Jobs

JobspokCon su paso entre felino y simiesco, Steve Jobs entra en un escenario desierto. Sobre el fondo del mismo el logo de su compañía, Apple. Viste jeans y sudadera. Patológicamnete delgado, barba cana, sonrisa de autosatisfacción. Ante una audiencia extasiada y adoradora extrae de su bolsillo el I-pod. Es una imagen que hemos visto reproducida centenas de veces desde que Jobs murió en 2011, una imagen que se ha vuelto icónica de por sí y que muchos quieren recrear: la soledad de un escenario despojado y el poder de las ideas por medio de la palabra y la imagen.

 Este es el "título" de la película "Jobs": el resto es una prolija, metódica, y seleccionada narración de la fundación y desarrollo de Apple. Como él con su logo en el escenario desierto, Jobs y Apple son uno solo. Al punto de que su vida personal, apenas insinuada, de hecho se descarta.


A veces me pregunto si Ashton Kutchner, a quien considero un actor no sólo joven y lindo sino talentoso y versátil, no debiera empezar seleccionar sus papeles. Está en todos lados de tal modo que sus personajes nos llevan a confusiones gratuitas. Debo reconocer que su recreación de Jobs es excelente, pero sentí a lo largo de toda la película que su personaje en "Two and a half men" me molestaba. Esa sonrisa tan cautivante y tan suya de alguna manera contradice la actitud rapaz de Jobs. Dudo que el Jobs real haya sido capaz de esa sonrisa, jamás. Sin embargo, Kutchner consigue con sus ojos lo que su boca no da; los primeros planos de sus miradas, ya sea perdida, incisiva, obsesiva, o enfurecida, dan siempre en el clavo. Es su sonrisa, como la de la Monalisa, la que estorba en la composición; uno no sabe bien qué hacer con ella en ese contexto. En el resto Kutchner da la talla recreando un Jobs verosímil. Terrible, temible, frío, egocéntrico y desconectado, pero creíble.

¿Hay un "mensaje" en la película? Por cierto que sí, y me atrevería a decir que es casi inequívoco: el éxito paga, la perseverancia da frutos, y el fin justifica los medios. La creciente soledad de Jobs, claramente explicitada por sus colaboradores, sus "apóstoles" si se quiere, se enuncia pero no se juzga. Dicho de otra manera, está bien descartar a tus amigos cuando no demuestran su fidelidad o capacidad, ni hablar cuando te "traicionan". A diferencia de "JesusChrist Superstar", donde Jesús es traicionado por Judas y negado por Pedro, aquí es el salvador Steve Jobs quien niega y traiciona; él no se sacrifica por toda la humanidad: él trae la salvación en forma de I-pod.

La película tiene una narrativa impecable, una composición de personajes ajustada y sólida. Explica en forma comprensible tanto la dinámica de la empresa como su visión y misión, tal como la entiende su creador. Es una muy buena película, merece verse. No es un disfrute ni un entretenimiento en un sentido estricto, pero nos permite asistir a procesos que de otra manera vemos sólo en forma fragmentada y parcial. Como una buena novela, "Jobs" nos ofrece una lectura omnisciente de uno de los fenómenos más importantes de nuestro tiempo. Un fenómeno que sobrevive al autor, como toda gran obra (de arte).


Después de todo, a quién le importa si Jobs era mal amigo, padre reticente, u obsesivo feroz. Nosotros tenemos I-phone, Mac, y "la nube". Jobs trajo, finalmente, lo divino a la tierra.

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