Con perdón de los presentes

comidaokLlega Iom Kipur. Oy vei!! Ay dio dio! El ayuno se acerca con su aliento místico. 24 horas que nos ponen más a prueba que Jack Bauer (el protagonista de la serie 24). En el ámbito comunitario la gente se mira y tras comentar que llega la fecha señalada del ayuno se miran mutuamente inquisitivos.

 En el aire flota la pregunta: "¿Vos ayunas?". De esa forma se crean dos bandos. Los que no y los que sí. Lo que no cargan con esa culpa invisible que les sujeta el estómago y la conciencia durante el día, aunque quieran disimularlo. Están los que confiesan abiertamente su falta y otros que la ocultan (al igual que la hamburguesa que se comen a escondidas en el Mc Donald).


Los que ayunan están orgullosos de su sacrificio ( como lo estaban los sacerdotes del primer y segundo templo, que ya hemos dicho en el artículo anterior, se comían sus buenos asaditos con los sacrificos).

La cuestión aquí es: ¿es el ayuno un purificador de pecados? ¿Lava los pecados la falta de alimentación?¿Lavan los pescados en los centros de alimentación? ¿Los siete pescados capitales son aquellos que nadan en las costas de Montevideo?¿Me estoy yendo por las ramas?

Los que ayunan se preparan física y psicológicamente para la maratón "ayunatoria". Se atiborran de alimentos varios antes de la hora de comienzo. El reloj marca con su tic tac los minutos restantes para llenarse de alimentos varios. Como si esto fuera aliviarles la faena. Craso error. El estómago se quedará vacío al cabo de algunas horas y de nada vale comerse una fuente llena de carnes y verduras. El hambre, la falta de alimento, la falta de higiene (hay que decirlo), hunden a los participantes del rezo en un ambiente cargado de ... ¿cómo decirlo? ... un vaho místico. En medio de ese vapor es más fácil perderse en una bruma de auto-conocimiento.


Realmente nos damos cuenta que el ir y venir cotidiano, muchas veces nos llevamos por delante a los semejantes (y a los que no se nos parecen tanto). Para muchos un día de perdón alcanza para hacer borrón y cuenta nueva en la libreta del Todopoderoso. Pero me pregunto: ¿Es suficiente ese día de contrición? Es el remordimiento un liberador de los errores. Esto me recuerda a una historia que... (¡uy ya estoy pareciendo un rabino!) ... cuenta de un niño que se portaba muy mal con sus compañeros y amigos. Su padre le dio una tabla de madera y le dijo que por cada mala acción que hiciera clavaría un clavito (como Pablito) y por cada buena acción, lo quitaría. Al final del mes la madera esta con más clavos que la cama de un faquir. El niño consciente entonces de su comportamiento comenzó a ser generoso y amable. Su padre quitó uno a uno los clavos. Pero la marca estaba allí, en la madera, como un recuerdo de su pasado. La historia siempre me ha hecho reflexionar sobre este día de Yom Kipur. Creo que es válido. Que hay sabiduría en esta celebración. Es un momento en el que detener el tren. Observar la madera y ver el estado de nuestras cuentas espirituales. Es una oportunidad. Si la leche ya está derramada, al menos tendremos más cuidado la próxima vez que nos crucemos con una vaca.

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