Cumbia Kosher: el prejuicio transformado en hit

cumbiakosherokEn una viñeta del dibujante argentino Sergio Langer, dos judíos aparecen parados en las puertas de sus respectivos negocios. El local del primero se llama "Bensimon". El del segundo, "Voy Samuel".Si uno mira atentamente, los personajes carecen de los típicos rasgos con los que se estereotipa a los judíos: no hay kipá, talit, barbas largas, narices ganchudas, sombreros negros ni peies. El anclaje se encuentra en el código que genera la viñeta, publicada hace unos años en la revista Barcelona.

 Según el Diccionario de la Real Academia Española, una de las acepciones de código es el "sistema de signos y de reglas que permite formular y comprender un mensaje". Al momento de hacer humor, "Peligro sin codificar", programa que se emite por el canal argentino Telefé, a menudo parece hacer honor a su nombre.

Hace un par de semanas este programa presentó la "Cumbia Kosher", tema musical con pretensiones satíricas, interpretado por el grupo Los Puntos Cardenales. Un grupo de obispos tocando cumbia, ciertamente, genera una ruptura capaz de mover a la risa. Lo cuestionable es la legitimidad de los recursos empleados para hacer una canción plagada de prejuicios. La letra "parece broma de colegio secundario", definió en twitter el humorista y actor argentino Sebastián Ozdoba (@unhuevon).

De esta manera refiere la cumbia en cuestión: "Kipá, kipá, kipása goy/arriba las manos/ los circuncidados/ el que no se mueve tiene el caño recortado/ Esta es la cumbia kosher que cantamos con sentimiento/ Se baila en Villa Crespo y en Once/ y hasta en el Muro de los Lamentos/ Vamos todos con la cumbia/ Meta candelabro y vela/ pero sólo sos buen ruso/ si vendés rollos de tela/ En cuotas.../ Con descuento.../ Hacemos precio.../ Somos la patota moishe/ la que corre al faraón/ no mezclamos carne y leche/ ni probamos el jamón/ Egipcio, qué amargado se te ve/ Te quedaste sin esclavos/ Nos rajamos pa´Israel/ Por el desierto, 40 años/ caminando porque era más barato/ En septiembre es nuestro año nuevo/ muchos años mal que nos pese/ Son más de 5700/ casi todos son de intereses/ Vivimos llenos de culpa/ Que tanta culpa nos pierde/ pero se nos pasa al toque/ si pinta un billete verde/ o un Euro/ o lingotito/ doradito, 24 kilatitos".

La asociación de los judíos con el dinero, en el imaginario antisemita, es de larga data. Por caso la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) en su Informe sobre Antisemitismo (2011) menciona una encuesta de opinión pública realizada en Argentina, el año anterior, por el Instituto de Investigación Gino Germani –y que contó con el auspicio de la DAIA y de la Anti-Defamation League (ADL)-, según la cual "sigue presente el ideario (del) judío asociado al apego al dinero, al espíritu individualista, y a una voluntad conspirativa y manipuladora en todos los órdenes de la vida.". Valga la aclaración de que la reproducción de este prejuicio muchas veces no responde directa o conscientemente a un sentimiento antisemita, pero sí a una profunda ignorancia.

Las teorías lineales de la comunicación (es decir, las que proclaman que hay un emisor que emite un mensaje y que un receptor lo recibe de manera pasiva) han pasado de moda hace tiempo, pero cabe preguntarse cómo inciden estos mensajes televisivos en la naturalización de un ideario basado en el prejuicio. En ese sentido, también resultó desalentador que algunos medios reconocidos, en todos sus soportes (gráfica, radio, TV e Internet) se hayan hecho eco del sketch pero no para hacer un análisis crítico de la reproducción de un imaginario basado en el estereotipo sino para exaltarlo como el hallazgo humorístico del año.

REÍRSE CON EL OTRO, NO DEL OTRO

Por estos días volvió el ciclo televisivo "Peter Capusotto y sus videos", que se emite por Canal 7 de Argentina. Este programa ya ha presentado en años anteriores a Kosher Waters, un personaje que si bien a partir de su aspecto (saco negro, sombrero, peies) uno podría encender la alarma del estereotipo con que "explica" la judeidad ,Capusotto se ríe "con los judíos" y no "de los judíos". De manera opuesta, reirse del otro y no "con el otro", es la lógica de la cámara oculta de Tinelli, que hizo furor en la pantalla catódica de los 90, y de la cual algunos de los integrantes de "Peligro sin codificar" son sus continuadores (no sólo en el estilo de hacer humor en muchos sketches sino incluso por haber formado parte de los programas del conductor argentino).

Capusotto se ríe de los códigos con los que los judíos ya nos reíamos antes, los populariza. Esos códigos se basan en la nomenclatura de apellidos que los judíos "sabemos que son judíos"; o en los clubes sociales o actividades que practica la colectividad: Macabi, Hebraica, el Bar Mitzvá... La risa la generan los juegos de palabras y la impecable utilización de la astracanada, mecanismo presente en los cánticos de las murgas y las hinchadas de fútbol, que básicamente consiste en cambiarle la letra a un tema musical reconocido.

En contrapartida a la licencia que se tomó Capusotto con Kosher Waters (en cuanto a caer en el estereotipo de su vestimenta) este año el programa presentó un nuevo personaje, Ricardo Carotenuto, "el hombre que habla como judío... ¡pero no es judío!". El sketch forma parte de un apócrifo spot del Inadiii (parodia del INADI, Instituto argentino contra la Discriminación) en el que Carotenuto se enfrenta con los prejuicios de una voz en off (se ve un dedo "acusador" que acompaña la alocución) que no cree que Carotenuto no sea judío ("pero si vos sos judío, vivís en Villa Crespo", "tenés una ídishe mame que te hace la vida imposible porque sos judío", "¿qué hacés arreglando el ventilador, si es sábado y vos hoy no podés trabajar?", "te traje un banderín de Atlanta", entre otras ideas generalizadas en el imaginario social acerca de lo que es "ser judío"). El falso spot comienza con una frase, que a través de la ironía mueve a la reflexión: "quedan atrás los tiempos de discriminación. Llegan los de tolerancia. Pero es bueno saber dónde, cuándo y con quién aplicarla".

Capusotto se ríe de los prejuicios, con estos sketches y también con el del cantante de pop de tendencias filonazis "Micky Vanilla". Ahí la catarsis se genera cuando el victimario aparece satirizado, ridiculizado; y a través de personajes como Kosher Waters genera acercamiento. La "Cumbia Kosher", en cambio, repite lo obvio, el chiste de asado, naturaliza la ignorancia acerca del Otro.

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