible vivir una vida completa y estimable afuera de Israel, hacer grandes acciones, pensar grandes pensamientos, crear grandes trabajos. Si una vida judía completa solo se puede vivir en la tierra, un judaísmo auténtico solo puede existir como consecuencia de la síntesis de la tierra, lenguaje y poder.

En mi opinión, este no es el caso. Por la mayor parte de la historia judía, el judaísmo se desarrolló sin el beneficio de esta síntesis. El Talmud de Babilonia fue redactado por sabios que estaban exiliados. Maimonides escribió la Guía del Perplejo en Egipto, en árabe, bajo el dominio musulmán. Lo mismo pasó en Europa con el Zohar, la obra del judaísmo místico; para la obra filosófica Kuzari de Yehuda Halevi; para el jasidismo; para la cultura de la yeshiva de Lituania; y para mucho, mucho más.
Por 2000 años, toda obra significativa de la mente judía fue producida sin las ventajas de las condiciones que según Halkin permiten una vida judía completa y cultura auténtica. De hecho, el mayor logro de la diáspora fue formar un judaísmo en la ausencia de una base política o territorial. Negar el valor de la vida judía afuera de Israel es, entonces, negar milenios de creatividad judía.

Mi punto es: las palabras de Halkin no son simplemente una crítica a los judíos; son una crítica al judaísmo. La cultura hebrea que celebra Halkin, en mi opinión, ha traicionado más a la herencia judía que lo que la ha enriquecido.

También me entusiasma la promesa que trae consigo la cultura hebrea de Israel; pero, ¿cómo se cumple esa promesa? Esta era una de las preguntas que afrontaban los padres del sionismo, en particular aquellos que querían visionar la nueva cultura judía que se formaría con el retorno a la tierra de Israel. Dos de las más destacadas figuras que manejaron este asunto tomaron posiciones opuestas.

Para Mikha Yosef Berdichevsky (1865-1921), el objetivo cultural del proyecto sionista debía ser la ruptura con la continuidad histórica que unía a los judíos con su pasado y reemplazarla con una nueva identidad. En la diáspora, decía Berdichevsky, los judíos estaban bajo la autoridad gentil y también bajo aquella de sus rabinos. Su programa sionista proponía la emancipación de la ley gentil y de la ley de la tradición judía.

Junto a las ganas de romper la conexión entre la identidad judía y el judaísmo estaba un impulso: el enojo sionista hacia el pasado judío y en particular hacia la pasividad estereotípica de los judíos de la diáspora. Hoy en día hay actitudes anti-religiosas en varios segmentos de la sociedad israelí.

En contra de esto, sin embargo, y en contra de las ideas de Berdichevsky, estaba Ahad Ha'am (seudónimo de Asher Ginsberg, 1856-1927). ÉL también buscaba emancipar el espíritu judío así como la libertad – pero entendía estos conceptos en un sentido completamente diferente.

Para Ahad Ha'am, el objetivo del proyecto sionista era, precisamente, renovar el judaísmo. La libertad sería conseguida no al liberarse del judaísmo, sino que en la liberación del judaísmo – un objetivo que sería alcanzado a través de una nueva visión e interpretación de la tradición. Según Ahad Ha'am, el nuevo hogar judío crearía nuevas academias (batei midrash), nuevos profesores, nuevos estudiantes. No serían inferiores en talento ni en conocimiento a las generaciones anteriores, esta nueva generación estaría inmersa en los textos tradicionales pero no los vería como fuentes de autoridad, sino como fuentes de inspiración.

La competencia entre Berdichevsky y Ahad Ha'am terminó decisivamente: Berdichevsky ganó. El secularismo, definido como la pared de separación entre los judíos israelíes y su pasado judío, se convirtió en la postura de muchas instituciones políticas, culturales y educativas del estado judío. En este aspecto, irónicamente, gran parte de la cultura israelí secular parece un reflejo de su archienemigo: la ultra-ortodoxia. Así como los ultra-ortodoxos se separan del resto del mundo, muchos israelíes seculares se separan de su pasado religioso.

La victoria de Berdichevsky fue, al final, temporal. En la última década, ha habido un profundo cambio en la cultura israelí secular. Surgió una nueva escena cultural judía. En la música, rockstars como Beri Sakharof, Ehud Banai, y Kobi Oz crearon un nuevo sonido con referencias judías; otros, como la orquestra de Nuevo Jerusalén dirigida por Omer Avital y el rabino Haim Louk, exploran la intersección del jazz y la composición clásica sefaradí. Hay nuevos programas de televisión, películas, festivales de arte y cultura, y especialmente, centros de estudiantes que parecen salidos de los sueños de Ahad Ha'am. En estas nuevas academias, miles de israelíes, que desean sentirse conectados, están descubriendo intelectual y espiritualmente las fuentes clásicas del judaísmo.

No estoy sugiriendo que los israelíes seculares se están convirtiendo en religiosos, aunque algunos de ellos lo están haciendo. Estoy hablando de un movimiento cultural que no saca de su lugar al secularismo, sino que lo fortifica de una forma diferente. Si, en las primeras dos generaciones de israelíes, la cultura secular había sido construida sobre la negación y repulsión hacia el tradicionalismo de la diáspora, el secularismo de los últimos años es definido por un impulso completamente distinto. Berdichevsky pasó; es tiempo de Ahad Ha'am. Está surgiendo un nuevo paradigma: un secularismo que no se basa en la repudiación del judaísmo, sino que en el deseo de estar influenciado por él.


Para decirlo de otra forma, no se trata de que los israelíes seculares se están convirtiendo en religiosos, sino que se están convirtiendo en judíos. El nuevo paradigma israelí trae consigo una forma más modesta y menos radical del sionismo, pero lo hace ofreciendo una síntesis que es más grande y capciosa que la de Hillel Halkin. Con el poder, la tierra y el lenguaje, también toma a Maimonides de España y Egipto, a Rashi de Francia, y a los sabios talmúdicos de Babilonia.

Traductora: Mariel Benedykt

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