"La tradición judía es más de preguntas que de respuestas”

karinaokCuenta que desde chicos les enseñan a leer preguntándole al texto lo que no está escrito y que así se incentiva el pensamiento crítico. A los 34 años, dice que llegó a ser rabina casi por casualidad.

¿ Dónde ve el hombre moderno la existencia de Dios? ¿Será verdad que los dioses se han retirado hace tiempo, como sentenció un filósofo al ver el estado de este mundo? ¿El Mesías ya llegó o hay que seguir esperándolo? ¿La fe, al fin de cuentas, es una certeza o una duda? ¿Hay gente que se hace estas preguntas? ¿Otras que esperan respuesta? Con este bagaje levemente inquietante llegué hasta la Comunidad NCI-Emanu el, en Belgrano. Tenía también otras cosas en la cabeza, tan ridículas y necesarias como conseguir una playa de estacionamiento, porque la dispersión abraza a cada neurona y en la mezcla resultante todo parece lo mismo aunque no lo sea. A los 34 años, Karina Finkielsztein es la rabina de esa comunidad judía. Está casada con un arquitecto, no tiene hijos y, suelta, aclara que es rabina casi por casualidad, aunque ni ella misma crea tal cosa. No es, claro, que mienta, sino que desacartona lo que podría sonar demasiado pomposo. Tal vez porque Dios, si existe, habita el mundo de lo simple.


¿Entre los deberes de las rabinas figura el de encontrar siempre una respuesta?

Hay que sembrar preguntas y que el otro pueda encontrar las propias respuestas. Una debe ayudar al otro a abrirse cuando ese alguien viene a buscar una respuesta cerrada y eso, justamente, lo encierra más y más. La tradición judía es de preguntas más que de respuestas. Desde chicos nos enseñan a leer y a preguntarle al texto lo que no está escrito; una forma de desarrollar el pensamiento crítico. Hay un chiste que dice que el judío responde a una pregunta con otra. Y es así.


¿Por eso la reinterpretación eterna del libro sagrado?

Sí. La tarea más interesante es encontrar en ese texto las preguntas de hoy, y aparecen porque uno lee con los ojos de la época.


¿La rabina estudia lo mismo que el rabino?

Sí.


A pesar de ello ¿existe alguna discriminación de género dentro de la comunidad?

No llevo esto como algo feminista, como para saldar una cuestión. Durante mucho tiempo no hubo mujeres dirigiendo una comunidad, ni liderando las plegarias, ni leyendo la Torá, ni cantando en público. Eran tareas reservadas a los hombres. Veo a los chiquitos cuando entran al colegio de la comunidad y para ellos es perfectamente común que yo sea su rabina. Tal vez la gente más grande piense diferente, pero nunca me lo hizo sentir.


¿Los judíos ortodoxos no tienen rabinas?

No.


¿Eso crea algún tipo de polémica en la comunidad?

Tradicionalmente el judío sigue a su rabino. Y los rabinos se oponen en ideas. El Talmud es un libro filosófico que propone discusiones. Y siempre hay tres o cuatro opciones sobre una misma idea. Y hay judíos que se guían por la opción A, por la B y así sucesivamente, pero todos pertenecen al judaísmo. Hoy sucede que las polémicas se hacen más crudas y públicas. Pero lo peor es cuando se dice que lo otro no es genuino, no es verdadero, no es judaísmo.

Kafka era judío y escribió por allí: "El Mesías no vendrá sino cuando ya no sea necesario, no vendrá sino un día después de su llegada, no vendrá el último día, sino el postrero". ¿La creencia judía en el Mesías por venir es la mayor diferencia con el cristianismo?

La diferencia básica es creer o no si Jesucristo fue el Mesías, pero también en el cumplimiento cotidiano de los preceptos. El judío cree en que el Mesías vendrá en algún momento, pero para que llegue el mundo deberá estar en ciertas condiciones: deberá haber paz, ninguna nación se prepara para la guerra y, entre otras, el bebé de un ser humano podrá ser acunado por una osa sin que le pase nada. Entonces el Mesías llegará cuando ya no se lo necesite. En realidad, el Mesías está dentro de cada uno de nosotros, el anhelo de transformarnos en esa era mesiánica que queremos.

Alain Badiou, un filósofo francés, está convencido de que "todos los dioses se han retirado hace tiempo". ¿Qué señales encuentra de que no es así?

Cuando alguien llega acá con una desgracia familiar y encuentra contención, ahí está Dios. Cuando veo gente que no tenía una razón para vivir y se transforma para ayudar a los demás, ahí está Dios. Está en las pequeñas cosas de la vida cotidiana y hasta uno puede estar acá adentro y no creer en Dios, y sin tener la seguridad de que esté, porque la fe no es seguridad sino duda constante.

Nieta de inmigrantes, sus abuelos llegaron al país cuando tenían 13 y 20 años de un lugar de pertenencia casi indefinible, que podía ser Polonia o Rusia, según como amanecía Europa a comienzos del siglo XX, Finkielsztein "le echa la culpa" a ellos por el lugar en que está sentada. "Eran maestros y por linaje materno también me llegó esa vocación por la enseñanza".

¿Pero de educadora a rabina hay un trecho largo?

Sí. Hay dos formas de ser rabina. Que estudie, estudie y alguien le confiera la autoridad rabínica o que alguien se transforme en rabino casi por casualidad, como me pasó a mí. Mi familia era de venir mucho al templo, no porque fueran religiosos sino porque le interesaba la vida comunitaria. Y yo empecé a estudiar después de los 13 años con otros chicos. A mis 18, el rabino se había ido y me hice cargo, como alumna, de la comunidad durante el verano. Ya había casado, enterrado, hacía la preparación para el Bar Mitzvá y me llamaban rabina sin que lo fuera y tampoco lo buscara. Después llegaron los estudios formales en el seminario rabínico y la estadía en Israel.


¿Y sus padres qué dijeron?

Mi mamá es la típica madre judía con todos los estereotipos, pero más moderna. Y mi papá siempre me apoyó, mi abuelo estaba feliz.

¿Y su mamá también?
Sí, también. Pero ella quería otra cosa para mí, como toda madre judía. Lo dice desde ese lugar. Usted me entiende.

Fuente: clarin.com.ar

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