Flashback

danyokEl concierto de Dany Sanderson en Montevideo el pasado miércoles activó en mí sentimientos singulares. Muy de vez en cuando asisto a conciertos en vivo. Esta sensación de catarsis nostálgica, personal y sin embargo colectivizada, es única.

La música, y en general cualquier expresión artística, promueve diferentes reacciones y experiencias estéticas y emocionales; ciertos conciertos provocan esta suerte de flashback a un tiempo que uno conoció o imaginó; como en una película donde uno viaje en el tiempo y de pronto se encuentre siendo uno mismo pero fuera de contexto; sin embargo, no resulta anacrónico porque la experiencia la hemos llevado dentro nuestro hasta ese maravilloso momento.

Como una publicidad televisiva en Uruguay en que un hombre narra el famoso gol de Ghiggia en Maracaná en 1950 y dice "y yo estaba ahí". Nunca estuvimos, pero la "narrativa" ha sido tan convincente que podemos vivirlo cuando se dan ciertas condiciones.


Tengo presente cuatro experiencias claras en este sentido: la primera vez que fui a un recital de "DangerFour" y pude tener una noción de la "beatlemanía"; el concierto de Paul McCartney en Montevideo en 2012, donde de alguna manera pude decir "yo escuché a los Beatles"; Java Alberstein en KfarSaba en 2008; y el concierto de Sanderson. Entre otros también escuché a "Los Olimareños" en vivo en Piriápolis en 1990 y lo atesoro como uno de los mejores conciertos que he vivido. A Paul Simon en Tel-Aviv en 1980, otro hito. Serrat en el Estadio en 1984, un poco politizado pero siempre Serrat. Joan Baez en Barcelona en 2008. En todos los casos grandes intérpretes todavía en la cima de sus capacidades artísticas. Sin embargo no produjeron la catarsis a la que me refiero.Probablemente tiene que ver con la construcción que uno mismo hace en torno a determinada música. Cómo aparece en nuestra vida, en qué momentos nos acompaña, qué nos provocó y con qué intensidad, qué historias trae consigo. Por supuesto que hay algo intrínseco a la música en sí, porque hay temas que producen el efecto mientras que otros no. Pero insisto en que la experiencia es esencialmente individual aunque se exprese en forma colectiva.


En ese sentido, la experiencia tiene algo de religioso. En aquel primer concierto de "DangerFour" cerré los ojos en los primeros acordes y por un breve momento sentí el "yo estuve ahí", aunque jamás hubiera podido estar; es más, cuando los Beatles hicieron furor, cuando terminaron su carrera en 1969, yo tenía apenas doce años; los descubriría unos años más tarde. Como fan tardío, sin embargo, fue tal mi fascinación que profundicé no sólo en su discografía sino en la literatura escrita sobre ellos, desde su biografía oficial de Hunter Davies en 1968 hasta la enciclopédica biografía de Bob Spitz en 2005. En el concierto de Paul McCartney el flashback se dio al cierre: "and in the end the love you make is equal to the love you make"; dice Peter Brown en subiografía de 1983: "the last lyric in the last song on the last Beatles' álbum".La maravillosa voz de Paul era un "dejá-vú" profundo y conmovedor, para mí y para la mayoría de los miles que allí estábamos participando de la experiencia.


Cuando escuché a Java Alberstein en KfarSaba (era la cuarta vez que la veía) sentí, simplemente, que cantaba para mí. Con la madurez y los años, con su diminuto y austero aplomo escénico, su voz cada vez más suya, y sus inflexiones únicas, comenzó con "AdaberItjá" (Hablaré contigo): estaba hablándome a mí, y por cierto, a cada uno de los que estábamos allí. Esa voz que he escuchado casi toda mi vida, que me acompañó en viajes, en Shabat, en eventos familiares, que es simbólicamente parte de mi familia, me estaba diciendo: seguí llevándome contigo, te estoy hablando a vos.


Dany Sanderson tiene que ver con aspectos mucho más básicos, mucho menos simbólicos que la saga de los Beatles o la intimidad de Java. Está ubicado en el medio de lo que estos dos artistas representan, y tiene algo de ambos. También descubrí a Sanderson un poco tarde, cuando "Kaveret" ya no existía (se desmembró en 1976 cuando yo llegué a Israel, aunque conocía "SipureiPugui" de la etapa juvenil en Montevideo). Pero por suerte surgió "Gazoz", denostado por los viejos cultores de Pugui& Co. y sin embargo tan fresco, rítmico, y pegadizo; algo similar a lo que les pasó a los Bee Gees en su etapa "disco". Reconozco el perfil eternamente adolescente de "Gazoz", pero no en vano Sanderson eligió arrancar su recital con "Tesha BaKikar" (Nueve en la Plaza): no había lugar a confusión, su propósito era levantar el estado de ánimo del público en medio de la semana, y vaya si lo consiguió. Extrañé la voz única de su socio de siempre, Gidi Gov, pero fuera de eso podía cerrar los ojos y recrear, una vez más, una época de mi vida todavía juvenil, joven, fresca, y llena de expectativa. ¿O acaso esa época es ésta época, casi cuarenta años después? Esa es la magia: ser uno mismo y ser quien uno fue. Como yo, decenas de "veteranos" cantamos, aplaudimos, y nos sacudimos al ritmo de Pugui, Goliath, y las botas de Baruj.

Creo que la experiencia del concierto en vivo se resume en esa sensación de que el artista, que forma parte de mi vida por años y años, de pronto está allí cantando para mí. Somos cientos, miles, decenas de miles; no importa, es el artista y yo, conectados por su canción. Produce una buena sensación de que la vida ha sido buena con uno y que ha valido la pena vivirla para que nos traiga hasta ese momento.

 

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