Woody Allen: Lo que aprendí

wallen1okEscritor y Director, 77; nueva York

Mis dos hijas adolescentes piensan que soy un anciano, pero me levanto antes que ellas y las despierto para ir a la escuela.

Lo que la gente que no escribe no entiende es que piensan que uno piensa las historias conscientemente, pero no es así. El proceso comienza en el subconsciente.

Por lo que la misma sorpresa que recibe la audiencia al escucharlo es la que uno tiene cuando emerge. No pienso un chiste antes de decirlo. Lo digo y después me doy cuenta de lo que dije. Me río, porque yo también lo estoy escuchando por primera vez.

 Sin miedo, no se sobrevive.

Mi padre ni siquiera me enseño a afeitarme, lo aprendí de un taxista. La lección más grande que me transmitió es que sin tu salud, no tenes nada. Sin importar que tan bien están las cosas, si te duele un diente o la garganta, si tenes nauseas, o, Dios prohíba, tenes algo serio – todo está arruinado.

Un sándwich de carne sería sensacional, o uno de esos frankfurters grandes, con mostaza; pero no como nada eso. No como un frankfurter hace cuarenta y cinco años. No como comidas deliciosas. Como por mi salud.

Marshall McLuhan predijo que los libros  se iban a convertir en obras de arte. Tenía razón.

Mi madre me enseñó un valor – la disciplina rígida. Mi padre no ganaba lo suficiente, y mi madre se encargaba del dinero y de la familia y no tenía tiempo para descansar. Siempre veía el vaso un tercio lleno. Me enseñó a trabajar y no desperdiciar el tiempo.

Nunca veo mis trabajos después de hacerlos. Ni siquiera recuerdo como son las películas. Si estoy en la caminadora y justo aparece Manhattan u otra película, cambio de canal. Si veo Manhattan de nuevo solo vería lo peor y diría: "Dios, esto es humillante. Podría haber hecho esto. Debería haber hecho aquello." Así me lo ahorro.

En la ducha, con el agua caliente cayendo, abandonas el mundo real, y muchas veces surgen ideas. El cambio de ritmo, en lugar de estar intentando forzar ideas, hace que las ideas que se escapan cuando uno intenta estudiar se acerquen.

Si naciste con un don, está mal decir que es un logro.

Amo a Mel Brooks. Me encantó trabajar con él. No veo nada que tengamos en común aparte de que ambos somos judíos bajos. Ahí es donde termina. Su humor es completamente diferente. Con Bob Hope sin embargo, parezco un plagio.

Dimos un paseo por el Acropolis al mediodía, y al mirar el teatro sentí una conexión. Digo, acá es donde debutó Oedipus. Es increíble para alguien que dedicó su vida al mundo del espectáculo y que trabajó en el arte dramático mirar este teatro donde, hace miles de años, hombres como Mike Nichols, Stephen Sondheim y David Mamet vestían togas y pensaban en qué línea funcionaba mejor para su trabajo. Habían trabajado toda la noche. Ese actor, no sabe cómo hacerlo. Sofocles, Euripides y Aristofanes. ¡Los trajes llegan tarde y tenemos que empezar!

Se dice sobre el matrimonio "Hay que saber cómo pelear." Pienso que es muy sabio. La gente que vive junta tiene discusiones. Cuando uno es más joven, esas discusiones tienden a agrandarse, no hay sabiduría que logra mantener la perspectiva sobre la discusión. Se sale de las manos. Cuando uno es mayor, nos damos cuenta, "Bueno, esta pelea va a pasar. No estamos de acuerdo, pero no es el fin del mundo." La experiencia entra en juego.

Cuando empecé y estrené "Robó, huyó y lo pescaron", los chicos de Artistas Unidos juntaron todas las críticas en una pila enorme y las leí todas. Texas, Oklahoma, California, Nueva Inglaterra... Fue ahí cuando me di cuenta de que es ridículo. Es decir, el chico de Tulsa piensa que es una obra de arte, y el de Vermont piensa que es lo más estúpido que vio. Cada uno escribe inteligentemente. El asunto no tenía sentido. Por lo tanto, decidí no volver a leer críticas nunca más. Gracias a mi madre, nunca malgasté tiempo pensando si soy brillante o un idiota. Pensarlo no da ganancias.

Uno solo puede hacer hasta cierto punto, después se está a la merced de la suerte.

Cuando me senté a cenar con Ingmar Bergman me sentí como el pintor de una casa que se sienta a cenar con Picasso.

Es un accidente que justo estamos en la tierra, disfrutando de pequeños y estúpidos momentos, distrayéndonos al máximo para no tener que enfrentar el hecho que somos seres temporales que tenemos un período muy corto de tiempo en un universo que en algún momento desaparecerá. El sol desaparecerá. No habrá nada. Lo mejor que uno puede hacer para atravesar la vida es distraerse. El amor funciona como una distracción. El trabajo funciona como una distracción. Uno se puede distraer en un billón de formas diferentes. La clave es distraerse a uno mismo.

Un hombre puede decir, "Bueno, yo creé mi propia suerte." El mismo hombre camina por la calle y le cae un piano en la cabeza. La verdad es que tu vida está fuera de tu control.

Fuente: www.esquire.com

Traductora: Mariel Benedykt

 

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