Amor sin escalas

“Amor sin Escalas” es una traducción pobre para un título original muy sugestivo: “Up in the Air”. En este caso, no entender inglés en una forma sutil sin duda detrae de la riqueza semántica de la película, que está pautada ya desde el título. Las traducciones al español siempre han tenido una dosis de interpretación demasiado sesgada y orientada comercialmente; generalmente el espectador se encuentra con una brecha difícil de cubrir entre el título que anuncia la película y lo que efectivamente ve en la pantalla. Tal es el caso con este film.

Tal vez la traducción más adecuada hubiera sido “En el Aire”, con lo cual se cubren dos niveles: el hecho de que el protagonista vive la mayor parte de su vida (literalmente) volando; y la falta de raíces, de ataduras, filosofía de vida que el protagonista profesa. También se cubre un tercer nivel de significado: “en el aire” quedan todas las personas despedidas a lo largo de la película. De modo que una pobre traducción no es una cosa menor. Por cierto, predispone a ver una película de un tipo u otro. La película genera, más allá de la versión del título que usemos, una expectativa que se va quebrando a lo largo de su desarrollo, del mismo modo que se va quebrando el personaje principal, Ryan Bingham, George Clooney.




Clooney viene peleando duro, film tras film, por convertirse en un actor serio. De hecho, lo es, se toma muy en serio sus emprendimientos. Sucede que algunos son tan poco pretenciosos que su capacidad actoral poco aporta; se trata de poner la cara. Películas como “La tormenta perfecta” o “Syriana” le dan más lugar a lucirse y escapar a su estereotipo de “Dr. Ross” en la serie “ER”. En esta oportunidad, Clooney parece finalmente haber escapado a ese estereotipo, sin perder su apostura.

“Up in the Air” es una suerte de “road movie” de los tiempos postmodernos: se viaja en avión. Como el típico héroe norteamericano de los western o las policiales, Bingham es un solitario y justiciero; pero hace justicia para las empresas que lo contratan: despide gente para terceros. Es muy bueno en lo que hace, es muy claro, tan claro como parece tener estructurada su vida y sus prioridades: vivir sin ataduras, llegar a juntar 10 millones de millas volando en American. Como en toda “road movie”, o como en su antecesor, la “buildungsroman” (novela de aprendizaje), el personaje sufre una transformación, una evolución. Más allá de lo que cada uno entiende que le pasa a Bingham, al final de la película no es el mismo que al principio.

“Amor sin Escalas” no es una comedia; ni siquiera es una “comedia dramática”. Es un drama en tono de comedia con unos ribetes trágicos. Es una película acerca de la intimidad de los seres humanos en el contexto de la frialdad, eficiencia, y despersonalización de los aeropuertos y hoteles cinco estrellas; de alguna manera, es la misma confrontación del hombre con la naturaleza que vemos en un western, aunque en este caso la naturaleza es artificial, creada por el hombre mismo. También es una película acerca de expectativas, planes, mitos, y estereotipos; acerca de vínculos, sueños, y decepciones. Es una película profunda, sensible, y realista.

Desde el punto de vista de recursos técnicos, actorales, de guión, es también una película impecable. Las actuaciones son excelentes desde los actores secundarios hasta la larga secuencia de despedidos. La fotografía y locaciones dotan a la película de una estética sobria y significativa. El guión es profundo, coherente, humano, verosímil.

“Up in the Air” es una gran película. De esas con que el cine norteamericano nos sorprende de vez en cuando. Entre tanta comedia simplota o películas de vampiros o supernaturales, estas dosis de realismo “on the road” es una muy honesta reflexión acerca de la condición humana.


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