Una conversación con el escritor Etgar Keret

etgar2Las historias minimalistas y comics de Etgar Keret han ganado muchos lectores en Israel, Polonia, Hungría, China, Estados Unidos y otra docena de países. En Octubre de 2012, Keret visitó Riga, donde conoció a los lectores de su libro de cuentos "El conductor de Ómnibus que quería ser Dios y Otras Historias". Luego visitó la residencia del embajador israelí.

 IL: Entiendo que ambos de tus padres son sobrevivientes del Holocausto.

EK: Sí.

IL: ¿Puedes contarme más sobre eso? ¿Qué significa para vos, qué significa para ellos, para sus vidas?

EK: Bueno, primero te puedo dar algunos datos biográficos sobre mi madre; ella es de Varsovia. Perdió a sus ´padres, su hermano, básicamente a toda su familia en el gueto.

IL: ¿Cómo sobrevivió ella?

EK: Primero perdió a su madre y a su hermano, pero ella y su hermano fueron transferidos a un gueto "más tranquilo" en las afueras de Varsovia. Allí, mi abuelo, que participó del levantamiento polaco, fue atrapado por los alemanes y asesinado.

IL: Por lo tanto, participó del levantamiento de Polonia, no el del gueto de Varsovia.

EK: Sí, colaboró del movimiento clandestino polaco. Murió antes del levantamiento, fue atrapado mientras transportaba armas. Mi madre quedó sola, pero ya estaba fuera del gueto cuando este fue destruido.

IL: ¿Y tu padre?

EK: Mi padre sobrevivió a la Guerra en Baranovichi, ahora Belarus, que solía ser parte de Polonia. Se escondió bajo tierra con sus padres. Los alemanes mataron a su hermana. Con sus padres, y otros familiares lejanos, escavaron un agujero en la tierra en el cual se escondieron. No podían pararse ni recostarse, simplemente sentarse, y debieron estar ahí por seiscientos días, hasta que los rusos entraron al territorio y los sacaron.


Ambos eran sobrevivientes. Mi padre especialmente, había algo muy único en su persona. En general, los sobrevivientes sospechan de todo, pero mi papa era extremadamente optimista, confiaba en las personas, creía en todos. Le pregunté por qué y me dijo que comenzó su vida de forma muy difícil, con el Holocausto, pero que después las cosas mejoraron. Dijo: "Esperaba muy poco de los humanos, pero con el paso del tiempo mejoró." Él confiaba en los demás. Como sobrevivió al Holocausto y tenía su vida, el dijo: "No quiero vivir una vida, quiero vivir muchas vidas." Cada siete años cambiaba su profesión. A veces era bueno en lo que hacía, a veces era malo. Durante mi infancia, a veces pertenecíamos a la clase media, a veces éramos pobres, dependiendo de lo que estaba haciendo. Él era una persona muy creativa e increíble. Mi madre también es increíble, de una forma muy diferente. Ella es más fuerte.

IL: ¿Estás evolucionando al texto más corto? ¿Vas a ser de las personas que publican la línea de 140 caracteres de twitter?

EK: ¡No, no! En realidad, en mi último libro, las historias son un poco más largas – cuatro, seis páginas; pero la estética es similar.

IL: ¿Empezas con una historia más larga y luego la acortas?

EK: Sí. Empiezan siendo cortas, pero el proceso de edición conmigo se trata de achicarlas y achicarlas. Digamos, cuando escribo las historias, soy más el lector que el escritor, porque las escribo para saber lo que va a pasar. Esto también genera cierta impaciencia. Es como que alguien te cuenta una historia, y vos queres saber que pasa, y la persona empieza a describir las hojas de un árbol y vos decis: "Para de hablar de eso, ¿qué le pasó a la chica?", ¿entendés? Siento paz cuando escribo. Para mi escribir es una especie de dirección, un espacio. Cuando edito, me doy cuenta de que muchas cosas eran necesarias para entender la historia, pero ahora que tengo la historia dejaron de ser necesarias. Casi nunca agrego cosas, la mayoría de las veces saco cosas al editar.

IL: ¿Qué pasa con las traducciones de tus historias? Obviamente no las podes leer todas. ¿Cuánto dependen del hebreo? ¿Qué se pierde en la traducción? Podes leer al menos las traducciones al ingles.

EK: Bueno, el tema es que en Israel, de lo que todos hablaban, incluyendo a los críticos – a algunos les gustaba mi trabajo, otros lo odiaban – era el lenguaje que usaba. Esto es porque en Israel, tradicionalmente, los escritores hablan en con un registro muy alto, por la extraña historia que tiene el idioma hebreo. Existió como idioma únicamente escrito por dos mil años, y la gente no lo hablaba. Hablaban yddish o ladino, pero no hablaban hebreo. Por lo tanto, tiene cierto status de sagrado. Incluso hoy en día, cuando alguien escribe ficción, sabe que su libro será colocado en un estante junto a la Biblia. Cuando empecé a escribir, lo hice en lenguaje coloquial, lo cual no era muy común. Inventaba palabras o hacía cosas que no son tradicionales en el mundo literario israelí. A algunos les gustaba, otros pensaban que era lenguaje irrespetuoso. El problema fue que al hablar con traductores, ellos no podían traducir mi forma de escribir a otros lenguajes por lo especial que es este idioma. El hebreo no evolucionó orgánicamente: básicamente, desde un momento de la historia, la gente lo empezó a hablar, y se creó una tensión en el idioma mismo, con los fundamentos bíblicos – a diferencia del inglés, que cambió a lo largo de los años. Si alguien que hablaba inglés en la época medieval nos escuchase ahora no entendería ni una palabra. Si en cambio alguien escuchara el hebreo, entendería prácticamente todo de lo que digo.

IL: Excepto el slang.

EK: Excepto el slang. Incluso usando slang, podría decir que la mitad de las palabras usadas son bíblicas. La otra mitad son palabras que, en los últimos dos mil años, las personas necesitaron y no estaban en la Biblia. Por ejemplo: canilla, neumático, entre otras. Como estas palabras eran necesarias inmediatamente, fueron importadas de otros lenguajes y agregadas al hebreo. Es decir, puedo llevar una palabra en ruso al formato del hebreo, pero también puedo inventar una palabra, que las personas puedan entender sencillamente por su contexto, porque están acostumbradas a que las personas constantemente tratan de explicar su significado.

Esto crea una tensión interesante en la oración. Hay palabras bíblicas, pero también un vocabulario inventado. El equivalente en ingles es que se obtiene una oración que es mitad Shakespeare y la mitad rap de Jay-Z. Al hablar, el registro puede ir así: bíblico, bíblico, árabe, bíblico, ruso, bíblico. Esto es algo que no se consigue en ningún otro lenguaje. Muchas veces el traductor dice que puede subir el registro o bajarlo del todo, pero no mantenerlo como está. En mi opinión, esto captura el espíritu de la nación israelí, que es tanto antigua como joven. Esta tensión entre religioso, conservativo, liberal y anárquico existe en la sociedad israelí todo el tiempo.

IL: En latvio los traductores parecen haber bajado el registro, y el lenguaje es muy coloquial.

EK: Creo que eso es lo que hacen la mayoría de los traductores. No pueden mantener la tensión y la mayoría de historias no funcionan con un tono muy formal. No quedaría bien que un niño hable con un profeta, ¿no?

IL: El historiador Tony Judt dijo que Israel le parece un país de Europa Oriental, pero que le haría bien aceptar que pertenece al Medio Oriente. En tu película "Jellyfish" me llamó la atención que la estética y los personajes parecían de Europa Oriental.

EK: Creo que eso puede ser porque tengo orígenes polacos y mi esposa viene de una familia rusa. Pienso que Israel tiene tantas realidades contradictoras que podría hacer una película donde la misma película parezca completamente mediterránea. Se trata del lugar de donde uno viene. Vengo de una casa donde mis padres hablaban polaco, y los libros que leía eran en su mayoría de Europa Oriental, por lo que era natural para mi asumir esa estética. Es por eso que no me sorprende que lectores rusos o polacos se sientan identificados con lo que escribo. También podemos hablar de Israel siendo un país de Europa Oriental porque fue por muchos años un estado socialista. No éramos comunistas, pero éramos socialistas, con kibbutzes, un canal del gobierno en la televisión, con cosas que no eran importadas a país porque se consideraba un lujo innecesario.

IL: ¿Israel era un mejor país en ese entonces?

EK: Mi instinto me dice que sí. Me dan miedo los pensamientos nostálgicos, pero lo que puedo decir es que no creo en el sistema capitalista cuando este es llevado a su límite. Creo que todo sistema cuando llevado al extremo puede ser peligroso. Como bien sabes, el comunismo significaba depresión, la imposibilidad de decir lo que uno pensaba, la falta de libertad. Con respecto al capitalismo, me parece que la cura del SIDA sea patentada. Es por eso que hay millones de personas muriendo en África: no porque sus farmacias no puedan preparar la medicina, es tomar sustancias y mezclarlas, sino que no pueden pagar la patente. Eso es completamente perverso. Imagina dos ciervos en el bosque, y uno de ellos está herido y quiere que el otro lo lave con agua. El otro ciervo dice "pero yo inventé el concepto de lavar con agua, por lo que si no me das algo rico de comer, no te dejaré usar mi idea de lavar tu herida." Parece completamente ridículo. Vivimos en una sociedad con globalización y la diferencia entre los ricos y los pobres crece continuamente, seguimos hablando de la democracia y el capitalismo como una idea maravillosa para ser libres, pero si uno nace en la familia incorrecta en el momento incorrecto, es lo mismo que nacer completamente pobre en una monarquía absoluta. Me parece que es mejor si hay un balance entre el mercado y el gobierno socialista.

IL: ¿Cúanto debe involucrarse un escritor en la política? ¿Qué tan involucrado estas vos?

EK: Para empezar, me parece que como escritor uno básicamente celebra su propio individualismo, por lo que es normal que algunos estén más involucrados que otros. No creo que debe haber reglas de lo que un escritor debe o no debe hacer. Depende de que tipo de escritor uno es. Yo soy muy político. Soy de la izquierda liberal, y al entrevistar al primer ministro de derecha hice que entre en problemas con el Departamento de Estado. Me conoce y en general maldice al escuchar mi nombre. Sin embargo, no estoy de acuerdo con la tradición israelí de apoyar a partidos políticos en las elecciones. Apoyar a un partido es para mí, igual que patrocinar a zapatos Nike o a Pizza Hut. Creo que mis historias son mas inteligentes que yo, por lo que creo que si alguien lee mis historias verá el mundo de una gorma diferente, o puede que incluso afecte sus decisiones. Si digo "Escribo lindas historias, tengo plata, una esposa hermosa, por lo que debes escuchar y hacer lo que yo te diga", no seria democrático o respetuoso. Me parece que en cada elección, voté a aquello que me parecía el mal menor.

Me parece que, como artista, es mi trabajo mostrar la complejidad de la vida. Me parece raro que al escribir de política se supone que reduzca esa complejidad. Parece que incluso Amos Oz, a quien respeto y admiro, espera algo así.

IL: Debes leer mi mente, porque te estaba por preguntar sobre Amos Oz.

EK: Cuando empecé a publicar, muchos escritores estaban en mi contra, pero Amos fue el que más me ayudó. Siempre defendía mis obras y me ayudaba tanto en Israel como en el extranjero. Realmente me cae bien. Somos diferentes, pero nos queremos. Amos una vez dijo que tiene dos lapiceras en su escritorio, aquella con la que escribe ficción, y aquella con la que escribe ensayos. Le dije: "Amos, ahora entiendo a que te referís, porque escribo tanto mis historias como mis ensayos en mi computadora." Nunca pude escribir un manifiesto.

IL: Tengo otra pregunta tradicional, que como persona que percibe la complejidad de la realidad puede que no quieras contestar. ¿Cuál es para ti la mejor solución para el problema Palestino-Israelí? ¿Un estado? ¿Dos estados?

EK: Mi hermano apoya la idea de un estado. Idealmente, yo también la apoyaría, pero vivimos en una realidad en la que dos pueblos intentan matarse mutuamente. Me parece que no hay acuerdo que pueda convertir los rencores que existieron por más de sesenta años en una hermosa amistad. Que los hijos de aquellos que un año antes mandaron a un suicida con una bomba a matar a una familia y los hijos del soldado que golpeó la puerta y arrestó al abuelo, vayan a la misma escuela y sean amigos es utópico. Me parece que la idea de dos estados, idealmente, podría llevar a un estado. Sin embargo, vivimos en sociedades que son cultural y socialmente diferentes. Vengo de Tel Aviv donde tenemos un conocido festival gay, pero si vas a Gaza y saben que sos gay, puede que te maten. Es por eso que creo que la solución de un estado es muy ingenua. Me parece que cuando la gente habla de la solución de un estado, no están aceptando ninguna solución. La solución de dos estados sería ceder. Me parece que muchos no quieren ceder, y piensan que así conservan lo que tienen.

IL: ¿Alguna vez tradujeron tu texto al árabe?

EK: Sí. Durante la segunda intifada yo era el único autor traducido al árabe y publicado bajo la autoridad palestina.

Fuente: http://www.eurozine.com/

Traductora: Mariel Benedykt

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